Calle Rioja

Ya no se ve en las plazuelas

  • Hoy se cumplen treinta años de la muerte de El Pali, el Trovador de Sevilla, que nació en puertas de la Exposición del 29 y no llegó a vivir el ‘boom’ de las sevillanas del 92

De izquierda a derecha, Jesús Antúnez, Carmen Jaraquemada y Charo Domínguez, vecinos de la casa del Pali.

De izquierda a derecha, Jesús Antúnez, Carmen Jaraquemada y Charo Domínguez, vecinos de la casa del Pali. / Belén Vargas

Aquel año nació el verano el mismo día que murió la primavera. El 21 de junio de 1988 se apagó para siempre la voz de Paco Palacios El Pali, el Trovador de Sevilla. La voz material, la inmaterial, trenzada del alma de la ciudad, de la urdimbre de sus gentes, sigue incólume, suena cada Feria por sus sevillanas. Francisco Palacios Ortega (1928-1988) sigue siendo un icono de la ciudad que retrató con detalles de pintor y dianas de antropólogo. La calle Tomás de Ibarra sigue exactamente igual. Como si su legado la protegiera de los desmanes urbanísticos, se puede recorrer como hace treinta años desde el edificio de Correos, una de las estaciones de su viaje sentimental por la ciudad, a la delegación de Hacienda donde trabajaba el poeta Juan Sierra. En la plaza Ministro Indalecio Prieto. ElPali fue niño de la República que nace cuando la Exposición Iberoamericana de 1929 está en capilla, como dice Antonio Ortega en su biografía del Pali, El Último Trovador (abasalón).

El Pali tenía un sentido del humor “a veces esperténtico”, escribe en el prólogo del libro César Cadaval. La progresiva pérdida de visión acentuaba el esperpento del Max Estrella que llevaba dentro. El trovador que contaba lo que veía y dejaba de verse: “Ya no se ve en las plazuelas...”. No se lo imagina uno en la nómina de los premios Max por esa dialéctica estéril entre lo popular y lo cultural. Hay ganadores del Nobel cuyos libros no tuvieron ni por asomo la vigencia de las sevillanas del Pali. Con honrosas excepciones, como el que lo ganó el año que murió el Pali, el egipcio Naguib Mafouz, otro escritor de la cofradía de Max Estrella.

Víspera del trigésimo aniversario de la muerte del Pali. Por Tomás de Ibarra 18 pasa un hombre de edad equívoca acompañado de una joven sílfide. Es Mario Conde, el banquero desahuciado, no el personaje de Padura. El hombre de moda de 1988 que cinco días antes de la muerte del Pali, 16 de junio de 1988, se entrevistaba con Felipe González. En las vísperas del 92 el boom de las sevillanas llegó a Madrid y no fue ajeno un banquero que era miembro del consejo del Alcázar que presidía el alcalde Alejandro Rojas-Marcos y se compró una finca, Los Carrizos, en Castilblanco de los Arroyos.

Junio de 1988 empezó con una cumbre en Moscú entre Reagan y Gorbachov para eliminar los misiles de alcance intermedio. El sueco Matx Wilander y la alemana Steffie Graff ganaban en Ronald Garros. En el estadio de Wembley se celebraba un homenaje a Nelson Mandela, el preso más famoso del momento. Cuatro días después de la muerte del Pali, Holanda ganaba la Eurocopa de Alemania. Ahora no está en el Mundial. Venció a la Unión Soviética, que se desintegró en un puzzle de repúblicas. El Ya no se ve en las plazuelas del Pali sirve para el Kremlin. El 10 de junio de 1988 moría Josep Tarradellas. Las sevillanas del Pali siguen haciendo furor en Cataluña.

En la casa donde vivía y donde se sentaba en su inconfundible postura hay sendas placas. Una del Miércoles Santo de 1989 en la que el Postigo perpetúa su memoria. Otra, azulejo de la calle Alfarería, 20 –“Sevilla tuvo una niña y le pusieron Triana”–, se colocó en el vigésimo aniversario de su muerte el primer día del verano de 1988. Un año antes de la caída del muro de Berlín.

El bar Berrinche abrió en junio del año pasado. Hacen cocina casera con toques de innovación y tienen carta en inglés. Los camareros son los vecinos de la memoria del Pali: Jesús Antúnez vino al mundo en 1987 en Montellano, el pueblo natal de Zoido, “nació en la calle Martínez Salazar”; Charo Domínguez, en 1980; Carmen Jaraquemada nació poco después del final de la Expo. Ella sí baila las sevillanas del Pali. “Bailo flamenco y estoy en el Conservatorio”. La casa donde Paco Palacios vivía con su madre es ahora un almacén de bebidas.

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