El rector maniguetero

Vicente Guzmán busca revalidar su cargo al frente de la UPO y defender ante la Junta un sistema de financiación más justo con las universidades pequeñas

El rector maniguetero
Cristina Díaz

23 de febrero 2016 - 05:03

Las elecciones a rector de la Universidad Pablo de Olavide del 3 de marzo serán mucho más tranquilas para Vicente Guzmán (Sevilla, 1965) que las de 2012. Mientras que en aquella ocasión tuvo que enfrentarse a los catedráticos Luis Pérez-Prat y Santiago Lago, ahora concurre en solitario. La Universidad vivía entonces una guerra interna que acabó con el mandato de Juan Jiménez, muy criticado por su gestión.

Tras ganar los comicios en 2012, Guzmán no sólo tuvo que poner freno a los problemas económicos que arrastraba la institución y lidiar con los cambios de titulaciones del nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, también debía cohesionar a la comunidad universitaria en torno a un proyecto común y fuerte. Admite haber conseguido este reto, enterrando aquellos episodios de fricción.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1988, Guzmán se trasladó a Madrid para obtener el doctorado en la Universidad Carlos III, donde consiguió una plaza como profesor titular del área de Conocimiento de Derecho Procesal. Fue en 1998, recién fundada la Universidad Pablo de Olavide, cuando le propusieron regresar a Sevilla. Él mismo ha admitido que no fue una decisión fácil. Tenía "la vida más o menos hecha en Madrid", pero la UPO suponía un reto y la posibilidad "de hacer cosas diferentes en una universidad nueva".

Guzmán se involucró desde el primer momento en la gestión de la Olavide, primero como vicedecano de la Facultad de Derecho y luego como secretario general de esta Universidad, cargo que le otorgó en 2001 la entonces rectora Rosario Valpuesta, que falleció hace tres años. Los miembros de su equipo de gobierno destacan que esta experiencia y su sólida formación jurídica le han proporcionado una visión completa de la Universidad, y también seguridad y solvencia a la hora de abordar problemas.

Pese a vivir durante ocho años en Madrid, Guzmán no perdió nunca el vínculo con su ciudad natal. Antiguo alumno del colegio Divina Pastora, en la Macarena, y del Instituto San Isidoro, es desde los tres años hermano de la hermandad del Dulce Nombre, donde sale como maniguetero del paso de misterio de Jesús ante Anás desde antes de cumplir los 20. El pedigrí bofetero le viene por su abuelo materno, Vicente Fluja Rasco, uno de los reorganizadores de la corporación en 1919. Y aunque hace ya varios años que sólo procesiona con la Bofetá, durante una época también fue de los Estudiantes y los Negritos.

Medalla al mérito de la Universidad Pablo de Olavide, Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort y medalla al mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco, hace diez meses fue padre por primera vez de una niña. Sus compañeros en la UPO lo definen como una persona empática y muy comprometida, no sólo con la comunidad universitaria sino también socialmente. Destacan su capacidad de visión y prospectiva, que intenta irradiar a su equipo, en quien delega y confía. Lo mejor, según el profesor José Manuel Feria, es su naturalidad y un sutil sentido del humor.

Sus discursos le delatan. Al igual que los seguidores de Alfred Hitchcock esperaban con curiosidad la aparición esporádica del director en sus películas, en la Olavide saben que en los discursos del catedrático nunca falta una alusión a Silvio Rodríguez. Cantautores como Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina o La Mandrágora marcaron su juventud, aunque su punto débil siempre fue el grupo británico de rock Supertramp y los libros de ciencia ficción.

En estos cuatro años de mandato, el catedrático reconoce como principal logro haber "consolidado y estabilizado" la Universidad en términos económicos y presupuestarios, además de "haber sabido frenar las consecuencias negativas" de la crisis como la escasez de fondos, los recortes y la tasa de reposición cero impuesta por el Gobierno central, que impedía la contratación de profesores. No obstante, admite que aún han quedado varios asuntos en el tintero, como la racionalización de los horarios y el incremento de medidas que permitan la conciliación laboral y familiar. Asimismo, se muestra preocupado por el "empeoramiento de la calidad del trabajo llevado a cabo por la plantilla al no poder reforzarla con más efectivos" y por el hecho de que los investigadores de la Olavide "adelanten de sus bolsillo el pago a los proveedores" y la universidad no les abone estas cantidades con la rapidez necesaria.

En la campaña electoral que comenzó el lunes no habrá debates entre aspirantes y tampoco discursos dirigidos a conseguir adeptos. Con un único candidato y un resultado evidente, se corre el riesgo de que la participación sea mínima. Vicente Guzmán pretende evitarlo con un programa abierto que se enriquezca de las aportaciones que recoja estos días. Según el catedrático, "el gran esfuerzo de la campaña es conseguir que el proyecto cuente con un gran respaldo y sea refrendado por la comunidad universitaria". Esto, según Guzmán, les "dará fuerzas para cuando haya que defender la Universidad fuera".

Uno de los retos a los que se enfrenta el rector en su nuevo mandato es la negociación del modelo de financiación de las universidades públicas andaluzas. Guzmán siempre ha criticado que el actual modelo -aprobado en 2007 para un periodo de 4 años, y prolongado cinco más- ha perjudicado y penalizado a la Olavide, al ser la universidad más joven y pequeña (actualmente cuenta con unos 12.000 matriculados).

Además de luchar por un sistema de financiación más equitativo, Guzmán pretende defender ante la Junta de Andalucía tres planes específicos para fortalecer la Universidad relacionados con el refuerzo y promoción de la plantilla de profesionales, el aumento de recursos en investigación y un impulso de las infraestructuras. La Olavide no recibe dinero público para infraestructuras desde hace más de seis años, existen tres grandes edificios que no se han rehabilitado desde la apertura de la Universidad y el campus, con el doble de alumnos que en sus inicios, está cada vez más saturado.

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