Una vida muy triste, pero muy provechosa, vuelve a La Sexta
Una cámara, un sofá y amigos. Así comenzó Qué vida más triste, unos gags de cinco minutos de duración que nacieron en internet en la habitación de Borja junto a su amigo Joseba, el primer videoblog con repercusión en todo el país. Desde el lunes, La Sexta emite la segunda temporada. Tras tres años en la red, K2000, una productora vizcaína con sede en Galdácano, se fijó en ellos y les propusieron llevar a la pequeña pantalla la vida de Borja. Pero había una condición indispensable: se debía recrear casi al milímetro las estancias donde se desarrollaban las historias en internet. "Tenemos las dos colchas para la cama originales. Cuando acaba la grabación semanal se lleva a la lavandería y se guardan de nuevo bajo llave. Son casi un tesoro", cuenta Blanca Baena, directora de Ficción de K2000.
Pero mantener la esencia de la particular vida de Borja, operador de grúa de profesión, no es nada fácil. Buscar el mobiliario y conseguir unos espacios acordes a los originales provoca algunos contratiempos a la hora de grabar. "A ver, hay que subir la lámpara", apunta Rubén Ontiveros, el director. Y es que la iluminación prescinde de la clásica parrilla de iluminación propia de un estudio. Los techos se han bajado para asemejarse a los de una casa de clase media estándar, alcanzando algunos de los sets de grabación los 12 metros cuadrados.
Ahora se incorpora a la serie Verónica, interpretada por Verónica Moral, una nueva vecina que desestabilizará la constante no-relación con Nuria, eterna ex novia de Borja. Viajes al futuro, conversaciones frente a la play-station... una vida muy triste que hasta ahora contaba con el consejo y el arropo de Bruce Willis, pero que en esta nueva temporada va a desaparecer para dar paso a unos epílogos creados por Borja y Joseba.
Entre las curiosidades de la serie, además de la colcha de la cama de Borja con estampado 'ochentero', está la colección de pósters que ambientan cada una de las épocas en las que se desarrolla el capítulo. Recuerdos para Dragones y Mazmorras, una de las míticas series de principios de los ochenta, y un recuerdo al ídolo de toda una generación Perico Delgado o el videojuego Street fighter. Detalles cuidados para que en las distintas estancias de la serie, el espectador no eche de menos la nota doméstica que se veía en internet, aunque detrás hay un arduo trabajo. Una sencilla puesta en escena enmarcada en unos guiones creados por algunos guionistas de Vaya semanita. Gran aval.
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