14ª del abono en la maestranza

De la ilusión a la frustración

Daniel Luque se mete entre los pitones del quinto, ya con escaso gas, para seguir sacándole naturales que llevaron impresa su personalidad.

Daniel Luque se mete entre los pitones del quinto, ya con escaso gas, para seguir sacándole naturales que llevaron impresa su personalidad. / José Angel García (Sevilla)

Estábamos ante la corrida más esperada en el aspecto ganadero, pues desde los tiempos de don Joaquín Buendía, estos santacolomas no hollaban el amarillo albero y por si fuera poco formaban la terna dos triunfadores y una ilusión de Sevilla. Tanto El Juli como Daniel Luque venían de desorejar un toro, mientras que Pablo Aguado es una de esas esperanzas que surgen en el toreo según Sevilla. Pero las expectativas fueron tornándose en decepción según iban saliendo toros que iban de más a menos de manera alarmante. La corrida estaba compuesta por seis dijes cárdenos, preciosos de lámina, armónicos y con esas miradas que el santacoloma saca para hacerse respetar. Ya el primero, que era una preciosidad, hizo que la ilusión se disparase por el juego que dio en el caballo de Salvador Núñez. Aquello parecía de corrida concurso, con El Juli poniéndolo lejos de las rayas, luciéndolo para gozo de la plaza. Y en la muleta iba a ser el mejor de todos, con una embestida suave que, aunque no transmitía demasiado, sí permitía que El Juli se luciera. Brindó a la plaza y muy pronto entabló diálogo con Detenido para una faena como de salón en la que se sucedían redondos y naturales sin solución de continuidad. Muletazos llenos de temple y embestida almibarada que restaba emoción pero añadía estética. Lo mató fulminantemente, la plaza pidió la oreja y el palco hizo oídos sordos, por lo que la bronca fue de época. Su segundo se llamaba Jabalí y de eso no tuvo ni un pelo. Ni se empleó en el caballo, rompió en gazapón y viendo que no había nada que hacer, Julián abrevió, pero se dilató con el estoque. Y en su cara se reflejaba el desencanto por la ilusión que tenía en este hierro.

Pase de pecho del Juli al cinqueño que abría plaza, de toda la suelta el que más sirvió para la muleta. Pase de pecho del Juli al cinqueño que abría plaza, de toda la suelta el que más sirvió para la muleta.

Pase de pecho del Juli al cinqueño que abría plaza, de toda la suelta el que más sirvió para la muleta. / José Angel García (Sevilla)

Daniel Luque, que está en un momento que puede con todo lo que le echen, quiso sacar agua de un pozo agostado. Su primero se rompió la pata derecha y fue suplido por Conejillo, que a la postre sería el único negro en un reino de cárdenos. Daniel lo intentó por todos los palos, le cambiaba los terrenos, probaba la distancia, iba ahormándolo, pero el toro embiste a ralentí hasta que dice que hasta aquí hemos llegado. Visiblemente contrariado, el gerenense lo mató de un estoconazo por arriba.

Pablo Aguado, que toreó muy bien a la verónica, remata con una media. Pablo Aguado, que toreó muy bien a la verónica, remata con una media.

Pablo Aguado, que toreó muy bien a la verónica, remata con una media. / José Angel García (Sevilla)

Pablo Aguado se lució con el capote, pero se estrelló en dos toros sin juego en la muleta

Ese silencio de la Maestranza a su labor en el segundo lo llevaba Daniel en sus adentros, por lo que salió a revienta calderas en su duelo con Ibarreño, un toro asaltillado que escatima las embestidas en el capote. Y sin encomendarse a Dios ni al Diablo, Daniel arranca al natural y va engatusando al toro hasta convencerlo de que lo mejor para todos es que embista y lo que empieza a media altura va ganando cada muletazo en categoría a base de bajarle la mano poco a poco. Daniel Luque en estado puro y la Maestranza entregada a su sapiencia y poderío. Parecía un imposible, pero este torero no tiene límites en esta etapa de su carrera. Tras domarlo al natural, le liga una gran tanda en redondos para volver al principio, a ese toreo al natural que Daniel recita con la impronta de su personalidad. Magnífico Daniel Luque, que logra revalidar su memorable tarde con la del Parralejo. Fue un recital en toda regla lo que este torero dictó en ese quinto toro de la tarde, otra vez triunfo en el quinto de la tarde. Lo mató de estocada fulminante y para él una oreja que el presidente concedió, pero sin darse prisa, como pensando que si se la había negado al Juli, a ver qué... Y así, en triunfo sale Daniel de una Feria más.

Daniel Luque pasea la oreja del quinto. Fue su última actuación en una Feria de la que sale nuevamente en triunfo. Daniel Luque pasea la oreja del quinto. Fue su última actuación en una Feria de la que sale nuevamente en triunfo.

Daniel Luque pasea la oreja del quinto. Fue su última actuación en una Feria de la que sale nuevamente en triunfo. / José Ángel García

Está necesitado de un golpe en la mesa Pablo Aguado, pero no encuentra el material adecuado para ello. Muy buenas las verónicas que le da a Almonteño por el pitón derecho. El toro se comporta con bravura en el caballo, pero llega moribundo a la muleta, y lo que Pablo propone no emociona. La poca transmisión no admite lucimiento, Pablo mata bien, pero lo levanta el puntillero, que hay que ver el recital de desaciertos con la cacheta en esta Feria. Al último lo recibió con muy buenos lances a la verónica y una media resulta espléndida. Con la muleta insiste lo indecible, pero este último santacoloma no se sale de la muleta, Pablo cambia de terrenos, insiste, para nada. Mató bien y hasta otra. Y hoy, miuras para arriar el telón, qué Feria más buena, qué alegría.

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