Sevilla FC

Frenar la hemorragia de goles, prioritario

  • Caparrós, tras el impacto anímico positivo, debe centrarse en reducir los tantos en contra

  • Su peor Sevilla encajó 10 dianas menos a estas alturas

Caparrós dirige su segundo entrenamiento con el Sevilla.

En una situación como la que atraviesa el Sevilla, tras una racha de nueve partidos sin ganar, lo primero es levantar el ánimo del colectivo. A los jugadores se les ponen las orejas tiesas cuando llega un entrenador nuevo: el que juega porque puede dejar de hacerlo, y el que no juega porque puede tener su segunda oportunidad. Joaquín Caparrós ha llegado para eso y su primer paso ha sido la reactivación anímica, con mensajes públicos y privados, con gestos, dirigidos a lo anímico. Pero el segundo paso es meramente futbolístico y responde a la urgente necesidad de que el Sevilla deje de encajar goles con tantísima facilidad.

El fútbol no es como hace 15 ó 20 años. En ningún sentido. Hace 18, por ejemplo, cuando Caparrós se hizo con las riendas de un Sevilla recién descendido a Segunda División, fue muy llamativa su forma de entrenar. A los mensajes de alegría, de disfrute, unía algunos gestos en forma de ejercicios como el de la cuerda. Fueron muy llamativas sus sesiones en Isla Cristina en las que obligaba a los defensas a realizar movimientos coordinados asidos a una cuerda, para actuar como una línea perfectamente sincronizada. Hoy apenas dejan ver un resquicio del inicio de los entrenamientos, pues el fútbol se ha hermetizado en la sobreprotección de jugadores y técnicos ante la sobreinformación, muchas veces mal construida, que ofrecen las nuevas tecnologías. El smartphone bunkerizó el fútbol. Y, además, Caparrós hace ya años que dejó los gestos de escaparate como el de la cuerda.

Pero, aunque ahora la cuerda sea ficticia, el utrerano debe acorazar al equipo desde atrás. El técnico sevillista ha dejado claro que apenas va a introducir matices porque, a falta de cuatro partidos, todos los mecanismos tácticos están machacados, aunque en dos fases distintas, la de Berizzo y la de Montella. Ninguno de los dos ha hecho del Sevilla un equipo fiable defensivamente y ahí tiene trabajo táctico Caparrós.

Hasta la jornada 34, el Sevilla ha encajado en la Liga nada menos que 52 goles. Desde el descenso en la temporada 99-00, la antecedente a la llegada de Caparrós, no encajaba tantos goles el Sevilla. El de Marcos Alonso acumulaba a estas alturas de Liga 56, cuatro más, y llevaba cuatro goles anotados menos, 37 por 41. La diferencia de goles a favor y en contra (-11) es impropia de un equipo que lucha por meterse en Europa. Y eso es lo que debe corregir Caparrós, cuyos equipos, ateniéndonos a los datos en las cuatro temporadas que dirigió al Sevilla en Primera División, encajaban muchos menos goles que el actual.

En concreto, el Sevilla de Caparrós, siempre con una línea de cuatro defensas y un dibujo base de 4-4-2, encajó hasta la jornada 34 en su primera campaña en Primera, la 01-02, 39 goles, con 45 a favor (+6). En la siguiente, 02-03, llevaba a estas alturas 32 tantos en contra y 32 a favor; 42 y 49 (+7) en su tercera campaña desde el ascenso y 36, por 42 a favor (+6) en la última, la 04-05. Es decir, en la peor temporada en cuanto a goles encajados llevaba a estas alturas 10 menos que el actual.

La defensa, desde la errónea planificación, ha sido un dolor tanto para Berizzo como para Montella, que no han podido contar con Pareja y Carriço, apenas han podido hacerlo con Corchia, Kjaer ha sido como el Guadiana, y Carole incluso se quedó sin ficha. A esto se unió el baile de porteros y el recurso a Jesús Navas como lateral, con Escudero agotado en la izquierda y Layún sin convencer. Por ahí debe empezar Caparrós...

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