El sufragio universal vuelve a la US: 57.000 estudiantes podrán votar
Universidad
Será la principal novedad de las elecciones al Rectorado, para las que ya se han presentado siete candidaturas
El alumnado es el colectivo más numeroso, pero el voto del profesores funcionarios es el de mayor peso
Se cierra el plazo de candidaturas al Rectorado de la US con siete aspirantes
El sufragio universal ponderado vuelve a la Universidad de Sevilla (US). Lo hace 21 años después de aquellos comicios en los que Miguel Florencio salió elegido rector. Se trata de la principal novedad de un proceso que ha concluido su primera fase con el registro de siete candidaturas, cifra sin precedentes en la Hispalense y que aventura una campaña electoral muy animada. El hecho de que el derecho al voto no quede restringido al claustro (como hasta ahora) ha motivado en buena medida esta proliferación, que no resulta exagerada si se tiene en cuenta que se elige al responsable máximo de dirigir una comunidad formada por 80.000 personas. Sirva un dato para comprobar la importancia de este cambio en la manera de elección: 57.000 estudiantes podrán votar el 30 de octubre en la primera vuelta, mientras que antes sólo lo hacían 53 claustrales en su representación. Cuestión distinta es el interés que la convocatoria provoque en el alumnado, lo que condicionará el nivel de participación.
"Muchos estudiantes no saben ni quién es el actual rector". Esta frase la pronuncia Luis Gonzalo Moreno, delegado del Consejo de Alumnos de la Universidad de Sevilla (Cadus), quien valora muy positivamente que al fin los nuevos estatutos de la Hispalense establezcan el sufragio universal ponderado. El cambio ya se lleva notando los últimos meses. La mayoría de los candidatos han mantenido encuentros con estudiantes de diversos centros. Se les ha tenido en cuenta -o al menos, eso es lo prometido- a la hora de elaborar las propuestas que se darán a conocer la próxima semana, cuando se inicie la campaña electoral.
"La diferencia con otras elecciones ya se nota. Ahora deben acudir a cada facultad, escuchar a su estudiantado, pues cada centro es un mundo diferente y presentan necesidades distintas", refiere Moreno. Para estos comicios, según el delegado del Cadus, tienen derecho a voto alrededor de 57.000 alumnos. Antes, este amplio colectivo estaba representado por 53 claustrales, que emitían el voto en representación de todos ellos. "Las revindicaciones que aparecían en los programas electorales eran las que se negociaban entre estas 53 personas y los candidatos. Existía un importante filtro. Ahora el debate es más amplio y también el número de propuestas de mejora", explica.
Pese a que el estudiantado es el colectivo elector más amplio de la US, su peso no es el que mayor valor adquiere. Así queda establecido en los nuevos estatutos, adaptados a la reforma universitaria del Gobierno de Pedro Sánchez (LOSU), que obligan a introducir el sufragio universal ponderado. En este sistema cada voto no es igual, siino que tiene un peso distinto, asignado según el sector al que el votante pertenece. Dicho valor suele basarse en factores como la experiencia, la posición jerárquica o los años de permanencia en una institución. Según los expertos, el sufragio universal ponderado reconoce que "no todos los votantes tienen la misma influencia o conocimiento sobre determinados temas". El voto ponderado busca reflejar la diversidad de perspectivas y conocimientos en un grupo.
Siguiendo tal premisa, cada sector universitario tiene asignado un porcentaje distinto de ponderación. El de mayor peso lo posee el personal de los cuerpos docentes universitarios funcionarios y el profesorado permanente laboral, con un 53%. Le sigue, por orden de importancia, el estudiantado, con un 30%. A continuación, el personal técnico, de gestión y administración y servicios (PTGAS), con un 10%; y por último, el personal docente e investigador y el personal investigador no incluido en el primer apartado, con un 7%.
¿Cómo se materializan estos porcentajes? Tras el escrutinio de las papeletas, la junta electoral aplica el coeficiente de ponderación a los votos de cada candidatura, con el fin de darle el valor correspondiente en función del colectivo del que procedan. Por tanto, aunque el sector estudiantil sea el más numeroso en electores, su voto vale menos que el del personal docente funcionario.
La clave de estos comicios, como en tantos otros procesos electorales, se encuentra en el nivel de participación, cuyo incremento supone uno de los objetivos del Cadus. "Es verdad que estamos recibiendo mucha información por parte de los candidatos, pero ahora mismo no sabríamos decir qué porcentaje de estudiantes ejercerá su derecho al voto, si va a haber una movilización importante", admite Moreno. El hecho de que estos comicios reestrenen el sufragio universal puede despertar el interés de los alumnos. "La novedad puede atraerlos a las urnas", apunta.
Pero lo cierto es que para que esta participación sea importante resulta fundamental el vínculo de los universitarios con la institución, que a lo largo de las últimas décadas ha cambiado bastante. Y aunque los alumnos han seguido plantándole cara a varias decisiones del Rectorado, lo cierto es que "el tono reinvidicativo" ha cambiado mucho, admite el principal representante del Cadus. De aquella época de los 60/70, cuando las universidades eran núcleos contestarios al régimen franquista, a la actualidad, con "unas demandas en las que, excepto en situaciones concretas, el aspecto político se deja al margen". La mejora de las infraestructuras, disponer de suficientes salas de estudio, los programas de movilidad (Erasmus) y la organización de los exámenes pasan por ser los principales temas de reclamo de este colectivo, cuya vinculación a la US queda muchas veces reducida al tiempo de permanencia para la titulación. De ahí la importancia dada por los últimos equipos de gobierno al proyecto Alumni, que busca afianzar la relación con los antiguos estudiantes.
Otra de las novedades del proceso electoral radica en las dos vueltas que contempla. Para que uno de los siete aspirantes sea proclamado rector en la primera cita con las urnas -el jueves 30 de octubre-, debe contar con más de la mitad de los votos emitidos, una vez aplicadas las ponderaciones. En caso de que ninguno lo consiga, se convocará una segunda vuelta (el lunes 10 de noviembre). A esta segunda votación sólo pueden presentarse los dos candidatos más votados. En esa hipotética circunstancia, se pasaría de siete candidatos a dos. El vencedor ya sólo requiere de mayoría simple. Todo hace prever que en esta ocasión haya una segunda vuelta y que en esas dos candidaturas se agrupen los aspirantes que se hayan quedado en el camino.
Además, los nuevos estatutos fijan que la duración de los mandatos en el Rectorado sea de seis años, frente a los cuatro actuales. Quien sea elegido este otoño permanecerá hasta 2031, ya en la próxima década. Un sexenio en el que, entre otras cuestiones, se pondrá en marcha todo el mapa andaluz de nuevas titulaciones, con importantes apuestas por parte de la US.
Los siete candidatos que aspiran a hacerse con el rectorado son Carmen Vargas, Ana López, Felipe Rosa, Ángeles Gallego, José Luis Gutiérrez, Pastora Moreno y Alfonso Castro. Los cuatro primero han ocupado cargos de responsabilidad en el gobierno del actual rector, Miguel Ángel Castro. A partir del próximo miércoles, cuando se inicie la campaña electoral, presentarán las propuestas concretas para el sexenio venidero. Habrán de acudir a todos los agentes universitarios. Será la hora de que "el estudiantado se haga escuchar". Por el momento, la primera polémica ha surgido por las partidas destinadas a financiar la campaña de los candidatos: 10.000 euros para cada uno, 70.000 en total. Las elecciones en la US calientan motores.
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