Megalitos hallados en Los Yébenes revolucionan la arqueología peninsular
El conjunto de estructuras rituales descubierto en Toledo, con más de tres milenios de antigüedad, constituye un hallazgo inédito que conecta con abrigos de pintura rupestre esquemática
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Un excepcional conjunto megalítico ha sido descubierto en la localidad toledana de Los Yébenes, transformando radicalmente nuestro conocimiento sobre las prácticas rituales y funerarias del centro peninsular. Según han confirmado los investigadores del proyecto Entre dos tierras, estas estructuras, localizadas en el yacimiento 'La Chorrera', datan de un período que abarca desde el Neolítico hasta la Edad del Hierro, lo que supone un arco temporal de aproximadamente tres milenios. El hallazgo, anunciado oficialmente el pasado jueves, representa una pieza clave para entender el desarrollo cultural prehistórico en una zona donde, hasta ahora, no se conocían manifestaciones megalíticas de esta envergadura.
El núcleo central del descubrimiento lo constituye una impresionante estructura megalítica de forma semicircular que alcanza los 40 metros de diámetro. Esta construcción monumental está compuesta por dos anillos concéntricos de alineaciones de piedras meticulosamente dispuestas, con un túmulo principal ubicado en el centro del conjunto. Los especialistas han destacado especialmente la orientación este-oeste de esta estructura central, un patrón que refuerza su interpretación como espacio dedicado a prácticas rituales y funerarias. La ausencia de restos habitacionales en el entorno inmediato confirma la hipótesis de que se trataba de un recinto exclusivamente ceremonial.
El Ayuntamiento de Los Yébenes, la Diputación de Toledo y la Universidad Complutense de Madrid (UCM) colaboran estrechamente en este proyecto arqueológico que, tras cuatro años de excavaciones en el cercano yacimiento 'Montón de Trigo', ha trasladado este año sus trabajos a 'La Chorrera' con resultados que superan todas las expectativas iniciales.
Un hallazgo sin precedentes en el centro peninsular
Lo que hace particularmente relevante este descubrimiento es su carácter completamente inédito en el centro de la Península Ibérica. Hasta la fecha, no se habían documentado complejos megalíticos de estas características en la región central española, lo que obliga a replantearse muchas de las teorías sobre la distribución de las culturas megalíticas en la prehistoria peninsular. Arturo Ruiz Taboada, arqueólogo y profesor de la UCM que dirige el equipo de investigación, ha destacado la excepcionalidad del hallazgo en el panorama arqueológico actual.
Los primeros análisis cronológicos sitúan el uso continuado de este espacio sagrado durante unos 3.000 años, desde el Neolítico y Calcolítico hasta bien entrada la II Edad del Hierro. Esta persistencia temporal lo convierte en un auténtico centro de agregación ritual que mantuvo su importancia simbólica a lo largo de numerosas generaciones y cambios culturales, algo extremadamente inusual en los registros arqueológicos conocidos hasta ahora.
Conexión con el arte rupestre esquemático
Una de las características más sorprendentes del conjunto es su estrecha relación con cuatro abrigos que contienen pinturas rupestres de estilo esquemático. La proximidad entre estas manifestaciones artísticas y el complejo megalítico abre una oportunidad sin precedentes para los investigadores: poder fechar con precisión estas expresiones de arte prehistórico, algo que hasta ahora resultaba extremadamente complejo debido a la dificultad para establecer cronologías absolutas en el arte rupestre.
"La posibilidad de vincular cronológicamente el conjunto megalítico con las pinturas rupestres cercanas supone un avance metodológico de gran calado para la arqueología prehistórica española", señalan fuentes del proyecto. Esta relación espacial permitirá establecer contextos cronológicos mucho más precisos para el arte esquemático del centro peninsular, tradicionalmente difícil de datar con exactitud.
