"Sonríe, aunque no tengas motivos": el gesto universal que calma la mente y fortalece los vínculos
En el Día Mundial de la Sonrisa hablamos con Pilar Ariza, psicóloga e instructora de Mindfulness en Sevilla, sobre los beneficios de sonreír y cómo este simple gesto puede convertirse en un antídoto frente al estrés
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El primer viernes de octubre se celebra el Día Mundial de la Sonrisa, una ocasión para recordar la importancia de un gesto tan cotidiano como profundo. Para comprender mejor su impacto, conversamos con Pilar Ariza, psicóloga e instructora de Mindfulness en Sevilla, quien lleva más de diez años enseñando a meditar y a gestionar las emociones desde la atención plena.
Ariza no siempre estuvo vinculada a este mundo. Durante años trabajó como arquitecta hasta que, en medio de una crisis personal, descubrió la meditación y la psicología humanista. Esa experiencia la transformó tanto que decidió cambiar de rumbo profesional y fundar Mindfulness Sevilla, donde hoy imparte programas de reducción del estrés, talleres y retiros.
Sonreír como entrenamiento mental y corporal
El Mindfulness, explica, consiste en entrenar la mente para estar presente en el aquí y el ahora con amabilidad. En esa práctica, la sonrisa ocupa un lugar especial. No es solo una expresión social, sino también una herramienta biológica. Según la instructora, cuando sonreímos, aunque sea de forma consciente y no espontánea, se activan músculos faciales que provocan la liberación de neurotransmisores relacionados con el bienestar, como la serotonina y las endorfinas.
De este modo, el cerebro "interpreta" que la situación es positiva y reduce los niveles de estrés. "Puedes sonreír porque estás alegre o estar alegre porque sonríe", recuerda Ariza citando a Thích Nhat Hanh, un maestro budista.
Cultivar la sonrisa aunque falten motivos
La psicóloga insiste en que la sonrisa puede entrenarse. Recomienda evocar recuerdos agradables, pensar en una persona querida o incluso en una mascota para activar esa expresión de manera natural. En la tradición budista, la alegría es considerada una de las virtudes fundamentales, junto al amor, la compasión y la ecuanimidad.
Ariza suele responder a quienes dicen que no tienen motivos para sonreír con un consejo sencillo: "hazlo igualmente, y quizá los motivos empiecen a aparecer".
Una defensa frente al estrés
Aunque no es una fórmula mágica, la sonrisa es una aliada poderosa en momentos de tensión. La especialista señala que en medio de una situación estresante, si logramos sonreír, estamos enviando al sistema nervioso un mensaje claro: no hay peligro inmediato.
La clave, según explica, está en que este gesto activa el sistema de calma y conexión social del cerebro, contrapuesto a los sistemas de amenaza y logro que suelen dominar la vida moderna. En una sociedad acelerada, dominada por tareas interminables y la hiperconexión tecnológica, aprender a detenerse y sonreír se convierte en un recurso valioso.
Sonríe igualmente, y quizá los motivos empiecen a aparecer
El poder de contagio
Otro aspecto fascinante es el carácter contagioso de la sonrisa. Gracias a las neuronas espejo, los seres humanos tendemos a imitar las expresiones faciales de quienes nos rodean. Ver a otra persona sonreír despierta automáticamente en nosotros una respuesta similar. "Es el único gesto universal: en cualquier cultura, significa que todo está bien", afirma Ariza.
Este contagio positivo facilita la confianza y refuerza los vínculos. Por eso, recuerda, en nuestras relaciones personales y profesionales la sonrisa suele ser la primera carta de presentación.
Lo genuino frente a lo impostado
No todas las sonrisas son iguales. Mientras una sonrisa auténtica relaja y genera confianza, una forzada transmite desconfianza e incomodidad. Ariza subraya que el cuerpo humano percibe esas diferencias incluso de forma inconsciente. Las microexpresiones faciales revelan si detrás hay alegría real o, por el contrario, ironía o tensión.
Cuando la sonrisa es genuina, además, se activa el nervio vago, una parte del sistema nervioso que ayuda a bajar el ritmo cardíaco y favorecer la calma. En palabras de la experta, "cuando alguien nos sonríe de verdad, lo sentimos en el cuerpo".
Un gesto pequeño con un gran impacto
La sonrisa, añade Ariza, no es solo un gesto amable, también es un símbolo de paz. En sus orígenes más primitivos servía para indicar que no había amenaza, que el encuentro era seguro. Hoy sigue cumpliendo esa función: abre puertas, genera confianza y crea un clima de conexión.
Al final, lo que parece un gesto sencillo encierra un enorme poder. "Es un recurso que tenemos siempre disponible y que puede transformar no solo nuestro estado interior, sino también la manera en que nos relacionamos con los demás", concluye la instructora.
En este Día Mundial de la Sonrisa, la invitación es clara: sonríe, aunque no tengas motivo. A veces la sonrisa en sí misma se convierte en el motivo.
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