Paulo Dybala, la gran estrella de la AS Roma de José Mourinho, el jugador que responde a tal condición con números (16 tantos y 8 pases de gol en esta campaña), acelera su recuperación para estar presente en la gran final de la Europa League de este miércoles, en Budapest, ante el Sevilla. 

Mourinho dejaba la puerta entreabierta en el Media Day que siempre organiza la UEFA la semana antes de las finales: "Si puede ir al banquillo y ayudar un poco, ya será algo positivo". Y parece ser, según apuntan desde la Ciudad Eterna, que La Joya se vestirá de corto para intentar ser ese jugador desequilibrante que rescató a los romanistas de la eliminación.

Ocurrió el pasado 20 de abril en el Estadio Olímpico, el Feyenoord empataba a uno y hacía valer su 1-0 de la ida en los cuartos de final, pero entre un bosque de piernas neerlandesas, Dybala recibió la pelota en el área, hizo un mágico control orientado hacia su demoledora zurda y a la media vuelta, cayéndose, cruzó a la red del ya campeón de la Eredivisie, forzando una prórroga en la que la Roma fue muy superior (4-1).

Tres días después de esa fiesta de la parte giallorossa de Roma, el delantero de Laguna Larga sufrió una fuerte entrada del central argentino José Luis Palomino en el partido que la Roma perdió ante el Atalanta (3-1) y sólo jugó los primeros 26 minutos del partido.

Esa derrota en Bérgamo abrió una racha negativa del vigente campeón de la Conference League que aún no ha sido capaz de cortar en la Serie A, donde ha sumado cuatro de los últimos 21 puntos, con cuatro empates ante Milan (1-1), Monza (1-1), Bolonia (0-0) y Salernitana (2-2) y dos derrotas más, aparte de la del Atalanta: Inter (0-2) y la última el pasado fin de semana, ante la Fiorentina (2-1). Lógicamente, como en el caso del Sevilla de Mendilibar, Mourinho ha ordenado rotaciones que han mermado a la Roma en las últimas jornadas de la Serie A.

Paulo Dybala forzó su reaparición y volvió el 6 de mayo en el Roma-Inter, pero tras jugar sólo 19 minutos, no ha vuelto a actuar a pesar de que viajó a Leverkusen y se sentó en el banquillo en la vuelta de semifinales de la Europa League, el pasado 18. Eso mismo parece que hará en el Puskas Arena este miércoles, vestirse de corto. Sería un impulso moral para un equipo en el que es la gran estrella.