Antonio Ruiz pregona el toreo de Sanlúcar, en memoria de Limeño

El Auditorio de la Merced, escenario del I Pregón Taurino 'Ciudad de Sanlúcar', organizado por las asociaciones vecinales

Antonio Ruiz López, al término del pegón, con el alcalde Víctor Mora y el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Sanlúcar Antonio Pérez.
Redacción Sanlúcar

05 de mayo 2016 - 01:00

Sólo le faltaba a la feria taurina de Sanlúcar de Barrameda un pregón a la altura de la tradición torera de la ciudad, y ha sido Antonio Ruiz López, sanluqueño, veterinario y gran aficionado, quien ha tenido el privilegio de romper el primer paseíllo de la palabra en un emocionado pregón cimentado en el homenaje y recuerdo a unos de los toreros más grandes y queridos de la ciudad, de dolorosa y reciente perdida, José Martínez "Limeño".

El estrado fue el del Auditorio de la Merced, en función dominical y matinal, excelente marco del I Pregón Taurino "Ciudad de Sanlúcar", organizado por la Federación de Asociaciones de Vecinos "Ciudad de Sanlúcar", escenario repleto de emociones y de recuerdos. Antonio Ruiz López, veterinario de las plazas de toros de El Puerto y Sanlúcar, fue presentado por Antonio Moreno Boiso, veterinario de la plaza de toros de Málaga, y pronunció un pregón cargado de referencias, alternando el verso y la prosa, y con el fondo de pasodobles de pellizco.

Y si este ha sido el primero pregón, el cimiento es sólido, porque la pieza que pronunció Ruiz López -que no por habituado en estas lides dejó de entregarse como si fuera la primera vez- tuvo una sólida arquitectura, abrió con sus raíces para sumergirse en las esencias de Sanlúcar y el carácter del sanluqueño: aromas de manzanilla, de torería, de la bajamar cediendo al empuje del Guadalquivir, del esplendor del coto, del trabajo y de la devoción rociera y cofrade, de la fiesta y del esfuerzo. Toda la tradición torera de Sanlúcar, desde los cuatro ases de su cartelería hasta el más modesto torero cómico fueron los naipes que jugó el pregonero ante un auditorio orgulloso del nutrido caudal de torería que ha bañado la orilla izquierda del Guadalquivir desde su primer matador, iniciador de la flamenquísima saga de los Ezpeleta

Emoción y evocación también en el recuerdo al maestro Limeño, también protagonista del epílogo: la carta de despedida que en pleno duelo escribió y publicó el pregonero despidiéndose del torero, porque si Hermosilla fue el icono del siglo XIX taurino en Sanlúcar, el maestro Limeño lo ha sido en el siglo XX, por méritos profesionales y humanos.

Toreros de la marisma que imaginó el pregonero en un romance final, entre lucios y esteros del coto, apartando a un toro bravo para soñar embestidas al alba y con la Virgen del Rocío al quite. La ovación final también estuvo a la altura de Sanlúcar.

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