Sevilla FC

El amigo de los títulos

  • Javi Navarro tuvo una despedida tan simbólica como emotiva y, al final, muy festejada. Ni tocó ni miró las Copas.

La primera vez que Javi Navarro tuvo cerca una Copa fue el 9 de mayo de 2006 en una sosa, feúcha e industrial ciudad del sur de los Países Bajos. En una espaciosa sala de prensa, la del Philips Stadion, el capitán sevillista estaba sentado a escasos dos metros de la Copa de la UEFA cuya propiedad durante un año iba a disputarse al día siguiente. Encima de un cajón de madera forrado en moqueta a modo de pedestal, el preciado trofeo era el objetivo de todos los curiosos presentes. Aficionados con privilegio para estar allí, periodistas, también directivos... la admiraban de cerca y se fotografiaban con ella. Javi Navarro presidía junto a Juande Ramos la conferencia oficial de prensa que, entre traducciones y demás, se prolongó por espacio de hora y cuarto aproximadamente. Durante ese tiempo -nervios de hielo- el hombre predestinado a levantar todos los títulos del Sevilla moderno no le echó ni siquiera una mirada a la Copa que un día más tarde recibiría de manos de Joseph Blatter.

Ayer, en el día que el sevillismo lo despidió en un homenaje en el que no faltó el gesto de Del Nido de bajarle los títulos a un cajón de madera forrado en moqueta como aquel pedestal que en Eindhoven presentaba la Copa de la UEFA, el gran capitán no miró ni una sola vez a los reclamos plateados que en el fútbol tanta pasión levantan (toda, en definitiva). Se fue del fútbol Javi Navarro como fue su personalidad mientras estuvo en él, pasando de muchas cosas que rodean a este deporte y quedándose con lo que a él de verdad le importó, el cariño de la afición y el de sus compañeros.

10 de mayo de 2006, Eindhoven; 25 de agosto de 2006, Mónaco; 8 de enero de 2007, Salzburgo; 16 de mayo de 2007, Glasgow; 23 de junio de 2007, Madrid; 19 de agosto de 2007, Madrid. Una relación de fechas con sus localizaciones que entraron de lleno en la historia del Sevilla y también en la de Javi Navarro. Seis títulos que alzaron, incluido el primer baloncito dorado en la cuna de Mozart, los brazos de un profesional que quedará en el corazón de los sevillistas. Títulos que para este valenciano son importantes, pero cuya gloria no vale más que la que supone sentirse querido por la afición y por un grupo de futbolistas a quienes lideró en un vestuario.

El Sevilla pidió permiso a la LFP para que su equipo apareciera en el terreno de juego antes que el Deportivo -no como a la antigua usanza, porque antes era el rival el que se adelantaba- para que el acto tuviera la carga emotiva y el boato que la ocasión merecía. Los abrazos, uno por uno y empezando por Palop, se sucedieron entre los aplausos de una afición emocionada y agradecida. El testigo con el portero, valenciano también como él, tomó carácter oficial y con la grada los mensajes recíprocos de agradecimiento casi podían palparse en la ventosa tarde-noche nervionense.

Los títulos ni los tocó ni los miró. Planeaba la duda cuando las Copas hicieron su aparición portadas por niños ataviados con las equipaciones que el Sevilla lució en cada final si el gran capitán las alzaría una a una ante el júbilo de un abarrotado Sánchez-Pizjuán. Pero estaba muchísimo en juego y ya se sabe lo que se piensa en esta ciudad con estas cosas, que no se puede tentar a la suerte. Hubo sufrimiento, pero nadie dijo que fuera a ser fácil. El grito desgarrado llegó en el último minuto, como más gusto da. Como más se celebra. Como se celebran los títulos y como se merecía Javi Navarro. El gran capitán.

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