Opinión

Déjà vu

  • El paralelismo entre la salida de Camacho y Lopetegui, ambos ex seleccionadores, es grande y fueron sustituidos por dos argentinos con pasado en el club, Bilardo y Sampaoli; del primero ya se sabe cómo acabó...

Dijo el filósofo español Jorge Agustín Nicolás que quién olvida su historia está condenado a repetirla. Y ciertamente, si analizamos la historia de la humanidad, no le faltaba razón al sabio madrileño. Por eso, no está de más refrescar nuestra memoria, sobre todo cuando de repente algo dentro de ti de dice: “esto lo he vivido yo antes”. Y el miércoles, viendo el partido contra el Dortmund, experimenté de pronto un déjà vu, una lluvia de similitudes que me erizaron la piel.

El 2 de febrero de 1997 estaba sentado en la grada del Ramón Sánchez Pizjuán. El partido era a las 17:00 de la tarde, domingo, como era antaño. Aquel año el entrenador del Sevilla Fútbol Club era José Antonio Camacho, que, como Julen Lopetegui, también fue seleccionador nacional. Era la jornada 22 y el Sevilla ocupaba puestos de descenso. La situación era dramática. Jugábamos contra la Real Sociedad. Los tres puntos que se jugaban aquella tarde eran vitales para vislumbrar al menos la salida del pozo.

En el minuto 83 de partido el Sevilla ganaba 2-0, con dos goles marcados por Salva Ballesta, canterano que junto a otro como José Mari, estaban tirando a esa altura de un pesado carro. Como ahora Carmona y Kike Salas. Se respiraba alivio en Nervión. Aquella victoria iba a suponer oxígeno para los pulmones de un equipo, de un club que agonizaba. El partido acabó 2-3. Tres goles de la Real en cinco minutos, el 84, el 85 y el 90 helaron las gradas del Sánchez Pizjuán como nunca antes había visto. Aquel día se despidió a Camacho. 

José Antonio Camacho era, cuando González de Caldas lo fichó, el técnico de moda. Había hecho unas temporadas espectaculares con el Español y, la verdad, fue una gran ilusión para el sevillismo su fichaje. Se presentaba una temporada espectacular, con el técnico de moda y además con fichajes de esos que ilusionan por el nombre, pero que se convirtieron en pesadilla, como Prosinecki, Onésimo o Bebeto. Y sobre todo vino un jugador que, dicen, lo quería también el Real Madrid, como era Matías Almeyda, que apuntaba a estrella, como después demostró en la Lazio de Roma, pero que en aquella situación pasó por Nervión desapercibido. Muchos canteranos también, de esos que ponen corazón, como Jiménez, Rafa Paz, Martagón, Prieto. Y luego, una cantidad de jugadores de esos que no sabes qué hacen en tu club, porque dan la sensación de que están pero no están. Frikadas del tipo Colusso, Marinakis, Aranalde, Mornar, Rytter, Oulida. Personalmente, en este deja vu que estoy experimentando, esta sensación de ver a jugadores que están pero no la siento cada vez que veo a Telles, a Delaney, a Marcao, a Januzaj, a Lamela, a Suso, a Jordan. Ya me sucede hasta con Rakitic y Papu Gómez. Y todo aderezado con una brutal crisis institucional y lucha por el poder. 

Pero para colmo de similitudes, aquella negra tarde en Nervión el portero era Monchi, al que seguro no se le ha olvidado el gol del empate de la Real. Aquel 2 de febrero de 1997 Monchi lloraba sobre el césped del Sánchez Pizjuán, al igual que lo hacía el pasado miércoles junto a Lopetegui.

José Antonio Camacho se fue y la directiva del club, completamente desbordada por los acontecimientos, con un director general llamado Herminio Menéndez que no se enteraba de la película, decidió, para intentar salvar la dramática situación, recurrir a un entrenador argentino que ya había estado entrenando al Sevilla anteriormente. Me refiero a Carlos Salvador Bilardo. ¿Un entrenador argentino, que ya había estado antes, para salvar la situación? ¿No les suena de algo? Efectivamente, otra similitud, con la única e importante diferencia de que Jorge Sampaoli no llega en febrero ni en la jornada 22 del campeonato. Esperemos que las entrañas del club no estén tan mal como estaban en aquel 1997. Tan mal estaban que Bilardo se marchó a los 20 días de llegar.

Sinceramente, como sevillista que vivió y sufrió tan de cerca aquellos años penosos del Sevilla Fútbol Club, no sentía esta sensación de vértigo desde entonces. En cualquier caso, estoy seguro de que este deja vu que he sentido, que ha llevado mi memoria a aquella temporada 96-97, es sólo fruto de mi imaginación y que todas estas similitudes que observo entre la situación actual y aquel tiempo tan sólo son casualidades. Aunque, por si acaso, conviene no olvidar, no vaya a ser que el filósofo Jorge Agustín Nicolás tuviera razón.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios