Los trucos de toda la vida contra el calor en Sevilla llaman la atención de 'The New York Times'
Las persianas, la siesta y el gazpacho, son destacados por el periodista como medida anticalor
La restauración de la Macarena en 'The New York Times'
Es algo que hemos oído desde siempre a nuestras madres y abuelas. Las persianas, mejor bajadas las horas en las que el sol más aprieta y las cortinas corridas para que los rayos de sol no entren de lleno. Un buen gazpacho en la mesa, o ensaladas y una buena sandía o un melón. Una siesta después de comer y salir a la calle a la fresca. Nada nuevo bajo el ardiente sol. Esto que parece habitual aunque en muchas casas haya ya aire acondicionado o ventiladores, ha llamado la atención de Jason Horowitz e Ilvy Njiokiktjien. El redactor, Horowitz, es el mismo que hace unos días publicó hace unos días un pormenorizado reportaje sobre la polémica alrdedor de la intervención de la Macarena, un hecho al que bautizó como "el escándalo del verano sevillano".
El periodista, que ha podido comprobar de primera mano la ola de calor extremo, a la que ha calificado "como un horno en el sur de Europa", suele escribir "sobre la vida, la política, la cultura, los responsables políticos y las personalidades del sur de Europa" y es el jefe de la oficina de Roma de The New York Times.
"Desde 2020, Sevilla ha tenido una media de 115 días al año con calor superior a 29 grados Celsius. La tradicional siesta no es casual. A medida que lugares como Noruega y Finlandia alcanzan temperaturas más altas, un continente cada vez más incómodo podría recurrir a Sevilla y otras ciudades que llevan siglos conviviendo con el calor para sobrellevar lo que se siente como el infierno perpetuo del verano". Aquí está el gran descubrimiento de quienes pasan calor en Sevilla, la siesta no es un lujo sino una necesidad cuando el termómetro no baja de los 40 grados.
Los toldos o las paredes gruesas de los edificios empiezan a tener sentido cuando el calor cae. En su reportaje, el redactor consulta diferentes fuentes, desde investigadoras como María de la Paz Montero Gutiérrez hasta agriculturos, enfermeras o trabajadores de ambulancia. Parece que el calor le llamó bastante la atención. Su conclusión es curiosa: "Reducir la velocidad al ritmo del sur de España puede convertirse en una necesidad, tanto a nivel local como en el resto de Europa".
En su exhaustivo informe sobre cómo los sevillanos siguen su vida a pesar del calor, llega hasta apuntar cuándo van los niños a los parques infantiles. "Los niños españoles, ya de por sí nocturnos, lo son cada vez más, y retozan por los parques infantiles a medianoche. Los cuidan los abuelos que, tras horas escondidos del sol y de las brisas que parecen de secador de pelo, emergen por la noche para tomar el aire fresco en las plazas oscuras". Incluso conoció el cine de verano de Santiponce, aunque lo definió como "un barrio de Sevilla".
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