Sevilla-Barcelona | La crónica
  • El Sevilla cae también ante el Barcelona y acumula cuatro partidos consecutivos desde que se asegurara la permanencia en Primera

  • El partido tuvo un juego agradable en un tramo del primer periodo, pero los sevillistas no aprovecharon sus opciones

  • Así le hemos contado el Sevilla-Barcelona

Otra derrota en el cierre para no perder la costumbre (1-2)

En-Nesyri se lamenta en una jugada detrás de Ter Stegen. En-Nesyri se lamenta en una jugada detrás de Ter Stegen.

En-Nesyri se lamenta en una jugada detrás de Ter Stegen. / Juan Carlos Muñoz

Cuatro derrotas consecutivas para el Sevilla desde que alcanzara la puntuación necesaria para mantenerse en la Primera División. Villarreal, Cádiz, Athletic y Barcelona para ponerle el fiel epílogo a lo que ha sido un curso muy triste para todos los sevillistas, una campaña que arrancó con la presencia en la Liga de Campeones gracias al milagro de José Luis Mendilibar en la séptima Liga Europa y que se finiquita amargando a quienes sienten la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión.

Decimocuarto al final en el campeonato liguero cuando los números apuntan a que partía como el cuarto presupuesto del torneo, aunque esto no sea una ciencia exacta, pues esas cifras dependen de haber sido manejados con solvencia en los años anteriores, cuestión que no es el caso en este Sevilla Fútbol Club Sociedad Anónima Deportiva.

La palabra fracaso está más que justificada en el análisis global del apartado deportivo, seguramente también en el económico y en otras cuestiones relacionadas con la entidad que ahora preside, ya con nombramiento oficial desde los últimos días de 2023, José María del Nido Carrasco. El fracaso es rotundo, sin ninguna justificación posible, y la mejor manera de ejemplificarlo era como se produjo en este Sevilla-Barcelona, con la afición entrando al choque diez minutos tarde en señal de protesta y también, por supuesto, con una nueva derrota, otra más.

Es el tiempo para todo tipo de balances, para los análisis sosegados, para poner los puntos sobre las íes, pues en el mundo del fútbol siempre se remite recurrentemente al final de los campeonatos y nada más que concluyen éstos, en caso de malos resultados, como con este Sevilla, se trata de saltar al futuro con prontitud para que no haya ningún debate posible. 

Pero también conviene hablar en esta crónica de lo que fue este Sevilla-Barcelona, una vez expuesto en el preámbulo un análisis algo más global de la situación. 

Suspenso en el curso y después un buen ratito de fútbol 

Y después de proclamar a los cuatro vientos el suspenso más absoluto para este Sevilla, y todos los que lo dirigen, sin excepción ninguna, hay que apuntar que los dos equipos llegaron a echar un buen ratito de fútbol en la primera mitad, sólo en un tramo de ella. Los dos equipos estaban relajados, conscientes de que no había nada en juego más allá de echarle un buen cierre al curso balompédico 2023-24 en la Liga española, y depararon un buen espectáculo en el que las defensas fueron prácticamente inexistentes a partir del empate conseguido por En-Nesyri en torno a la media hora.

Lukébakio dispara a puerta ante Koundé en la jugada en la que debió cederle el balón a En-Nesyri. Lukébakio dispara a puerta ante Koundé en la jugada en la que debió cederle el balón a En-Nesyri.

Lukébakio dispara a puerta ante Koundé en la jugada en la que debió cederle el balón a En-Nesyri. / Juan Carlos Muñoz

Antes tampoco había habido demasiada tensión defensiva por parte de los nervionenses, pero como apenas habían llegado a las cercanías de Ter Stegen se transmitía una sensación diferente en la otra parte del campo. No era así, el Barcelona tampoco estaba para mayores esfuerzos a la hora de proteger al guardameta alemán y el tramo final del primer periodo se iba a convertir en un verdadero carrusel de ida y vuelta.

