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Pirateo informático

Trabajar en una oficina municipal en Sevilla en medio de un ciberataque total: "Esto es un infierno"

Una ciudadana atiende a unos periodistas tras salir de la Agencia Tributaria de Sevilla.

Una ciudadana atiende a unos periodistas tras salir de la Agencia Tributaria de Sevilla. / D.S.

Con papel y bolígrafo, a falta de ordenadores, y mucha paciencia pero también su poco de desesperación y frustración, los funcionarios de las oficinas municipales ven pasar las horas en el reloj y a los ciudadanos ante sus mostradores con poca capacidad de acción para resolver las gestiones que allí van a realizar los sevillanos. “Esto es un infierno”, confiesa la trabajadora de uno de esos centros. Los usuarios se lo toman con más filosofía: se conforman con que se suspendan los plazos de pago de los impuestos cuyas campañas se desarrollan estos días y no se les aplique ningún recargo si el hackeo dura y dura y ellos acaban pagando tarde. El Ayuntamiento no ha adoptado una decisión al respecto y lo valorará cuando el ataque de los ciberpiratas sea historia.

“Está todo totalmente parado”, admite Maximino Lancharro, jefe del Negociado de Objetos Perdidos. “Todo lo que viene se registra y se publica en la web, así que nada de eso se puede hacer. Estamos tomando nota manualmente de la gente que llama para ver si lo que perdieron ha aparecido. Los objetos se pueden buscar físicamente, tenemos papeles, pero si son de hace tres o cuatro meses, no”, apunta. Entre el almacén a la espalda de la zona de atención al público y el que tiene en la vecina estación de autobuses del Prado, la oficina custodia varias decenas de miles de objetos. Sólo en lo que va de 2023 ha recibido unos 9.500. “El papel es una solución para una semana, pero más tiempo no aguanta”, sentencia Lancharro.

A unos metros, en la sede de la Agencia Tributaria de Sevilla, las personas que acuden a por la carta de pago para abonar este o aquel impuesto salen igual que entraron. No son muchos por una razón muy sencilla: para hacer una gestión presencial hay que pedir cita previa por Internet... y los ordenadores no se encienden para evitar riesgos de contaminación, así que la pescadilla se muerde la cola igual que alguna usuaria se muerde la lengua a la hora de valorar la situación.

“He venido a por la carta para ir a pagar el IBI (acaba de empezar el segundo plazo para abonarlo) y, al no tener acceso al sistema informático, han cogido mis datos y me han dicho que me llamarán”, dice Macarena, una vecina que viene desde Sevilla Este tras coger cita antes del ataque pirata. “Yo he venido a pagar mis impuestos y si no puedo porque el sistema sigue mal, no me pueden aplicar ningún recargo por pagar fuera de plazo. Como ciudadana lo vería injusto. Yo no he hecho nada mal, no tengo la culpa de que el sistema no funcione”, se queja.

María José quiere presentar una reclamación porque la notificación de una multa de tráfico le llegó tarde y no pudo beneficiarse de la rebaja del pronto pago, pero no sabe si lo conseguirá. "Han hecho fotocopias de toda la documentación y ya lo verán, lo meterán en el ordenador cuando puedan", explica.

Enrique, administrador de fincas, se ha personado en la Agencia para pedir cita para recoger la carta de pago del ICIO (Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras) por las reformas que se han ejecutado en una comunidad de La Carrasca y otra de Luis Montoto. Tampoco ha podido ser. “Que me pase la semana que viene, como mínimo”, refiere. “Es sorprendente que una ciudad que es la capital de Andalucía no tenga seguridad informática, cuando hasta empresas de mediano tamaño la tienen. Me extraña que en el Ayuntamiento no haya informáticos potentes”, comenta.

Alfonso y su esposa han corrido la misma suerte. Mala suerte, lógicamente. “Desde las nueve de la mañana” en planta porque vienen de Aznalcázar, han venido para que les expliquen por qué han recibido una notificación que no entienden. “Nos han dado un número y llamaremos para que nos digan cuándo podemos venir. A los viejitos nos viene bien, así hacemos musculación. No me preocupa, en la cárcel no nos van a meter”, bromea.

La excepción que confirma la regla es Pablo, que debía presentar un escrito de subsanación en el Registro de la Propiedad para así inscribir un inmueble. El único problema es que “no había papel copiante”, con lo que ha debido escribir sus alegaciones dos veces (una para la Agencia y otra, la copia que se queda él). Como era una gestión manual, ha podido llevarla a cabo y así ha quedado registrada. “Eso es lo único que quería, el sello”, reconoce. “Todo el mundo ha sido encantador”, elogia también.

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