15ª del abono en la maestranza

Qué buen torero es Escribano

'Choricero', que así se llamaba el cuarto de Miura, hace el avión tras la muleta de Manuel Escribano, quien alarga su brazo incluso más allá de donde puede.

'Choricero', que así se llamaba el cuarto de Miura, hace el avión tras la muleta de Manuel Escribano, quien alarga su brazo incluso más allá de donde puede. / Juan Carlos Muñoz

Arriado el telón, todo llega y llegó de forma natural, como ordena la tradición, con el hierro legendario de Miura, la temible ganadería de la A con asas que fue labrando esa leyenda mediante un cúmulo de tragedias. Y el festejo, que se anunciaba con una terna, quedó en un mano a mano. El Fandi, a eso de la una y media de la tarde, tras muchos cabildeos que hicieron retrasar el sorteo, envió un parte facultativo y lo cierto es que no hubo devolución de entradas.

Y la corrida salió como era de esperar, con toros de presencia imponente, pero que no facilitan en nada el lucimiento de los toreros. Y que conste que esa falta de colaboración no fue porque metiesen miedo, sino por falta de clase. Sólo un toro metió la cara por abajo, pues el resto llevaba la cara por el pecho del torero, se revolvía o se quedaba corto. De todo un poco, agítese y sale lo que significaron cinco de los seis toros que saltaron al amarillo albero. Y otra cuestión que hay que tener en cuenta es el tiempo que hace que este hierro dejó de ser taquillero. Desde los tiempos de Limeño acá no se recuerda un lleno en los tendidos y ayer no faltó a la costumbre de mostrar demasiada ladrillería al descubierto.

Antonio Ferrera no contó con material para el triunfo: ninguno de sus tres toros mostró la mínima clase para ello. Antonio Ferrera no contó con material para el triunfo: ninguno de sus tres toros mostró la mínima clase para ello.

Antonio Ferrera no contó con material para el triunfo: ninguno de sus tres toros mostró la mínima clase para ello. / Juan Carlos Muñoz

Y para enfrentarse a estas moles con cuernos, dos expertos en corridas duras a la palestra. Dos toreros peritos en la materia, pero que cuando la materia es como la que ayer vino de Zahariche, de nada sirve ser especialista en este tipo de corridas. Antonio Ferrera sigue con esa costumbre de nuevo cuño que es sacar el capote azul horroroso con vuelta celeste incalificable. A guisa de capa de mago, de nada le sirvió ayer al ibicenco de cuna y extremeño de adopción ese artilugio más propio para la magia que para el toreo.

El torero de Gerena coloca un par de banderillas al quiebro junto a las tablas. El torero de Gerena coloca un par de banderillas al quiebro junto a las tablas.

El torero de Gerena coloca un par de banderillas al quiebro junto a las tablas. / Juan Carlos Muñoz

El primero que le cupo en desgracia, una mole de 590 kilos, lo lució en el caballo poniéndolo lejos y yendo con prontitud y fijeza, pero de ahí no pasó. Se llamaba Triguero, Ferrera, de rodillas en los medios, lo brindó a alguien del Cielo y por mucho que quiso apenas pudo. Rebrincado y sin humillar, unos redondos a media altura y a regatear preparándolo para morir. Y murió sin dejar de berrear de una estocada arriba.

La corrida de Miura no dio opciones por falta de clase y sólo se salvó el cuarto de la tarde

En su segundo, un precioso cárdeno de 616 kilos que arrancó una ovación de salida, hubo de lidiar sobre las piernas y a través de muchas probaturas le robó cuatro o cinco redondos. Mató de estocada y un espeso silencio fue el obsequio de la Maestranza. En el quinto, otro cárdeno de 625 kilos y cinqueño que atendía por Torrealta, más de lo mismo y eso que Antonio algo le vería cuando lo brindó al público. Tras una tremenda costalada en los tanteos, el toro se negó a colaborar. Ferrera lo intentó por ambos pitones, echaba la cara arriba por el izquierdo y le robó algún redondo, pero aquello no tenía futuro y el torero lo despenó de un estoconazo.

A portagayola recibió Escribano a dos de sus tres toros, cuatro y sexto del encierro. A portagayola recibió Escribano a dos de sus tres toros, cuatro y sexto del encierro.

A portagayola recibió Escribano a dos de sus tres toros, cuatro y sexto del encierro. / Juan Carlos Muñoz

El triunfador de la tarde fue Manuel Escribano, que aparte de encontrarse con el único toro potable demuestra a diario lo buen torero que es. Se fue a portagayola en cuarto y sexto, banderilleó a los tres, con pares especialmente arriesgados con Choricero, el toro del éxito. Si su primero echaba la cara por las nubes, Manuel aguantaba estoico. Si con el toro potable podía hacer el toreo bueno, ahí estaba el gerenense para llevarlo largo en unos muletazos largos y pletóricos de poderío.

Antonio Ferrera intentó el toreo de capa con ese percal azul horroroso con vuelta celeste incalificable. Antonio Ferrera intentó el toreo de capa con ese percal azul horroroso con vuelta celeste incalificable.

Antonio Ferrera intentó el toreo de capa con ese percal azul horroroso con vuelta celeste incalificable. / Juan Carlos Muñoz

Manuel Escribano, que ya dio talla de enorme torero la tarde de los victorinos, con la de Miura estuvo muy por encima de su lote y dando mucho más de lo que merecían. Poderoso con el capote, vibrante con los garapullos hasta jugársela en esos pares de dentro a fuera, Manuel tiene la virtud de impedir que alguien sea capaz de comer pipas en el tendido. La faena a ese toro cuarto será recordada por el buen aficionado, como buen aficionado demostró ser don Fernando Fernández-Figueroa Guerrero al no atender la tremenda petición de la segunda oreja de este Choricero, ya que la espada se le fue a los bajos. El premio se quedó en una sola oreja, pero Manuel Escribano se va de una nueva Feria con el crédito por las nubes. También con la confirmación una vez más de lo buen torero que es este Manuel Escribano.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios