Sexta corrida de la feria del pilar de zaragoza GANADERÍA: Cuatro toros de Salvador Domecq -primero bis, cuarto, quinto y sexto-, uno de Valdefresno -segundo- y otro de Fraile Mazas -tercero-, desigualmente presentados. En juego destacaron quinto y sexto, muy noble. TOREROS: Julián López 'El Juli', de azul y oro. Estocada entera caída y descabello (saludos). En el cuarto, estocada (silencio).
David Fandila 'El Fandi', de caña y oro. Tres pinchazos y una estocada (saludos tras aviso).
En el quinto, entera caída (oreja tras un aviso, con petición de la segunda). José María Manzanares, de nazareno y oro. Pinchazo y entera desprendida (saludos tras petición). En el sexto, media defectuosa (oreja tras aviso con petición de la segunda y bronca al presidente por denegarla). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Misericordia de Zaragoza. Martes 13 de octubre de 2009. Casi lleno.
En el quinto toro, el esfuerzo portentoso de David Fandila El Fandi despertó al personal en un espectáculo hasta ese momento aburrido. Entonces tomó el relevo José Mari Manzanares y con un toreo bellísimo iluminó un espectáculo hasta entonces tenue. El alicantino, con un toro de Salvador Domecq, que se entregó con nobleza en la muleta, desplegó su torería a lo largo de una faena que fue como un mosaico luminoso al buen gusto, a la estética y, en definitiva, al toreo puro. Porque además de la carga de armonía y elegancia, el aficionado pudo palpar el toreo en su esencia, sin ningún tipo de aditamentos, ni de recursos. Comenzó con series cortas por el lado derecho hasta ir dando confianza a un astado que había sido protestado por su flojedad y que incluso había doblado las manos tras salir del caballo. Allí, dentro del reino del temple, llegó el cante grande, con un par de muletazos de mano baja, con la muleta tersa y también otros dos y un deslumbrante cambio de mano. Con la izquierda también dibujó algún natural de suma suavidad. La faena fue creciendo en sentimiento; con el público muy metido en ella. Y Manzanares empalmó cuatro derechazos en redondo con un molinete arrebatado, que arrebató al respetable. Un ayudado por alto, dado con todo el cuerpo, fue cumbre.
En la suerte suprema faltó contundencia: media estocada defectuosa. El público pidió mayoritariamente dos orejas, entre tanto el presidente, que fue abucheado, concedió sólo un trofeo. Con su toro anterior, también flojo, pero en este caso sin entrega, Manzanares dejó algún retazo de su singular tauromaquia, reluciendo en la faena un par de exprevisos derechazos, acompañados con la cintura.
El Fandi se mostró muy entregado ante su lote, destacando fundamentalmente en el tercio de banderillas, en el que se desenvolvió de manera espectacular, y en la variedad capotera.
Al mansote segundo lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas junto a tablas. Con la franela arañó una buena tanda al remiso animal. Con el quinto, que tuvo mucha cuerda, realizó una faena muy larga y desigual, que comenzó con un desarme y continuó con enganchones para alcanzar los mejores momentos en un par de tandas con la diestra. Mató de entera caída y fue premiado con una oreja, solicitada mayoritariamente.
El Juli se las vio con el lote más deslucido. Con su primero, pendiente de lo que se dejaba detrás, salvó la papeleta con gran técnica e incluso extrajo una meritoria tanda con la diestra. Con el cuarto, muy deslucido y sin recorrido, el madrileño se justificó en una porfía sin frutos.
El festejo tuvo un claro triunfador: Manzanares, todo un río de torería mediterránea que desembocó ayer junto al Ebro , en el coso de La Misericordia.
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