TV-Comunicación

Chanquete nunca pudo expresarse en andaluz

  • El primer dramático en catalán data de 1964, con Fraga como ministro, cuando estaba vedado el acento andaluz en TVE

De Chanquete nunca supimos mucho, pero para haber pasado su vida por aquí no se le pegó nunca ni una mijita de acento malagueño. Es que ni el tabernero ni los policías municipales de Nerja tenían acento andaluz en Verano Azul. Ni los huraños tíos de Pancho. Ni Pancho. Porque en TVE sólo se permitía el castellano de la Meseta, acento firme y 'correcto', lo más marcado y vocalizado posible, en presentadores, reporteros y actores. Bueno, se podían consentir excepciones como el gaditanismo de El Séneca, personaje creado para la casa por José María Pemán en los años 60. Notas de color en una televisión muy estirada y siempre tutelada. Salvo los sainetes de los Quintero hubo que esperar a El perro verde del otro Quintero, Jesús, en 1987, para oír un andaluz rotundo en la pantalla, acentos que empezaron a sonar con naturalidad en Canal Sur al año siguiente, uno de los importantes logros de nuestra costosa autonómica: normalizar el andaluz (o más bien, los andaluces) en la pantalla, salto que a la ficción ya lo pudieron dar los actores andaluces en las series nacionales, sin tener que hacer de chacha o cateto, con Padre coraje en Antena 3, de Benito Zambrano, como punto de inflexión, hace relativamente bien poco, en 2002.

Las identidades regionales estuvieron tapadas en la televisión franquista e incluso idiomas como el vasco no tuvieron una ventana fija en TVE hasta 1976, con un informativo llamado (ojo) Euskal Herria. De 1971 datan los primeros noticiarios con pinceladas en gallego, Telexornal, desde el centro territorial de Santiago, y también en valenciano. Y sólo más tarde, a partir de 1973, comenzó el informativo diario Telesur, con rudimentarios medios, mucha voluntad y con sólo algún deje que podría delatar que esa producción informativa se hacía desde la sevillana Avenida de la Palmera y no desde Prado del Rey. Lo que se dice un acento andaluz sincero era imposible oírlo en los años del monopolio de TVE, de ahí el encanto extra que despedían los políticos andaluces en la transición ante la masa espectadora: Felipe González, Alfonso Guerra o Alejandro Rojas Marcos en una explanada tan castellana, tan 'fina', sonaban cercanos. Parecían muy cercanos, como si fueran parientes de Lola Flores. Eran contados los andaluces auténticos que salían por la tele.

Pero el catalán siempre tuvo un tratamiento preferente en la corporación pública, pese a que los intelectuales nacionalistas tilden categóricos de "lengüicido" lo vivido por la lengua catalana en la dictadura. En 1959 TVE unía la red entre Madrid y Barcelona y así se creaban las instalaciones de Miramar, cantera esencial de la cadena pública y reconocimiento a la bicefalia entre las dos ciudades más pobladas de España, sin deferencia al resto. TVE en Cataluña comenzó aportando bastantes espacios, todos ellos ofrecidos en castellano, con figuras como Mario Cabré (presentador y también torero barcelonés), los vieneses Artur Kaps o Franz Johan, o José Luis Barcelona, sonrisa perenne en conexión. Conductores de Reina por un día o Amigos del martes. Eran la imagen de una Barcelona divertida, siempre amable y planchada, modelo para toda la periferia. En 1964, con Fraga ya como aperturista ministro responsable de la cosa pública, de la tele, comenzaron los primeros dramáticos de obras catalanas en catalán, una entrega mensual que se fue ampliando sin pausa pero sin prisa: el seny transportado a la difusión televisiva.

En 1967, un decenio por delante del País Vasco, se estrenaba el primer espacio de actualidad en catalán, Mare Nostrum, en latín, por si acaso. Ya en 1975 en TVE se producían 17 horas semanales en catalán (más que ahora, por cierto), cuando a nivel nacional se ofrecían por entonces unas 90 horas entre las dos cadenas. El catalán y Cataluña, frente a cualquier otro territorio y sus identidades culturales, tuvo una situación favorecida incluso en años difíciles. TVE, sin duda, contribuyó a que no se produjera ese "lengüicido" del catalán, desde donde comenzó a airearse con fuerza, idioma en el que se pronuncia desde 1982 la Missa de los domingos para los espectadores de esta comunidad, servicio público religioso que se adelantó a la llegada de TV3, autonómica nacida en 1983 con músculo redactor forjado en Miramar y que ha sido martilleante altavoz del independentismo apelando a los sentimientos de los catalanoparlantes.

En 1982 ya había misa televisada en catalán, pero Chanquete no podía por entonces expresarse en andaluz, simples detalles de la España asimétrica que desde 1959 tuvo el visto bueno del régimen favoreciendo a Barcelona en una privilegiada 'bicentralización' con Madrid.

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