Juan del Álamo, ambición, destreza y... único trofeo

El salmantino corta una oreja -octava en nueve tardes en Las Ventas- al único toro con entrega Escribano y Leal, de vacío Corrida de Pedraza de Yeltes, de mal juego

Juan del Álamo, en un pase del pecho al tercer toro, al que cortó una oreja.
Juan del Álamo, en un pase del pecho al tercer toro, al que cortó una oreja.
Luis Nieto

18 de mayo 2016 - 01:00

DUODÉCIMA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO Ganadería: Corrida de Pedraza de Yeltes (procedencia El Pilar), de desiguales hechuras, volúmenes y peso -desde un segundo, con 503 kilos hasta un quinto, con 630-. De mal juego, el mejor, el tercero, con un buen pitón derecho. TOREROS: Manuel Escribano, de azul y oro. Estocada (silencio). Pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio). Juan del Álamo, de sangre de toro y oro. Entera (oreja con aviso). Estocada (silencio). Juan Leal, de sangre de toro y oro, que confirmaba alternativa. Dos pinchazos y estocada (silencio). Pinchazo y estocada (saludos tras ovación). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Las Ventas. Corrida extraordinaria de la Prensa, fuera de abono. Lunes 17 de mayo de 2016. Más de media entrada. Juan Leal confirmó con el toro Mira-Bajo, número 50, de 596 kilos, negro.

La denominada Corrida extraordinaria de la Prensa es un islote perdido y sin entidad en mitad del enorme mapa isidril con más de un mes de festejos. Casi siempre había un premio especial en liza y acudía el Rey o algún miembro de la Casa Real. Ayer, la de la Prensa no tuvo nada de extraordinaria, salvo el título. Además, como el cartel tampoco fue de relumbrón, la entrada, más de medio aforo cubierto, resultó la más floja de este San Isidro.

Lo sucedido en el ruedo tampoco acompañó. Con una decepcionante corrida de Pedraza de Yeltes -únicamente se salvó el tercero por el pitón derecho-, Juan del Álamo consiguió su octava oreja en las nueve últimas tardes que ha pisado Las Ventas, único trofeo del anodino espectáculo, salvo la excepción de la faena del salmantino.

Juan del Álamo, con ambición y destreza, fue el diestro que más palmas cosechó. El tercer toro fue protestado por su trapío, pero embistió con franqueza y entrega por el pitón derecho. El torero ganó terreno con templadas verónicas. En la faena, que brindó al matador retirado y en su día su profesor Juan José, consiguió cuatro buenas series diestras, especialmente dos de mano baja, con algunos remates de gran calidad, como un pase del desprecio o un inmenso pase de pecho. Con la izquierda, por donde se quedaba corto el animal, se justificó en una tanda. La obra, que cerró con unas bernadinas, pecó de larga. Mató al primer intento de estocada para ganar una oreja, recibiendo algunas protestas cuando la paseaba.

Con el gigantón quinto ¡630 kilos!, sin clase y sin apenas recorrido, Juan del Álamo toreó bien a la verónica y apenas tuvo opciones para armar faena.

Manuel Escribano pasó sin lucimiento ante un lote manejable. Al segundo, muy astifino y noblote, le faltó calidad. Escribano, tras prender banderillas con facilidad, brindó su labor a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y se contagió de la sosería del noble animal en un trasteo sin lucimiento artístico que inició con sendas largas cambiadas de rodillas, la primera de ellas a portagayola.

Escribano sufrió de lo lindo en la salida del cuarto, que cuando oteó el horizonte buscó de nuevo el chiquero. El torero aguantó de rodillas para una segunda salida, en la que nuevamente el toro se desentendió y recorrió el anillo. El sevillano completó un segundo tercio con facultades y en la muleta cortó a tiempo tras aburrirse en un trasteo sin brillo.

Juan Leal dejó una grata impresión en su confirmación. En el acto de la efeméride se las vio con un toro de feas hechuras e idéntico comportamiento. En su labor, que brindó a su hermano, estuvo a punto de ser cogido en el comienzo de faena en una pedresina. Continuó con muletazos por la espalda. Y muleteó a un burel con nobleza que embestía con la cara alta y topando.

Con el que cerró plaza, grandón -¡603 kilos!- y manejable, comenzó su trasteo con una serie diestra de rodillas en los medios. El toro se quedaba cortísimo y el francés, tras varias tandas con temple, acabó en un serio arrimón. Se jugó el tipo en la suerte de matar, recibiendo un terrible pitonazo a la altura de las costillas a cambio de un pinchazo, para matar posteriormente de estocada certera.

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