El partido del Sevilla | Análisis

El histrión acaba con el pegamento

Informe táctco

Informe táctco / Departamento Infografía

La intensidad, convertida en caos en momentos puntuales y crispación en otros, impidió al Sevilla exponer su fútbol de control y posesión, ese rodillo que acaba aplastando a sus rivales desde la calma y el sosiego de tener el balón en su poder. El pegamento saltó por los aires con la concepción de fútbol loco y al límite que propugna José Bordalás, quien sabía que en ese ring no se iba a sentir cómodo el Sevilla. Cambió además el sistema sobre la marcha, puede que una medida incluida en la hoja de ruta, y utilizó una presión muy alta para convertir el partido en un ida y vuelta constante por el caos que devenía de las continuas fricciones y chispas que saltaban de cada duelo.

Lopetegui, desde el hotel, debía chillar ante el espejo, impotente por no poder increpar a Soto Grado ante la vehemencia de los valencianistas, que sabían muy bien dónde tenían que tocar la fibra a los nervionenses.

Informe técnico Informe técnico

Informe técnico / Departamento Infografía

Aun así, el Sevilla fue superior en algunas fases, sobre todo en la primera mitad, cuando sus jugadores supieron interpretar los mandamientos de su modelo, como el del extremo por dentro y el lateral por el pasillo exterior, como en el gol que propiciaron Ocampos y Montiel.

Defensa

Al sistema defensivo sevillista le incomodó ese ataque por oleadas de los locales. Sumó efectivos en zona adelantada el equipo de Bordalás y proponía duelos constantemente, con su consiguiente consecuencia, la proliferación de balones divididos. Ello crispó a algunos jugadores, como Acuña, que posiblemente salió del campo para evitar una expulsión que el Valencia buscaba.

La ausencia de Koundé obligó a cambiar el perfil de Diego Carlos, que mejoró luego en su izquierda habitual cuando Fernando se situó en el perfil diestro.

En el gol del Valencia una basculación pilló al equipo fuera de sitio y Montiel no llegó a tapar con consistencia el centro.

Ataque

La presión adelantada, más incómoda incluso con 4-4-2, del Valencia impidió al Sevilla mandar como le gusta. Los niveles de posesión cayeron, aunque el tipo de ataque que dio lugar beneficiaba a Ocampos, por ejemplo, y también a Rafa Mir, que cuerpeaba bien con los centrales y salía ganador casi siempre. El partido era arrancada y esprint y ahí se llegó a hacer fuerte también. Luego, con la salida de Tecatito, buscó más el balón al espacio y menos la conducción, pero el mexicano no estuvo preciso en alguna acciones.

Virtudes

No perder la cara ante la pelea que propuso el rival y competir siempre con las bajas que toquen. No hace mucho este tipo de partido era carne de derrota.

Talón de Aquiles

Es verdad que el Valencia planteó el caos, pero también fue demérito del Sevilla no llevar el partido al terreno que le convenía. Parar el correcalles y mandar. Aunque no era fácil.

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