"Papá, ¿Cuándo vamos a ver al bebé?" -era la pregunta que no cesaba de hacer María, de tres años, desde que entró al cuerpo de la mujer gigante, sostenida en los brazos de su padre-. Pero, antes de pasar al útero que acogía a la criatura, los participantes del paseo debían desinfectarse y ponerse un gorro sanitario para evitar transmitir bacterias a los órganos humanos que estaban por ver. Con esta simbólica muestra de higiene empieza el viaje por el interior de La Mujer Gigante, espectacular montaje didáctico instalado en el Nervión Plaza.

En la primera parada, el guía, Alex Montalvo, proyectó un vídeo que explicaba las sorpresas que se encontrarían los visitantes durante el trayecto. Acto seguido, el grupo de 25 niños y adultos pasó al interior de la cabeza de la gigantesca figura, donde escucharon las explicaciones sobre el funcionamiento de los ojos, la nariz, el oído y el paladar. En esta segunda parada, ya era evidente el entusiasmo de los niños por tan singular paseo, cuando el monitor avisó que podían tocar la lengua y los dientes de la mujer gigante.

Durante el recorrido, además de las explicaciones del guía, se escucha una locución que detalla la función de los órganos que están a la vista.

Los pasajeros hicieron una tercera parada en la caja torácica, donde están los aparatos respiratorio y circulatorio. En este espacio se pueden apreciar órganos como el pulmón y los alveolos pulmonares, así como la réplica de un gran corazón, que los presentes pudieron tocar y sentir movimientos muy parecidos a los latidos reales de este órgano. "Para mantener un corazón sano y unos pulmones en buen estado es importante que no fumar, el tabaco hace mucho daño", advierte el monitor.

En este apartado, algo provocó varios estornudos en la enorme fémina y, al verse rociados de lo que se supone era mucosa, la algarabía aumentó en los viajeros.

El paseo continuó hacia el estómago. En esta sala se aprecian los movimientos que se realizan en el proceso de digestión. Además, se conoce el hígado, la vesícula biliar, el páncreas y los movimientos de la columna vertebral.

A medida que avanzaba el viaje se ponía en escena un juego de luces de colores, efectos de sonido y distintos movimientos que asustaban a los más chicos, entre ellos a la pequeña María, que se desesperaba por ver nacer al bebé. Hasta que por fin el grupo llegó al final del trayecto. Y luego de pasar las trompas de Falopio, todos pudieron observar el bebé que gestaba la mujer gigante. Unos grandes ojos azules se movían de un lado a otro, parecían buscar entre la multitud a la niña que tanto pidió verlos, dejando a todos satisfechos del viaje.