Salvador Rojo, un menú que se construye cada día del año
Sevilla
El menú de Salvador Rojo se construye cada día en función del mercado
En la Avenida Manuel Siurot, encontramos un restaurante que cuenta con una propuesta muy definida: partir del producto fresco —local y de temporada siempre que es posible— y tratarlo con precisión. Su cocina trata de una sucesión de elaboraciones cuidadas donde la técnica acompaña a la materia prima sin imponerse sobre ella. El resultado es una carta amplia, organizada en tapas, platos fríos, calientes y opciones al centro de la mesa, además de un menú degustación que puede servirse con o sin maridaje.
El establecimiento ofrece una sala distribuida en dos niveles, manteniendo una atmósfera reposada, pensada para que la visita tenga el ritmo adecuado. La terraza permite, en días suaves, disfrutar al aire libre de la propuesta gastronómica. La bodega, que acompaña discretamente, reúne referencias nacionales e internacionales que se ajustan tanto a la cocina más tradicional de la carta como a las creaciones más contemporáneas.
La base de la oferta parte de una selección de tapas y platos para compartir, donde la temporalidad y el mercado marcan el ritmo. Comenzando por las elaboraciones frías, destaca la presencia constante del tomate como producto central cuando está en temporada: el aliño de mini-tomates variados con langostinos y albahaca es un ejemplo del enfoque del restaurante. Se trata de una preparación sencilla, en apariencia, en la que la calidad de los ingredientes es determinante. El tomate llega en distintos grados de maduración, aportando textura y dulzor natural, mientras que el langostino suma salinidad y firmeza.
Una línea parecida se observa en la burrata fresca con pétalos de tomate y ensalada verde, o en la mozzarella fresca de búfala con aceite de trufa y espárragos tibios. El restaurante no busca reinterpretar estos platos, sino presentarlos en su punto exacto: lácteos de buena procedencia, verduras tratadas al dente y aliños medidos que no tapan su sabor. La cocina de tradición andaluza aparece en preparaciones como el salmorejo cremoso con jamón ibérico y huevo duro, que se sirve con una textura afinada, más sedosa que densa. También se recupera el concepto de encurtido y salazón en su gilda, construida aquí con anchoa, crujiente de pan, piquillo asado y guindilla encurtida.
En los calientes, el recetario se abre a influencias más amplias, sin perder la conexión con la despensa local. Las alcachofas frescas salteadas con langostinos y espinacas son una muestra del trabajo con verduras de temporada, mientras que el wok de verduras frescas con salsa yakitori introduce un guiño oriental que se integra de forma sobria en la carta. Uno de los platos más representativos es el pulpo a la parrilla con quinoa salteada, ali-oli y verduras. Aquí, la textura del pulpo —tierna sin perder firmeza— es clave. La quinoa actúa como soporte, aportando un punto cereal que aligera el conjunto, mientras que el ali-oli equilibra la potencia de la parrilla. La cocina al centro de la mesa tiene especial protagonismo en la selección de productos ibéricos y pescados frescos según disponibilidad. El surtido ibérico de bellota incluye piezas curadas de calidad contrastada. En mariscos, la oferta de gambas blancas de Huelva, langostinos de Sanlúcar o ostra gallega al natural responde claramente a la estacionalidad y al mercado del día.
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