La novillada de Torres Gallego casi se va con las orejas puestas
Un trofeo por coleta para Pablo Belando y José Monje, pobre resultado para un encierro que ofrecía posibilidades y que recibió ovaciones en cinco arrastres
GANADERÍA: De Torres Gallego Hermanos, bien presentados, para nada ofensivos de caras y manejables y nobles en general salvo el probón y sin fijeza segundo, que sirvió en la muleta y el mansón sexto que salía suelto de las suertes, defecto que se acentuó porque no se le bajó la mano para recogerlo. Aplaudidos todos los arrastres menos el cierra plaza. Novilleros: Pablo Belando, de blanco y plata, dos pinchazos y descabello (SALUDOS TRAS AVISO) y delantera caída (OREJA); Alberto Pozo, de marino y oro, pinchazo y estocada baja (SALUDOS) y pinchazo y estocada baja saliendo trompicado (VUELTA). José Monje, de tabaco y oro, estocada (OREJA) y pinchazo y casi entera (SILENCIO). Los tres nuevos en esta plaza. INCIDENCIAS: Último festejo de abono. Un cuarto de plaza con calor. Saludaron tras parear Corruco de Algeciras en el primero, ovación a la que también correspondió Salvador Lobato y Miguel Ángel Gómez en el sexto.
Dos orejas es el pobre balance de una novillada de Torres Gallego que ofreció muchas posibilidades a la terna y que mereció que se le cortaran más trofeos. Los pocos que hubo se deben a la bondad del público y a la condescendencia del palco y no desde luego a los méritos de la terna novilleril.
Porque si Pablo Belando estuvo frío, Alberto Pozo se mostró tosco y vulgar mientras que el jerezano José Monje, muy nuevo y sin bagaje. Muy conformista se vio a la terna de jóvenes ante una novillada que tenía opciones evidentes para un triunfo y que apreció el público, pero que le quedó muy remoto a los novilleros.
No se pueden quejar más que de sí mismos. Pablo Belando no se acopló con su primero, mostrando los engaños sin ligazón aunque hubo algunos destellos de buen hacer. El novillo se vino a menos tardeando y dando la sensación de que se le había ido al torero, y que el murciano no atacó en ningún momento.
Más entonado aunque sin brillo en su sardo segundo , el trasteo no tuvo hilo. Los cites de largo sobre la mano derecha en series cortas y frías no tuvieron la consistencia de los naturales que instrumentó luego Belando, buenos pero sin eslabonar ante un toro noble que, después de tanto trasteo de largo, vino a menos.
Alberto Pozo fue torero tosco y vulgar en su primero. Banderilleó sus dos novillos, en el primero con cinco deslucidas entradas y con mejor nivel en su segundo. El novillo daba juego para la muleta pero el espada mostró poco acierto, tibio y sin brillo.
En el quinto subió el nivel con ganas pero sin terminar de acertar. Las ganas se evidenciaron en el quite por navarras y el poco acierto, por ejemplo, en que instrumentó tan antigua suerte de capa de modo vertiginoso. Con la muleta dejaba topar y topar en un trasteo tan borroso como periférico. Ni que decir tiene que la vuelta al ruedo fue por su cuenta.
Y José Monje de Jerez. Trajo muchos partidarios, tantos que le tocaron palmas por bulerías antes de que asomara su primer novillo, ambiente nunca visto en un novillero debutante. Habrá que convenir y desear que le espera una larga carrera, con tardes muy difíciles y que no se debe conformar con hacer lo que le aplaudieron ayer con tanto cariño en El Puerto: en otras plazas ni le hubieran hecho caso.
En blanco con el capote en sus dos utreros, cierto es que en la muleta se le atisbó algo, pero necesita reunirse más con el toro. Tardó en meterse en faena ante su primero y con los naturales conformó a sus partidarios, espero que no a sí mismo. La oreja era muy justita. Su segundo o no le gustó o no supo como meterle mano, como recogerlo y embarcarlo para armar faena porque fue un novillo mansón pero con recorrido. A mi juicio le faltó bagaje para hacerse con él y se inhibió desde la brega al caballo. Se le fue sin remedio como se nos fue la temporada en la Plaza Real hasta el año que viene.
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