Fandiño, firmeza, sangre y triunfo
Navajazo seco y rotundo. La sangre brotó de inmediato. Fandiño se había tirado en corto y por derecho como mandan los cánones para enterrar el acero, tras un pinchazo previo arriba. Y el toro, segundo de la tarde, de nombre Grosella y pinta negra, con dos buenas agujas, le infirió una cornada brutal en el muslo derecho. La fiera recogió con saña, por debajo del cuerpo, al torero y lo volvió a arrojar por los aires en un abrir y cerrar de ojos. La escena sucedía junto a la enfermería, desde donde las asistencias trasladaron de inmediato al espada.
Grosella, al que no castigaron en varas, había embestido con vibración tras el capote de Fandiño, que lanceó con gusto a la verónica, abrochando con una media belmontina. Gran ovación. El toro persiguió la muleta con brío, con un punto de calamocheo. Fandiño, para evitar el viento, se marchó al '5', el tendido refugio donde menos sopla Eolo en Las Ventas. Cuatro estatuarios a pies juntos, un pase del desprecio y una trincherilla pintaron un prólogo soberbio, que ovacionaron con fuerza. La faena, medida, fue coreada con oles. El torero de Orduña corrió bien la mano en muletazos por ambos pitones, que fueron jaleados. Luego, como está escrito arriba, se pasó del voltaje artístico al cortocircuito de la cornada y el drama. La cuadrilla de Fandiño paseó la quinta oreja que corta un torero de a pie en este ciclo isidril y que mereció con creces por su firmeza y toreo.
El Cid, por la cornada de Fandiño, contó con tres toros.
Atención. Curioso nombre y... ¡vaya preciosidad de toro! En el tipo de la casa, de Juan Pedro Domecq, bajo, ensabanado, capirote, salpicado. Una lámina preciosa, pero sin fondo. Tras una voltereta sobre el pitón derecho, el animal manseó. La labor de El Cid, porfiona, con una animal noble y blando, no contó para el público.
Con el muy astifino cuarto, un gran toro que embistió con brío, El Cid lanceó con gusto por verónicas y delantales. En la muleta, aunque calamocheando, el sevillano comenzó su faena con la diestra, con dos tandas de nota alta. La faena se rompió con la izquierda -peor pitón- y se diluyó, con el toro a menos, cuando continuó el torero con la derecha.
Ante el sexto, un ejemplar altote, que se fue quedando corto, la labor del saltereño, que brindó a la cuadrilla de Fandiño, no pasó de porfiona.
Daniel Luque, con el peor lote, quemó su segundo cartucho de los tres que tiene San Isidro. Con el tercer toro, no tuvo opción al lucimiento. El ejemplar de Parladé, serio, que derribó al piquero por la mala colocación del caballo, manseó y desarrolló sentido de inmediato tras la franela.
Con el quinto, un colorao de buena presencia, manejable, la labor de Luque careció de emoción.
Iván Fandiño ya había advertido que iría a por todas en la Corrida extraordinaria de la Prensa. Para que conste en los escritos, el protagonista orduñés cumplió con creces, firmando una gran faena, que da pie al titular: Fandiño, firmeza, sangre y triunfo.
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