Sevilla FC | Análisis

Lopetegui, la presión exógena y la endógena

Lopetegui, muy crispado, durante el Granada-Sevilla.

Lopetegui, muy crispado, durante el Granada-Sevilla. / Antonio L. Juárez

Quizá sea la única manera en que sabe convivir con la competición el Sevilla, no sólo este equipo, sino todo su entorno, incluyendo en éste a su afición y la prensa que sigue su rendimiento en el día a día. Pero lo cierto es que resulta cuando menos curioso el estado de opinión generado sobre el cuarto clasificado de la Liga, con un partido por jugar, el aplazado puede que inoportunamente ante el Barcelona. Porque el equipo de Lopetegui, el menos goleado, está a tres puntos de los líderes Real Madrid, Atlético y Real Sociedad. El que quiera ver la botella llena, más allá de su mitad, incluso dirá que el Sevilla sería también colíder de haber ganado al actual Barcelona, que sí le gana en la clasificación del caótico estado de ánimo.

Las críticas al cuarto de la Liga

La realidad es que desde las redes sociales –el nuevo termómetro–, desde los comentarios de los aficionados a las radios o los análisis de los periodistas está transmitiéndose una crispación que es deuda directo de la que vivió el Sevilla en Granada, empezando por su entrenador. La normalidad del público acentúa la presión endógena y en el caso de Lopetegui puede que afecte a su forma de vivir los partidos, siempre encima de los jugadores, dándoles constantes órdenes, en su afán por controlarlo todo, algo que en el fútbol, donde el azar también juega, es materialmente imposible. Menos posible aún con el, afortunadamente recuperado, ruido ambiente. Y esos nervios del técnico también influyeron en el equipo.

En Granada, partido para el que los máximos responsables técnicos ocultaron la convocatoria hasta hora y pico antes, hubo de todo: gritos estériles del entrenador, futbolistas discutiendo entre ellos –Acuña y Óscar–, tánganas absurdas contra el crono –Ocampos, Diego Carlos...– y la tercera expulsión de la temporada. Y unas prisas al final que la crítica, con razón, achaca a esa falta de intensidad y al sesteo de la primera parte. Algo que, en esta ocasión sí, reconoció hasta el propio Lopetegui, siempre con matices y sacando su obsesión por la trascendencia del gol en contra, como si el otro equipo no pudiera marcar nunca.

Reflexión interna en el parón

En este contexto, Monchi salió a la palestra para escribir un mensaje que también ilustra sobre cómo está calando en el entorno de la primera plantilla y el cuerpo técnico esas críticas y ese estado de opinión, quizá exagerado. Pero el director deportivo sabe cuándo es el momento de enviar sus mensajes y ayer por la tarde vio uno de ellos.

El parón les va a venir bien al grupo y al propio Lopetegui para echar el balón al suelo –no siempre al pie, por favor– y reflexionar sobre una derrota y unas críticas que deben aceptar como naturales. Porque parece que la presión endógena, la que se echan encima el vestuario y el entrenador por ganar, está produciendo un bloqueo que les impide competir saben.

¿Es lógico esa forma tan contraproducente en que compitió el Sevilla en los minutos finales de Los Cármenes? ¿Y los aspavientos del entrenador, quizá acostumbrado al cómodo silencio de los estadios?

La igualdad de la Liga, otro factor

De trasfondo están las altas expectativas que el Sevilla de Monchi y Lopetegui, en su tercera edición, levantaron este verano coincidiendo con el proceso de igualación de la Liga. Desde el club siempre se ha rechazado ese rol de postulante al título que desde fuera le colgaron al Sevilla la Liga pasada, cuando estuvo metido en la pomada hasta las últimas jornadas, curiosamente después del peor inicio de Liga con Lopetegui. Pero el goteo constante de opiniones, o preguntas de periodistas, en ese sentido y la realidad de que los grandes siguen fallando traslada esa presión exógena al equipo. Lopetegui siempre habla de no mirar objetivos a largo plazo, mientras sus nervios también dejan entrever que le llega esa presión. Sobre todo por cómo tuerce el gesto en algunas ruedas de prensa...

La obsesión del fútbol control

Pero hay otro mal de fondo que sí tiene que ver con el juego en sí. El Sevilla siempre ha sido un equipo poco goleador, por sistema y por cualidades de la plantilla. El ataque continuado se hace estático con el fútbol control, el manoseo y balón al pie que tanto crispan al hincha. Pero es el sello de Lopetegui y le ha ido bien así en sus dos primeras temporadas, siempre defendiendo con resultados las críticas a ese fútbol que muchos entienden inferior a la capacidad de la plantilla. Esa presión externa sí la domina. Pero, ¿y la endógena?

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