Los azulgranas lo intentaban a través del toque, mientras que los locales lo hacían por la vía del vértigo en cada contragolpe que tiraban tanto En-Nesyri como, principalmente, Lukébakio. La cuestión es que el marcador se pudo ir fácilmente a un 4-4 en el intermedio, pero entre los postes y las intervenciones de los guardametas lo impidieron. 

Por ejemplo, Lukébakio tuvo un cabezazo picado excelente en un pase de Ocampos que se fue a la base del poste con Ter Stegen batido (45'). También Cancelo remató al poste, aunque en este caso lo defendía bien Nyland (44'). Sí habría sido gol seguro un disparo de Pedri a la cruceta minutos antes después de una jugada mal defendida por Agoumé ante Fermín (37').

Ida y vuelta 

Fueron las acciones más destacadas en ese ida y vuelta del final, pero también Lukébakio tuvo una internada en la que no vio que En-Nesyri estaba en solitario para remachar y prefirió disparar él cruzado cuando el 2-1 parecía fácil (46'+). Nyland, en el arranque, le hizo un paradón a Pedri en un remate a bocajarro.

Aunque sea desordenado, de manera voluntaria, es el relato de un partido que se había vuelto loco después de que pareciera que el Barcelona iba a ejercer un dominio absoluto, sobre todo por las circunstancias que deparaba el arranque y que acababan con un gol demasiado fácil de Lewandowski al primer cuarto de hora (15').

Eran los momentos en los que los aficionados acababan de acceder a sus asientos en las gradas entre protestas y todo parecía conducir a una noche de ruina del Sevilla, una más en el presente ejercicio y que amenaza con ser más en el futuro. Pero no, el cuadro de Quique Flores se fue animando a través de la vía de la velocidad, sobre todo de Lukébakio, y no sólo emparejó el choque con un excelente pase de Soumaré a En-Nesyri sino que fue capaz de mantener el pulso en alto a partir de ese momento.

Una de las pancartas de protesta contra los dirigentes del Sevilla FC SAD. Una de las pancartas de protesta contra los dirigentes del Sevilla FC SAD.

Una de las pancartas de protesta contra los dirigentes del Sevilla FC SAD. / Juan Carlos Muñoz

Tanto Quique Flores como Xavi, en la despedida de ambos de los banquillos de ambos clubes, habían apostado por sus mejores hombres sobre el papel, aunque en el caso del azulgrana también tenía disponibles a Raphinha y Joao Félix. Al principio, los anfitriones, con ese esquema y con los dos medios centro defensivos con menos ganas de la cuenta de correr hacia atrás, parecía que ni siquiera iban a pelear, sobre todo cuando Soumaré perdió un balón absurdo en el minuto 2 en la presión visitante, pero fue un espejismo y el partido sí iba a estar agradable finalmente para quienes habían optado por asistir al espectáculo en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Inferioridad tras el intermedio

La segunda mitad iba a ser completamente distinta. El Sevilla dejó de correr tanto para recuperar la pelota como en las transiciones ofensivas y eso condujo a que el Barcelona, ya con Oriol Romeu en la cancha, tuviera la situación mucho más controlada en todo momento. El balón iba de un lado a otro en poder de los visitantes y el primer aviso llegó en un paradón de Nyland a Fermín (53').

El segundo, también a través del futbolista onubense, acabó en gol ante la pasividad de todos los elementos sevillistas que estuvieron cerca del balón, particularmente Juanlu al tapar y Badé al observar el disparo desde el borde del área. Nyland no llegó y ya todo sería un quiero y no puedo por parte de los blancos.

Sólo un remate al poste de En-Nesyri con escaso ángulo (74') pudo evitar la derrota del Sevilla, que también tuvo una falta perfilada para un zurdo y que Sergio Ramos lanzó con cero peligro ya en el tiempo de prolongación.

No había manera, el epílogo se correspondía con todo el nudo de la obra y el Sevilla se despedía con cuatro derrotas seguidas, decimocuarto y con la tristísima sensación de que se ha acostumbrado a perder. El trabajo es arduo para sus dirigentes si quieren que la temporada próxima no sea aún peor que ésta. Allá ellos con sus decisiones, que serán muchas y trascendentales.

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