La excesiva preocupación por un defecto puede crear adicción a la cirugía estética

La búsqueda del cuerpo diez encubre problemas de insatisfacción o autoestima

José Manuel García Arroyo.
Paola García

Mente, 29 de abril 2010 - 01:00

La autoestima es un sentimiento cuya base se encuentra en la aceptación propia, incluyendo cualidades tanto físicas como mentales. "Dicho sentimiento puede quebrarse porque se contemplan defectos en el cuerpo propio y entonces es cuando se considera la posibilidad de cambiarlo, mediante los medios estéticos que actualmente se hallan a nuestro alcance como es la cirugía estética", explica el doctor José Manuel García Arroyo psiquiatra y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla.

La cirugía es precisamente uno de estos métodos de mejora estética, pero según defiende el especialista, se trata de una intervención quirúrgica que puede presentar una serie de inconvenientes o complicaciones, como cualquier operación (dolor, infección, anestesia) aunque actualmente se intente llevarlos al mínimo. "De ahí que haya que valorarla como una alternativa que no siempre es aconsejable y no lo es particularmente cuando la persona encuentra en sí misma defectos que son prácticamente inexistentes", apunta el doctor García Arroyo.

En este sentido, el experto recuerda a una paciente que fue a su consulta y le llevaba las fotos seriadas de todas sus intervenciones de nariz y con ninguna de ellas había quedado contenta. En tales casos, "estamos hablando de un problema psicológico o psicopatológico que actualmente recibe el nombre de dismorfofobia y entendemos por tal, la preocupación por un defecto corporal imaginario o bien, la exageración de una deformidad mínima", describe. En estos casos extremos, el sujeto puede obstinarse en la veracidad de sus faltas y ser imposible de convencer de lo contrario. Además, este trastorno causa a la persona un gran sufrimiento y altera su funcionamiento a nivel social, laboral, de pareja, etc. En los casos más graves puede impedir al implicado el contacto con el medio con el consiguiente deterioro. Detrás de estos casos se encuentran grandiosas expectativas en relación a la morfología corporal, de tal manera que siempre hallan un defecto, aunque este sea inapreciable por los demás; "podríamos decir que aspiran a un ideal físico imposible de alcanzar. Esto es lo que coloquialmente se denomina cuerpo diez".

Sin obviar el beneficio que las operaciones estéticas pueden tener para aquellas personas que, presentando un adecuado equilibrio emocional, han querido cambiar algún aspecto de su físico con el que se sentían incómodas, "estas intervenciones son útiles cuando la deformidad es considerable o llamativa y no permite el libre fluir del individuo en la sociedad, interrumpiendo las relaciones sociales o personales", defiende el doctor José Manuel García.

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