En hombros salió de la plaza de Medellín Sebastián Castella, después de sortear con éxito la gesta que pocos toreros se atreven a cumplir: torear y dar muerte en solitario a seis toros. Una gesta que ya había cumplido en Francia (Nimes), España (Sevilla) y que logra por vez primera en América. La cumplió con merecimientos y facultades. Cuando se arrastró al sexto de la corrida, el diestro estaba tan fresco como al comienzo, sin muestra alguna del gran esfuerzo cumplido, su traje azul celeste y oro impecable y limpio como acabado de vestir. Todo, gracias al oficio y técnica demostrados durante la lidia de los seis toros pertenecientes a tres hierros de postín: Ernesto Gutiérrez, Achury Viejo y Santa Bárbara.
El balance fue: ovación tras aviso, vuelta al ruedo, palmas, oreja, oreja y ovación tras aviso.
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