Sevilla-Barça

Sin tensión sólo sale un simulacro de partido

Sergio Ramos, que con otros rivales no se muestra tan colaborativo, le tiende la mano a Lewandowski para ayudarlo a levantarse .

Sergio Ramos, que con otros rivales no se muestra tan colaborativo, le tiende la mano a Lewandowski para ayudarlo a levantarse . / Juan Carlos Muñoz

Analizar desde el punto de vista futbolístico un partido en el que no hay tensión competitiva siempre va a resultar engañoso. Muchos jugadores del Sevilla salieron a jugar andando, lo que propició unos primeros minutos sin un mínimo de ritmo y rayando la desvergüenza. El primer ejemplo fue una pelota que le quitaron por detrás a Soumaré, tremendamente pasota en el arranque, que trajo la primera ocasión clara del Barcelona. Después, en el gol de Lewandowski, el francés se quedó descolgado rompiendo el fuera de juego y en el segundo palo estaba, aparte del polaco, otro rival solo para rematar, Fermín.

Las críticas al consejo arreciaban y ello quizá zamarreó las conciencias, pues hasta entonces apenas Lukébakio y Sergio Ramos en algunas acciones defensivas, mostraban dosis de vergüenza torera. Y ese porcentaje de posesión de los azulgrana escandaloso en los primeros minutos –se pasaban el balón a cinco metros sin que nadie los acosara– fue disminuyendo conforme pasaban los minutos para dar paso a un primer tiempo más animado, aunque el ritmo cayó otra vez en la segunda mitad, con una nula tensión por parte de los jugadores del Sevilla que dio lugar a situaciones muy llamativas, como el Barcelona tocando al borde del área de Nyland sin que nadie saliera a morder. Ni un simulacro de partido. Peor...

Defensa

El equipo salió tremendamente laxo. Tuvo fases de apretar, pero la cabra tiraba al monte. De alguna forma podía entenderse después de las fatiguitas y las angustias que se han pasado durante toda la temporada, pero el escudo hay que defenderlo con rabia hasta el final y la profesionalidad hay que defenderla siempre.

Es evidente que sin Isaac la primera línea de presión retrocede muchísimo, pero la tendencia a recular fue en algunos momentos escandalosa. Los jugadores del Barcelona se llegaron a pasar el balón a cinco metros y se lo devolvían unos a otros sin que ningún jugador blanco hiciera nada por interponerse entre ambos rivales.

Evidentemente, hubo futbolistas que se rebelaron ante esta pasividad, como Kike Salas, quien salió con el hacha cada vez que pudo hasta que vio la amarilla. Pero la actitud de algunos como Soumaré, sobre todo en algunos momentos, fue un insulto a la grada.

Ataque

Lukébakio fue quien animó a su manera el frente de ataque y cuando el partido se abrió, el Sevilla volvió a demostrar que va mejor hacia delante que hacia atrás. A su manera, en contraataques y balones largos de Nyland, de Kike Salas y alguno de Agoumé, los de Quique Sánchez Flores inquietaron y se fabricaron ocasiones.

En la segunda parte, el Sevilla volvió a relajar la mandíbula y el Barcelona tuvo el balón todo lo que quiso en terreno de un equipo que sólo se estiró a la contra.

Virtudes

Hablar de virtudes en un partido y en una temporada así puede sonar delirante.

Talón de Aquiles

Es difícil mantener la tensión cuando se ha perdido el estímulo competitivo. Ni en pretemporada, pues ahí está el ganarse el puesto. Pero el amor propio y el escudo...

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