Toros

Galván indulta a un buen toro de Miguelín

  • Curro Escarcena y Salvador Vega cortan dos orejas y salen a hombros con una corrida noble y manejable

 La Montera vivió ayer una tarde de toros triunfal para un pequeño de 11 años de nombre Manuel Jesús Martín, en silla de ruedas, y que verá cumplido su sueño de contar con un elevador en su casa para que su vida sea un poco más fácil. Eso es duro para unos padres que agradecieron en el ruedo antes de comenzar el festejo tanta solidaridad, tanto de toreros, ganadero y aficionados. 

Y en los artístico fue una tarde triunfalista, de muchas orejas pero eso no quiere decir que no hubiera buen toreo. Lo hubo y del caro, del que si cuajas un toro como el que cuajó David Galván en una plaza de primera, su apoderado José Antonio Ortega hubiera cargado la batería del móvil hasta dos veces de las continuas llamadas de los empresarios para contratar a su torero. Pero llegará ese momento. Tranquilidad. Así que Ortega carga bien el móvil.

Y llegará después de ver la faena cumbre que le realizó  a un gran toro de Miguelín, un animal noble, con recorrido, que le mandaba ir al Mercadona con la lista de la compra y te traía hasta el cambio de vuelta. Un dulce. Que recibió el premio del indulto y al que había que hacerle las cosas bien. 

Y es que Galván ofreció una gran dimensión de torero caro. Faena perfecta, medida, dándole los tiempos necesarios al toro. Elegancia en los toques, empaque en los muletazos por el derecho y profundidad en los naturales. Y todo natural, sin conservantes y con la moneda de ser un torero importante. Al final el público entregado con el de San Fernando pidió el indulto de Verdiales, un bonito toro negro que se ganó la vida en las muñecas templadas de Galván. 

Antes el diestro afincado en Los Barrios,  se quedó sin toro a mitad de faena en el tercero. El de Miguelín, dulce como el almíbar, pero con las fuerzas entre alfileres. Galván trazó muletazos con empaque y anunciando que como le embistiera un toro el lío iba a ser gordo.  

El primero en abrir el marcador de trofeos fue Salvador Vega que bordó el toreo con el capote. La elegancia personificada meciendo con las puntas de los dedos al segundo de la tarde y componiendo de manera magistral la figura. Un toro noble, que se vino a menos en la muleta. y al que Vega entendió bien por ambos pitones, sobre todo por el derecho por donde vinieron los muletazos más templados de su faena. Buena estocada y paseó las dos orejas.

El lunar de la corrida, y no por culpa del ganadero y la terna, fue el quinto. Un toro que estaba cojo de la mano derecha. Algo que todo el mundo vio excepto  el presidente, un profesional como Sevillita no sacó el pañuelo verde para devolverlo. Se equivocó como la paloma de Alberti. No hubiera pasado nada si hubiera salido el sobrero.

El público se enfadó y con razón, en un nuevo ejemplo de fraude para los que pagan. Así nos va. El enemigo está dentro y no matemos al mensajero, que yo solo cuento lo que pasó. También el asesor de la presidencia, El Capi le tembló el codo para haberle dado algún toque a Sevillita. El toro estaba cojo tela. Pero él sabrá. No es lo mismo estar arriba con una responsabilidad, que ver los toros tranquilo en el tendido y criticar al que saca los pañuelos de los colores. 

El público indignado mostró su apoyo a Vega que nada pudo hacer con la muleta. Nada más que matarlo y pensar que no hubiera estado de más la devolución del toro. Estas son las cosas que tiene la Fiesta, grandezas y miserias.  Y esa miseria de no devolver el toro la vio toda Andalucía y en Los Barrios la gente sabe de toros para que le lleven la contraria. Manda huevos.

Y no hay que olvidar la actuación meritoria y de firmeza de Escarcena, no solo en su primero, el toro más deslucido del encierro, sino en el cuarto. Un toro con presencia, volumen y al que el torero linense le cuajó una faena basada por el derecho. Muletazos largos a un toro noble de Miguelín, con recorrido. Faena completa, con pundonor y voltereta incluida. Que raza tiene este torero. Estocada y dos orejas. 

Y antes del  final del festejo Vega pidió el sobrero, pero la cuadra de picar ya se había marchado. La terna salió a hombros junto al ganadero. Todos felices, sobre todo  el niño Manuel Jesús Mateo, que ya tiene un elevador para que su vida sea un poco más llevadera. Mi admiración a este niño que nos contagió a todos con su sonrisa. Un ejemplo de vida y de ver las cosas buenas de este mundo. 

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