Un entorno natural privilegiado con valor simbólico
El emplazamiento del conjunto megalítico no parece casual. Se ubica en una zona caracterizada por la abundancia de manantiales y recursos hídricos, elementos que históricamente han tenido un fuerte componente simbólico en las culturas prehistóricas. Los investigadores consideran que esta riqueza acuífera pudo ser determinante en la elección del lugar para establecer un espacio ritual de tal envergadura y persistencia temporal.
"La vinculación entre agua y rituales es una constante en muchas culturas prehistóricas, y este caso parece confirmar la importancia de los recursos hídricos en la sacralización del paisaje", apuntan los expertos. Esta conexión refuerza el valor simbólico del enclave y ayuda a entender mejor las motivaciones que llevaron a diferentes culturas a mantener activo este centro ceremonial durante milenios.
Los Montes de Toledo: un territorio por redescubrir
El proyecto 'Entre dos tierras', iniciado hace varios años, está revelando la riqueza arqueológica de una comarca que había permanecido relativamente poco estudiada en comparación con otras áreas de la Península. Los Montes de Toledo, tradicionalmente considerados como una zona de paso o frontera natural, están demostrando ser un territorio con entidad cultural propia y con una densa ocupación que se remonta al Neolítico.
Las investigaciones desarrolladas primero en el yacimiento 'Montón de Trigo' y ahora en 'La Chorrera' están cambiando radicalmente la percepción sobre el poblamiento prehistórico de esta región. El hallazgo del conjunto megalítico confirma que los Montes de Toledo no fueron un área marginal, sino un espacio con importantes manifestaciones culturales y religiosas propias.
Perspectivas futuras de la investigación
El equipo científico continuará con los trabajos de excavación y análisis durante los próximos meses. Entre los objetivos inmediatos se encuentra la realización de dataciones absolutas mediante carbono 14 y otras técnicas avanzadas que permitan afinar la cronología del conjunto. Asimismo, se prevén estudios arqueoastronómicos para determinar con precisión las orientaciones de las estructuras y su posible relación con eventos astronómicos significativos.
Paralelamente, se ha iniciado un programa de documentación exhaustiva mediante fotogrametría y escaneado 3D de todo el conjunto, lo que permitirá crear modelos digitales de alta precisión para su estudio y divulgación. El Ayuntamiento de Los Yébenes, por su parte, ya trabaja en colaboración con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para garantizar la protección del yacimiento y estudiar su potencial como recurso cultural y turístico.
¿Qué son los megalitos y cuál es su importancia histórica?
Los megalitos son construcciones prehistóricas realizadas con grandes bloques de piedra, cuyo nombre deriva del griego "mega" (grande) y "lithos" (piedra). Estas estructuras constituyen algunas de las primeras manifestaciones monumentales de la humanidad y aparecieron principalmente durante el Neolítico y la Edad del Cobre, aunque su uso se prolongó en muchos casos hasta la Edad del Bronce e incluso la Edad del Hierro.
En la Península Ibérica, el fenómeno megalítico se había documentado principalmente en zonas periféricas como Galicia, Andalucía, Portugal o Cataluña, siendo mucho más escaso en las regiones centrales. Por ello, el hallazgo de Los Yébenes representa un cambio significativo en el mapa de distribución de estas manifestaciones culturales, sugiriendo una mayor complejidad y extensión del fenómeno megalítico de lo que se creía hasta ahora.
¿Cómo afecta este descubrimiento a nuestra comprensión de la prehistoria peninsular?
El hallazgo del conjunto megalítico de Los Yébenes obliga a replantearse muchas de las teorías establecidas sobre el desarrollo cultural del interior peninsular durante la prehistoria. Tradicionalmente, se había considerado que las grandes innovaciones culturales y religiosas llegaban al centro desde las zonas costeras, pero este descubrimiento sugiere que pudieron existir desarrollos culturales autóctonos de gran entidad en las regiones interiores.
Además, la continuidad en el uso ritual del espacio durante más de 3.000 años apunta a una persistencia de la memoria cultural y religiosa mucho mayor de lo que se pensaba, sugiriendo que, a pesar de los cambios sociales y tecnológicos, existió una notable continuidad en determinadas prácticas simbólicas y rituales a lo largo de milenios.
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