Sevilla-Manchester United

Crónica | El hexacampeón se da un gran homenaje con todo el sevillismo (3-0)

Badé y En-Nesyri, los autores de los tres goles, festejan el triunfo sevillista.

Badé y En-Nesyri, los autores de los tres goles, festejan el triunfo sevillista. / Antonio Pizarro

El Sevilla Fútbol Club, el único equipo que ha ganado seis veces la Liga Europa / UEFA, se dio un auténtico homenaje a lo grande contra un gigante del fútbol europeo, contra un Manchester United al que ya tenido el gusto de eliminar en tres ocasiones a lo largo de este siglo tanto en la Liga de Campeones como en esta competición. Los sevillistas, en su mejor partido de la temporada, fueron capaces de llevar a los suyos a un estado muy cercano al nirvana, a hacerlos gozar a lo grande con lo que se estaba viendo sobre el césped de un Ramón Sánchez-Pizjuán en un estado de locura colectiva.

No era para menos, el equipo de José Luis Mendilibar resucitó con el triunfo del pasado domingo contra el Valencia y, liberado de muchas ataduras, realizó un juego excelente para ser capaz de borrar del césped a esos 80 millones de Antony, 75 de Casemiro, 80 de Maguire y muchos más. No son cifras exactas, que nadie le afee el dato objetivo al cronista, se trata, simplemente, de jugar con las diferencias económicas entre lo que manejan unos y otros. Pero este Sevilla fue un equipo poderoso, capaz de meter a los ingleses, sí a los de la maravillosa Premier League, en su campo y golpearlos sin piedad donde siempre se hace en el fútbol, sobre el terreno de juego.

Todo arrancaba, además, de forma maravillosa para quienes iban a gozar de esa grandiosa fiesta. A los 8 minutos Lamela presionaba a Maguire, uno de los de 80 millones, como si fuera el último balón del litigio, pero lo más importante es que al argentino lo acompañaban como verdaderas hienas en una sabana africana En-Nesyri y su compatriota Ocampos. El balón se lo llevó Lamela, por supuesto, y fue En-Nesyri, que iba con la misma fe a buscar el error del central inglés, quien se encargaba de poner la pelota imposible para De Gea con un toque preciso, propio de los grandes delanteros.

Uno a cero para que el Sevilla creyera aún más si cabe en sus posibilidades, para que pensara que la opción de tumbar al gigante era más que posible. Vaya si lo fue. Porque los sevillistas se ordenaron atrás a partir de ese momento con una defensa en la que Badé y Marcao formaban el tándem titular por el centro por primera vez, aunque ya ambos tuvieran tiempo para conocerse en Valencia. El cuadro de Mendilibar era capaz de jugar con agresividad, de presionar muy arriba, pero restaba tanto tiempo por delante que todo podía suceder todavía.

El gozo infinito

Pero lo que sucedió fue que la felicidad se fue multiplicando por varias unidades hasta alcanzar el infinito en los minutos finales, concretamente cuando De Gea le regaló el balón a En-Nesyri, entre otras cosas porque el marroquí volvió a buscar el error en el minuto 81 y después, pese a la fatiga, definió con maestría con el golpeo a la primera. El balón entró muy lejos del poste de la portería del United y el sevillismo explotaba al unísono de júbilo. Concretaba su estado de felicidad en una locura de proporciones imposibles de imaginar en las mentes de todos ellos antes de comenzar la eliminatoria. Pero así es el fútbol, el Sevilla, en una especie de fútbol ficción que no tiene nada que ver con la realidad, era capaz incluso de no necesitar los dos goles de rebote de la ida en Old Trafford, aunque ésos tuvieron toda la validez del mundo, por supuesto que sí.

Sin embargo, el espectacular juego de los blanquirrojos conviene ser diseccionado un poco más. Porque Mendilibar ordenó jugar con su defensa más adelantada que nunca, corriendo riesgos, apretando para que el United se sintiera siempre ahogado y apenas fuera capaz de protagonizar algún acercamiento con peligro, salvo un cabezazo de Casemiro en un centro de Antony (35’) por buscar algo. Al contrario, quienes tuvieron las mejores opciones de incrementar su ventaja fueron los anfitriones. Una fue de Ocampos tras una rabona, sí una rabona, de Gudelj (26’), otra la tuvo Lamela (38’), después le tocaría a Suso (40’) y, por último, un disparo de Rakitic desde la frontal que salvó Casemiro (49’).

Fueron las que el árbitro, concretamente el del VAR, estimó como legales, porque en esa fase se produjo la anulación de un golazo de Ocampos tras un pase atrás de Acuña en el que había que hacer un acto de fe para creer en la veracidad de las líneas trazadas. También en la UEFA suceden estas cosas, pero lo cierto es que ese gol del minuto 40 no subía al marcador.

Entonces, en el intermedio, entraban en el campo Rashford, el añorado por muchos Rashford, y también Luke Shaw, pero, tranquilos, también ellos se rindieron ante la exhibición del hexacampeón. El Sevilla no subió en ningún momento el pie del acelerador y en poco tiempo sumaba un gol que tranquilizaba mucho los ánimos tanto en el césped como en la grada. Badé remataba un córner sacado por Rakitic (48’) y el balón botaba dentro de la portería tras tocar en el larguero. El francés, en su majestuoso salto, tocó el balón con el hombro y eso provocó una parábola letal, pero así también cuentan en el acta final.

El Sevilla, lejos de dar un paso atrás, siguió buscando sus oportunidades. Eso sí, lo hizo a través de una ordenada defensa para impedir que el United llegara siquiera a asustar a Bono. No llegó el 3-0 en un barullo en el minuto 52 de verdadero milagro y después Rakitic estuvo a punto de habilitar a En-Nesyri con un centro-chut durísimo. Hasta que llegó el regalo de De Gea a En-Nesyri para que la locura se instalase en el sevillanísimo barrio de Nervión, ése en el que está radicada la fe balompédica sevillista. ¡Menudo homenaje le brindaron los 14 futbolistas que sacó Mendilibar a esos casi 40.000 sevillistas que tuvieron la suerte de estar allí! Y a los que estaban en sus casas también, por supuesto que sí.

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