SE va de la mano con las dos estatuas con la Alameda como línea divisoria. Hacia Lumbreras, camina Salomé Pavón (Madrid, 1966) con Manuel Ortega Juárez, su abuelo Manolo Caracol, hasta el antiguo corral de los Chícharos, hoy Patio de la Cartuja, donde nació el cantaor. "Mis padres, Arturo Pavón y Luisa Ortega, la hija mayor de Caracol, se casan en Sevilla en 1957 y en 1959 se van de gira por América. Se llevaron a mi hermana Soraya, que se volvió con mi abuela".

Al número 8 de la plaza de la Mata se va de la mano de la Niña de los Peines. Allí estaba la casa de tres plantas de sus abuelos paternos. Se accede por Vulcano, fuerza telúrica en el callejero para esta mujer "con tres cuarterones de gitana y uno de paya, el de mi abuela Eloísa, que tenía la academia de baile en la planta baja". Las vecinas de Vulcano todavía recuerdan el piano de Arturo Pavón sonando. "Mis padres se conocieron en la academia, una de las tres que había además de las de Enrique el Cojo y Realito. El maestro Quiroga le hizo a mi madre temas como Penita, Pena que hizo famoso Lola Flores".

En la gira americana de sus padres, muere su abuelo paterno, Arturo Pavón, el hermano de Pastora, la Niña de los Peines, y de Tomás Pavón, "que era un genio, pero no le gustaban los teatros. En el casino de la Alameda, que hoy es un vídeo-club, dejó atónitos a Chacón y Vallejo, pero era muy bohemio, lo que le gustaba era irse a pescar a la Barqueta".

Salomé es madrileña de cuna, colchonera de credo balompédico, "participo en los coros del centenario del Atleti con Sabina", y vivió en Madrid hasta 2009. Se subía con el técnico de luz a Los Canasteros, el tablao de su abuelo, y desde allí, niña de tres y cuatro años, los que tenía cuando apareció como Teresa Rabal en Viridiana en un programa de Rito y Geografía del cante, veía a Farruco, al Güito, a Pansequito, a Rocío Jurado. El 24 de febrero de 1973 tenía 5 años. "Esa noche cené puchero con mi abuelo. No se encontraba bien, estaba resfriado, decía que tenía que ir al tablao porque esa noche hubo fútbol y se pasaría por allí mucha gente". Recuerda el estrépido doméstico, la llamada telefónica, el accidente de tráfico que acabó hace cuarenta años con la vida de Manolo Caracol.

Nunca se fue de Sevilla. "Conozco la ciudad desde la barriga de mi madre. En enero siempre les ponía discos de marchas procesionales. En mi casa de Madrid, a la derecha había una Macarena y a la izquierda un Gran Poder". Cada vez que dejaba Sevilla "me iba llorando". Esas lágrimas se las enjugó con su regreso. "Mi padre murió en 2005 y yo necesitaba caminar por todas las calles por las que él anduvo. Un amigo me llama Kung-Fú porque dice que estoy en todos sitios. Sevilla no tiene cuestas y me la pateo entera. Un día me vio en Triana y una hora después estaba tomando una cervecita en La Fresquita, en Mateos Gago".

Actúa el 10 de julio (21:00.) en Cajasol en un espectáculo con dirección artística de Romero Pantoja. Ortega Pavón. "Es un orgullo y da susto porque la gente, sin querer, te compara". Sale el arte de las estatuas. "Mi abuelo fue el primero que cantó en una plaza de toros, a una faena de Curro Romero". Les une también la autoría escultórica: Sebastián Santos hizo las estatuas del cantaor en la Alameda y del torero junto a la Maestranza. Fue pionero también Caracol como protagonista de la primera misa flamenca, la que Chato de la Isla y Camarón le hicieron por iniciativa de Juan, el de la Venta Vargas.

Hija de los artistas que se conocieron en el número 8 de la plaza de la Mata, quiere imitarles en lo de cruzar el charco. "El año que viene pretendo ir de gira por México y China". Fue alamedera del año. Bisnieta del mozo de espadas de Joselito el Gallo, se siente próxima a la tercera estatua de la plaza, el torero esculpido por Alberto Germán. "Los Chicuelo son para mí una segunda familia".