Desde mi córner

Hay vida y también esperanza, pero...

  • Un gol de Iñaki Williams sobre la campana deja muy bajo mínimos las aspiraciones del Sevilla

Jarro de agua helada el de anoche en Nervión mediante una derrota tan inoportuna como inesperada. No es el Sevilla muy proclive a desperdiciar cartuchos trascendentes, pero sucedió anoche y ahora ya se ve como una entelequia lo que parecía asequible y, desde luego, más cerca que nunca. Tampoco habría solucionado algo el empate, pero el golazo de Iñaki Williams sobre la última campana acabó con muchas ilusiones en Dato.

Emboca el Sevilla la partida como con toda la cuerda dada ante un Athletic Club ciertamente circunstancial y que se pone en cancha con demasiados complejos aflorándole. Dicen que el más necesitado es muy probable que se haga con el botín y la sensación es que el equipo de Lopetegui va a resolver más pronto que tarde, mientras que el rival apenas llega a Bono y, además, se queda sin Raúl García, uno de sus argumentos más ofensivos, al cuarto de hora de juego.

El campo parece volcado hacia Unai Simón, pero será éste el que mantenga en pie a su equipo con tres sensacionales intervenciones ante En-Nesyri, sobre todo en un testarazo a quemarropa que aborta en la raya. Con Acuña haciendo estragos a babor, a estribor produce más Suso que Navas, pero el gol no llega, el Athletic va despojándose de complejos y al descanso se llega con las fuerzas más equilibradas, pero creyendo que ese gol local que tanto se anhela ha de llegar.

Pero nada que ver las sensaciones con lo que va a ocurrir en un segundo tiempo de quiero y no puedo sevillista para que Marcelino mejore ostensiblemente a su tropa con los relevos. Con más corazón que cabeza, el Sevilla asedia a Simón de forma inocua, los nervios afloran, el reloj apremia, Lopetegui quema las naves, prescinde de Diego Carlos y bien que se notará en la contra de Sancet que define Williams. Hay vida, ergo no falta la esperanza, pero las cosas no son como eran.

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