Sevilla-Real Madrid

El equipo que más respeta al Real Madrid (0-1)

  • El Sevilla diserta un manual de impotencia contra un campeón de Liga que ha sido zarandeado con claras ocasiones por otros equipos

  • Los madridistas pudieron marcar antes del primer minuto y ganaron con absoluta comodidad

  • Así te hemos contado el partido

Vinicius se anticipa a Bono para dejar al marroquí con el molde y marcar el gol del triunfo.

Vinicius se anticipa a Bono para dejar al marroquí con el molde y marcar el gol del triunfo. / Antonio Pizarro

Decepcionante actuación del Sevilla contra el Real Madrid. El equipo de Julen Lopetegui no sólo perdió con la titubeante escuadra de Zinedine Zidane, que ya es un hecho negativo en las actuales circunstancias, lo peor fueron las sensaciones que transmitió, su incapacidad para atreverse a ir a por el gigante para zarandearlo. El cuadro nervionense sí podrá tener un título honorífico a partir de este momento: el equipo que más ha respetado al Real Madrid.

Por supuesto que cada partido de fútbol es un mundo y no hay dos exactamente iguales por muchas similitudes que se puedan hallar en un momento determinado, pero este Real Madrid ha sido capaz de perder en el presente curso con el Cádiz, el Valencia, goleado, el Alavés, dos veces con el Shakhtar. Encima llegaba al Ramón Sánchez-Pizjuán sin su líder espiritual, Sergio Ramos, tampoco con muchos lesionados de cierto nivel como Hazard o Carvajal… Y, para colmo, después de perder en menos de siete días frente a Alavés y Shakhtar, éste en una cita con muchas cosas en juego. Pero ni siquiera todo esto fue una invitación para que el Sevilla saliera a plantearle el pulso de tú a tú. Todo fue una sensación de respeto extrema, de no soltar amarras, sólo ya en el tramo final.

Es el regusto que le queda a todo aquel que sienta en sevillista, cabe suponer que incluso al entrenador y al director deportivo de la entidad, Monchi, que por qué un Sevilla con tanto potencial no fue capaz de dar ese paso adelante en ningún momento para tratar de aprovechar las debilidades del gigante, entre otras cosas porque éstas son bastante evidentes en este tramo del curso. No, fue todo lo contrario lo que sucedió en el Ramón Sánchez-Pizjuán en esta tarde tan soleada como fría de diciembre.

El Real Madrid ya había tenido su primera oportunidad clara de ponerse por delante sin que los futbolistas hubieran tenido tiempo siquiera de sudar. Apenas 55 segundos consumidos, Rodrygo entra como si transitara por una autopista por el costado izquierdo de la zaga nervionense, Vinicius traza una diagonal para anticiparse a una defensa contemplativa y la suerte para el Sevilla es que el disparo del brasileño, como suele ser habitual en él, se va demasiado cruzado y todo se queda igual que estaba.

¿Fue buena la suerte para los anfitriones o cabría considerarla incluso como mala en este caso por no haber recibido el tanto tan pronto? Uff, eso pertenecerá siempre al fútbol ficción y será indemostrable, por tanto, pero igual un inconveniente así tan pronto hubiera servido para mover el árbol y despertar a los anfitriones. No fue así y la más fehaciente prueba de que todo seguía igual fueron las opciones en el arranque de los madridistas, sobre todo en un despiste de Bono a la hora de sacar el balón jugado desde atrás que no fue aprovechado por Benzema porque Diego Carlos se le anticipó en el salto.

Cinco minutos contabilizados en los cronómetros y el Real Madrid ya había podido anotar dos tantos en el marcador, algo que no consiguió sencillamente por su incapacidad ante la portería rival, el mal que están padeciendo los de Zidane desde que Cristiano Ronaldo hiciera las maletas con destino a Turín. Pero eso pertenece al análisis de Florentino y los suyos, la cuestión aquí es desglosar los porqués de que este Sevilla fuera tan timorato e incapaz en todo momento de acercarse a Courtois con intenciones más aviesas de hacerle daño.

El Sevilla, con esos titulares a los que Lopetegui había dejado descansar el pasado miércoles contra el Chelsea, además de Jesús Navas, Diego Carlos y Rakitic, que sí repetían, era un quiero y no puedo. Trataba de tener la pelota y siempre se sentía intimidado por la presión del rival; intentaba buscar directo a De Jong y jamás el holandés iba a tener algún acompañante para aprovechar los rechazos; buscaba a Ocampos y éste se enredaba en mil bicicletas para acabar perdiendo la pelota; y sí, jamás intentaba buscar la izquierda, donde Aleix Vidal era nulo en el aspecto ofensivo y también sufría cuando lo atacaba Rodrygo.

Los sevillistas sí intentaron rebelarse en esa fase con el mismo elemento de ataque que su adversario, es decir, presión muy arriba para robar la pelota cerca de Courtois, pero no fueron capaces de aprovecharlo para crear ni una sola ocasión nítida digna de ser reseñada en este relato de los hechos. Sí, recuperaciones y pérdidas por parte y parte sin que nadie sacara mucho provecho de ello. Todo lo más, una mano no pitada a Nacho cuando impidió un internada de Ocampos, pero era tan poquita cosa…

La sensación al descanso era que el Real Madrid estaba mucho mejor plantado que el Sevilla, aunque cabía esperar que éste sacara algo de raza con posterioridad para meterle el miedo en el cuerpo al gigante. En absoluto, ante la lesión muscular de Munir, la apuesta de Lopetegui fue por el control en el centro del campo a través de Óliver Torres. Los suyos seguían teniendo más la pelota, incluso con los cambios de orientación del extremeño, pero todo era para nada. Sólo una chilena de De Jong en un centro de Jesús Navas que le salió muy centrada.

Y el cántaro se iba a romper pronto, concretamente en el minuto 55. Basta con una apertura a la primera de Benzema a Mendy para pillar todo el entramado defensivo descolocado. El lateral francés centra, Bono se cree que ya va a embolsar el esférico con tranquilidad, pero es Vinicius, sí Vinicius, quien se estira para rozarlo y despistar al guardameta marroquí.

Cero a uno, minuto 55, restaba mucho tiempo por delante aún, pero ni siquiera en esa adversidad fue capaz de meterle ritmo de verdad el Sevilla. Lopetegui sí buscó algo nuevo con un triple cambio, pero la verdad es que no se supo qué sobre el césped, porque el Sevilla, pese a su control absoluto, se estrellaba una y otra vez contra un Real Madrid al que ya le había subido la autoestima. Lo más cerca que estuvo el empate fue en un disparo de rosca de Suso y en una chilena de Ocampos, pero fueron fuegos de artificio, ningún mano a mano, ninguna opción errada de verdad. Eso sí, el Sevilla de Julen Lopetegui se hizo acreedor al título honorífico de equipo que más respeta al Real Madrid y con los titulares descansaditos tras no fatigarse contra el Chelsea.

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