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"Nunca he vuelto a pasar por la calle Don Remondo"

Plaza Nueva · Rosa Bendala

Siete años en el Ayuntamiento, siete años en la Junta, le dieron el cumpleaños para hacerla concejal y fue candidata a la Alcaldía en 1991. Vivió la Expo en la Casa Grande, vive la vida en Los Bermejales.

"Nunca he vuelto a pasar por la calle Don Remondo"
Francisco Correal

16 de octubre 2016 - 05:03

COMO Caravana de mujeres. Así llegó Rosa Bendala García (Madrid, 1948) a Sevilla. Tenía cuatro meses y venía con su madre y sus dos hermanas mellizas. "En el bar de la esquina ya no soy Rosa, soy la abuela de Pablo".

-Es candidata a la Alcaldía en 1991, el mismo año que Bob Dylan tocó en Sevilla.

-Yo fui a verlo a Córdoba, al festival de la Guitarra. Estaba María Jesús Montero, que la acababan de nombrar consejera de Salud.

-¿Ve los toros desde la barrera?

-Hace 22 años que vivo en Los Bermejales. Un antiguo melonar de tierra calma que el Ayuntamiento, con Pérez Escolano, compró a una hermandad y Queraltó urbanizó. Plantaron unos árboles enormes antes de hacer las casas. Me entregaron una casa de la cooperativa de Comisiones Obreras.

-Entró de 'suplente'...

-En 1987 no había listas cremallera. Yo iba de número 4, por detrás de Cuéllar, Pizarro y Fernando Villamil. El día de mi cumpleaños, 14 de enero de 1988, me llama Javier Aristu para decirme que tengo que entrar por Villamil.

-En el 91 los pactos dan la Alcaldía a Alejandro Rojas Marcos.

-Alejandro no nos quería a ninguna de las tres. Amparo (Rubiales) se fue, Soledad (Becerril) y yo seguimos.

-¿Qué balance hace?

-Fueron años muy interesantes. La presión de la Expo, de la post-Expo, que todo el mundo quería rentabilizar al día siguiente. Se integró a los barrios periféricos con la Ronda del Tamarguillo. Nos permitíamos hacer acuerdos discretos en beneficio de la ciudad como los que yo hacía con mi querido Alberto Jiménez-Becerril.

-¿Una versión sevillana del compromiso histórico italiano?

-Era un tipo estupendo. Sencillo, inteligente, nada dogmático. Era conservador en algunos aspectos de la vida, pero en otros era una persona del siglo XXI. No he vuelto a pasar por Don Remondo.

-¿Fue duro para una mujer de izquierdas?

-Para mí la gente de ETA siempre han sido unos fascistas y el abertzalismo y el nacionalismo, antiguallas del siglo XIX que nos han llevado a las peores catástrofes. ¿Has leído Patria, de Aramburu?

-¿Cómo viene a Sevilla?

-Me vinieron. Mi padre sacó unas oposiciones a Radio Nacional, pero nacieron dos niñas, mis hermanas mellizas, y tuvo que hacerlas a inspector de Trabajo. Le dieron plaza en Sevilla y nosotras no vinimos hasta que encontró un piso con cuarto de baño. Yo tenía cuatro meses y mi primer veraneo fue en Cazalla de la Sierra.

-¿Ejerció la abogacía?

-Empecé en el bufete de un abogado en la calle Asunción. Tuve que poner mi título enmarcado en la sala de visitas para que no me confundieran con su secretaria. Se escandalizaron cuando me hice del Pecé y abrí mi propio bufete en la calle Arjona.

-¿Qué Sevilla conoció?

-Vivíamos en la calle San Luis. Iba con mi madre a recoger a mis hermanas al colegio de las Carmelitas de Bustos Tavera. Yo no iba al colegio, ella decía que no había tenido tres niñas para estar sola.

-¿Hay nexo causa-efecto entre su marcha del Ayuntamiento y la llegada de Soledad Becerril?

-Soledad me parece una persona prudente y una buena administradora. Tuve diferencias con ella y su grupo por la Buhaira.

-Fue siete años directora general en la Junta.

-Me llamó José Antonio Sainz Pardo (Jimmy) cuando llegaron las transferencias de Justicia. Fuimos compañeros en la Facultad.

-¿La clandestinidad privada es más gratificante y menos excitante que la pública?

-Desde hace dos años nos reunimos las niñas de las Esclavas, hacía cincuenta años que no nos veíamos, unas con trabajo, jubiladas, con hijos, con nietos. Muchas veces la política, o la ideología, te aleja de la gente que te rodea.

-¿Hay que legalizar la amistad?

-Recuerdo el día que se conoció la legalización del Pecé. Yo vivía en Santa Clara y estaban comiendo en casa mi compadre y su mujer y ella dijo: qué horror, qué horror...

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