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En España, una práctica aparentemente inofensiva se ha convertido en motivo de preocupación para las autoridades y expertos en salud pública. Algunos vecinos han optado por esparcir azufre en las esquinas y columnas de las calles con el objetivo de disuadir a las mascotas de orinar en estos lugares. Sin embargo, esta acción, lejos de ser una solución, representa un grave peligro para la salud tanto de animales como de personas.
La Guardia Civil ha lanzado una advertencia a través de sus redes sociales, alertando sobre los riesgos asociados a esta práctica. Los efectos del azufre en la vía pública pueden ser devastadores, causando desde problemas respiratorios hasta lesiones cutáneas graves.
El uso indiscriminado de azufre en espacios públicos puede provocar una serie de problemas de salud, entre los que se destacan: úlceras en la piel, dificultades respiratorias, inflamación de la mucosa nasal, traqueobronquitis o asma.
Estos efectos no se limitan a los animales, sino que también afectan a las personas, especialmente a niños, ancianos y aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos. La toxicidad del azufre en el ambiente urbano representa un riesgo significativo para toda la comunidad.
En España, la legislación sobre tenencia responsable de mascotas varía según la comunidad autónoma y el municipio. Sin embargo, la mayoría de las normativas establecen la obligación de los dueños de recoger los excrementos de sus animales y mantener la limpieza de los espacios públicos.
El problema de los orines y excrementos de mascotas en las calles es una preocupación recurrente en muchas ciudades españolas. Según un estudio realizado en 2022 por la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), el 78% de los españoles considera que la presencia de excrementos caninos en las vías públicas es un problema grave.
No obstante, la búsqueda de soluciones no puede poner en riesgo la salud pública. El uso de azufre como repelente no solo es ineficaz a largo plazo, sino que además constituye una práctica ilegal en muchos municipios.
Ante esta situación, las autoridades y expertos en convivencia urbana proponen una serie de alternativas más seguras y efectivas. Un ejemplo es la instalación de pipicanes, áreas específicas para que las mascotas hagan sus necesidades, equipadas con dispensadores de bolsas y contenedores especiales. También destaca el uso de repelentes naturales, plantas aromáticas como la lavanda o el romero pueden actuar como disuasorios naturales sin representar un peligro para la salud.
En España, ciudades como Barcelona han implementado con éxito algunas de estas medidas. En 2023, el Ayuntamiento de Barcelona reportó una disminución del 30% en las quejas relacionadas con excrementos caninos tras la instalación de más de 100 nuevos pipicanes y la intensificación de las campañas de concienciación.
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