Sevilla

Antonio Muñoz

La Sevilla disfrazada

El portavoz del Grupo Municipal Socialista analiza los dos primeros años de mandato de José Luis Sanz y critica su gestión de la limpieza, la Policía Local, la movilidad o la vivienda pública, así como la “inacción” en los distritos

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Bloques de hormigón y veladores en la avenida de la Constitución.
Bloques de hormigón y veladores en la avenida de la Constitución. / José Ángel García

20 de julio 2025 - 07:00

Sevilla se nos va... Seguro que lo han oído, más allá del estribillo de la célebre sevillana.

La nostalgia puede ser una coartada perfecta para evitar el cambio y esquivar los problemas reales. En Sevilla, el gobierno municipal del PP la usa como estrategia política: idealiza el pasado más rancio mientras convierte el disfraz en forma de gobierno.

La Sevilla del actual gobierno parece, pero no es. Es una Sevilla disfrazada, donde sobran gestos vacíos y faltan ideas. Dos años de mandato de Sanz no dejan ya lugar a la duda. Podríamos decir que va en su ADN: al PP le basta con una ciudad anclada en el pasado, abrazada a sus mitos más cómodos, orgullosa de haber sido… aunque ya no sea.

Y así Sevilla se ha convertido hoy en una postal estática, sin alma, donde lo simbólico sustituye a lo real. Donde se fomenta el ritual como si fuera un proyecto de ciudad. Se eleva el folclore a la categoría de política pública. Y todo se inunda de fiestas y conmemoraciones para aplaudir mucho, porque mientras se hace no se protesta.

Y va corriendo el tiempo. Nos venden cultura donde sólo hay distracción. Nos hablan de identidad, pero lo hacen para evitar el cambio. En el fondo, el temor no es perder la tradición, sino tener que construir un futuro.

Sevilla se disfraza de ciudad en movimiento, en marcha dicen, cuando en realidad está paralizada. Una Sevilla disfrazada de capital moderna, cuando sus barrios siguen esperando inversiones básicas.

Disfrazada de orgullo, cuando bajo la superficie crecen el malestar, la desigualdad y la resignación.

¿Dónde están los resultados de esa gestión diaria que tanto prometió Sanz? La limpieza, supuestamente su prioridad, ha empeorado: barrios con basura y mugre y ratas, muchas ratas. Sevilla está más sucia y más enfadada.

Los parques y jardines lucen matorrales y falta de desbroce como sello distintivo. Mientras tanto, el dinero se destina a empedrar la Plaza Nueva en lugar de arreglar las aceras de El Juncal. La inacción reina en los distritos.

Hoy hay 86 policías locales menos que al inicio de un mandato en el que la primera decisión en materia de movilidad fue paralizar el Plan Respira. El Metrocentro hacia Santa Justa corre peligro de perder financiación europea por retrasos y Tussam ha dejado sin líneas a los vecinos del Polígono Sur. Las líneas prometidas, como la transversal de Cerro-Amate o la conexión Sevilla Este-Hospital Macarena, siguen sin activarse.

Nada se sabe de la conexión de Hytasa con la SE-30, la indefinición sobre la Ronda Urbana Norte, la falta de sombras en calles como Asunción y Virgen de Luján... Las promesas sobre el Parque Miraflores, la Plaza Rafael Salgado, el Turruñuelo o el anillo verde están detenidas o reducidas a contratos preliminares. Y sobre Tablada planea una amenaza: la intención de construir viviendas donde debería haber un gran pulmón verde.

El Lope de Vega sigue cerrado. Los centros cívicos prometidos en Los Bermejales o Santa Justa ni están ni se les espera. El de Sevilla Este, que dejó listo el gobierno anterior, lleva dos años sin uso, esperando unos muebles.

El pabellón cubierto de Macarena, la modernización de San Pablo o el polideportivo de Sevilla Este siguen en blanco. La piscina del Polígono Sur, directamente eliminada del presupuesto.

¿Y en vivienda? Proyectos heredados y encarecidos hasta el punto de que la vivienda libre resulta más barata que la pública. No hay ningún nuevo proyecto fuera del Plan 2018-2023, lo que anticipa un parón preocupante.

Y como símbolo de esta dejadez, los cortes de luz que siguen afectando a barrios enteros sin que el alcalde mueva un dedo.

Definitivamente, Sanz ha sustituido la hoja de ruta por el programa de actos, mientras la vida cotidiana de miles de personas sigue esperando soluciones. En política, uno puede equivocarse, incluso fallar. Lo que no puede es ausentarse emocionalmente de la ciudad que gobierna. Y ese es, probablemente, el mayor problema que tiene hoy Sevilla: un alcalde que aparece en los actos, en las fotos, en los anuncios… pero no en los momentos donde hay que escuchar, decidir y liderar. Un alcalde que se recubre de barro ajeno para camuflar su responsabilidad en la verdadera batalla, que no es otra que Sevilla.

Pero no hay disfraz que dos años más dure. Y cada vez hay más sevillanos y sevillanas que empiezan a notar que tras el decorado no hay estructura ni proyecto de ciudad. Y que se sienten defraudados por quien se presentó como alguien que detestaba la desorganización, la dejadez y la improvisación. Paradojas de este gobierno.

Y conste que no dudo de que Sanz quiera lo mejor para Sevilla. Todo aquél que aspira a ser alcalde no puede desear otra cosa. Pero, tras dos años en la Alcaldía, está claro que no puede, aunque siga siendo su gran sueño. Es incapaz de gestionar y de conectar con la Sevilla de verdad. La Sevilla que se reconoce, pero que también se atreve a transformarse.

Creo en una Sevilla que no se disfraza, que se mira de frente y no se conforma con parecer, sino que se atreve a ser moderna, justa, igualitaria y viva. Y lo digo con la serenidad de quien ha gobernado con responsabilidad. Y con la legitimidad de quien nunca se ha escondido, de quien ha estado siempre cerca de la gente, escuchando y proponiendo.

Sevilla no se nos va… Más bien se quedan los problemas que el gobierno no es capaz de solucionar. Y yo no voy a cruzar los brazos porque hay otra forma de gobernar: con cercanía, con rigor y con valentía. Con una Sevilla que no se conforma con parecer lo que fue.

Yo sigo aquí. No para lamentar lo que no se hace, sino para proponer lo que sí se puede hacer. Porque Sevilla no necesita disfraces, necesita liderazgo.

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