Sevilla FC | Amistoso de pretemporada

Con victorias, el plan de Lopetegui entra mejor

  • El Sevilla, con más altibajos esta vez, remonta ante el Hoffenheim para elevar a seis su pleno de triunfos estivales

  • Banega, el mejor junto a Jordán, firmó el gol del triunfo de cabeza

Banega acaba de hacer el 1-2 y lo celebra con Munir, Ocampos y Jesus Navas.

Banega acaba de hacer el 1-2 y lo celebra con Munir, Ocampos y Jesus Navas. / Armando Babani (Efe)

Seis partidos de pretemporada y otras tantas victorias. Cuando en un par se semanas eche a andar el fútbol de verdad en Cornellà todo partirá de cero, pero mejor que un proyecto embrionario, como es el que están modelando Julen Lopetegui en la hierba y Monchi en los despachos, cobre forma a golpe de triunfos. Las victorias dan credibilidad cara a la opinión pública, despiertan la ilusión en el aficionado, generan una buena onda que siempre viene bien en el día a día, mientras los jugadores se van conociendo y acoplando al engranaje, y sobre todo, inyectan confianza en éstos, que son los que interpretarán la partitura al fin y al cabo.

Y la pieza que ensayó el Sevilla, justo es decirlo, no sonó redonda, no lo hizo tan afinada como el pasado fin de semana en Maguncia. Esta vez hubo altibajos, el equipo tuvo una fase de dudas entre un brioso arranque y su mejorada segunda parte. Seguramente, esa media hora larga de franco dominio de los alemanes es la que va a repasar Lopetegui en vídeo con sus chicos.

Alguno podría pedir explicación al hecho de salir con Kjaer y Carriço como pareja de centrales 115 millones de euros despúes. Y la respuesta, en la sesera de Lopetegui, podría reposar en la necesidad del vasco de calibrar la profundidad de sus efectivos defensivos. Palpar hasta dónde llega el nivel mínimo en la retaguardia para obrar en consecuencia.

Y las sensaciones defensivas no fueron las mejores en la primera parte. El Hoffenheim le recetó al Sevilla la misma medicina que él administró con tanto éxito a Liverpool, Everton o Mainz 05, a saber, una presión asfixiante, audaz, a la salida del balón en corto que ensayaron los de blanco hasta que se rindieron y apelaron al balonazo a De Jong o Munir, que fue pronto.

Esa capacidad para hostigar a los zagueros rivales viró más al azul que al blanco hasta el intermedio. Salvo los primeros diez minutos, en los que Lucas Ocampos, de nuevo en la derecha, dibujó otra poderosa galopada hasta la línea de fondo que acabó en un envenenado balón raso al corazón del área. Ocurrió en el minuto 7 y lo propició la conexión del argentino con Jesús Navas, cada vez más maduro en las triangulaciones pegado a la cal.

En esa puesta en escena, volvió a llamar la atención el criterio y el recorrido de Joan Jordán, que tan pronto hacía una talentosa ruleta en la esquina izquierda del ataque como ejercía de cuarto hombre en la presión, junto a Munir, De Long y Ocampos, para apretar al mismísimo portero.

Ocurrió que los germanos, más rodados, no se arrugaron y también trataron de buscarle las cosquillas al Sevilla cuando trataba de salir en corto desde muy atrás. En el minuto 13, Carriço cometió el primer error grosero y Rudy conectó un chut raso y ajustado al que respondió Vaclik con un paso adelante y un brazo recio que desvió el cuero (13’). A partir de ahí, el Sevilla no volvió a salir más hasta el minuto 40, que empató.

La zona blanda afloró sobre todo entre Escudero y Carriço, en el carril del ocho. Se echó de menos que Gudelj, el medio de cierre anclado, acudiera en auxilio a obturar esa vía de escape. Geiger, dos minutos después, también se topó con Vaclik tras colarse por el mismo pasillo.

Tal fue el acoso de los azules, que Kjaer optó por la patada a seguir, sin el mínimo éxito en los saltos de De Jong y Munir. En otra embestida llegó ese balón rebotado en un brazo de Jordán que Grifo transformó a lo Panenka desde los once metros (29’).

El problema del Sevilla estribaba en sacar la pelota de la zona caliente, pero en cuanto lo pudo hacer, pilló a los alemanes demasiado ensimismados en su superioridad. Y Banega filtró un pase al desmarque de Escudero, que ganó la línea de fondo y asistió atrás a Munir. El hispano-marroquí no remató con limpieza, pero Hübner, en su intento de despeje, lo que hizo fue un autogol.

Incluso se pudo marchar el Sevilla al descanso en ventaja en la única acción brillante de De Jong en el primer acto, habilitando a Munir para que éste conectara un zurdazo seco y raso que el guardameta Baumann acertó a desviar (42’).

Tras los consejos de Lopetegui al paso por el vestuario, Gudelj se incrustó más como un tercer central en la salida del balón, con Diego Carlos –Kjaer se volvió a lesionar en el minuto 25– y Carriço más abiertos. El Hoffenheim ya no apretaba tanto ni tan bien y Jordán y Banega acabaron enseñoreándose de la zona ancha. Precisamente el argentino cabeceó con inopinada maestría un balón que le llovió del cielo en una disputa de De Jong tras un saque de banda de Escudero. La parábola acabó estrellando la pelota en la parte interior de la cepa y se coló.

Lopetegui aceleró en su carrusel de probaturas: Pozo y Kounde por Gudelj y Carriço, cambio de 4-3-3 a 4-4-2 y tanto Pozo como Ocampos, éste en su esquina favorita, la izquierda, dando trabajo junto a la cal y frenando la reacción local. Luego, Ben Yedder por De Jong y Óliver Torres por Munir (74’) para volver a un único punta y dos medios esta vez.

Todo sea por ir encajando las piezas. Ver dónde rinde mejor cada cual. Ver qué hace falta con preferencia. Es tiempo de ajustar y perfeccionar lo imperfecto, que bien que afloró sobre todo en esa confusa media hora de la primera parte. Desde luego, a golpe de victorias, que es como avanza este Sevilla, todo lo que ensaye Lopetegui entrará mejor.

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