El Sicab más vanguardista

Fusión de tradición y vanguardia. Una apuesta por las nuevas tecnologías y los números europeos de calidad. Fuego, juegos de luces y nuevos pasos ecuestres. Éstas son las claves del espectáculo que ayer inauguró la XXIII edición del Salón Internacional del Caballo (Sicab), un montaje de unos 90 minutos de duración que lleva por título De hombres y caballos.

Un año más, y ya van 17, la Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española (Ancce), organizador del evento, ha contado con la experiencia de Antonio Moya como director del montaje. Cerca de 4.000 personas acudieron ayer al estreno, junto a figuras como el alcalde de Sevilla, Ignacio Zoido; Javier Conde, presidente de Ancee; y Elena Víboras, consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural.

Tal como afirmó a este medio el propio Antonio Moya, el montaje ha sufrido "un cambio radical" con respecto a otros años. "Por primera vez, hemos contado con una dirección artística, que incluye nuevas figuras, como por ejemplo un regidor, con la idea de hacer el espectáculo mucho más profesional y cuidar así la puesta en escena y todo lo relacionado con el sonido y las luces".

De hombres y caballos -que podrá verse hasta el 8 de diciembre en el Palacio de Exposiciones y Congresos- arrancó ayer con la intervención del Escuadrón de Caballería del Cuerpo Nacional de Policía con base en Sevilla, fiel a la cita, y la entonación de la salve rociera a cargo de tres tamborileros de la Hermandad del Rocío de Triana, entidad que este año homenajea Sicab con motivo del 200 aniversario de su fundación.

En total, nueve números donde participan unos 60 caballos (tanto españoles, como franceses y centroeuropeos) y 120 personas, entre jinetes y personal técnico. "Hemos hecho un gran esfuerzo económico este año para contar con la participación de los mejores jinetes de Europa, como Frédéric Pignon, y darle así el toque de calidad que le faltaba al espectáculo", señaló Antonio Moya antes de la inauguración.

La representación gira en torno a la vida de una yegua, desde que nace en las marismas del Guadalquivir hasta que es completamente domada. Para que el espectador pueda seguir el guión de la historia, la pista está coronada por una pantalla de catorce metros cuadrados, donde se proyecta tanto un audiovisual como imágenes en directo.

Uno de los primero números estuvo protagonizado por un grupo de diez potros de menos de un año de la Yeguada Candau, que realizó una cobra, figura creada por yeguas en otras ediciones. "La idea es mostrar el manejo y el dominio de estos animales, a pesar de su corta edad", reconoció Moya.

A continuación, Frédéric Pignon ofreció su número Libertad, donde dos corceles bailaron libres sobre la pista del Pabellón 3, siempre al compás y en perfecta simetría.

El Real Club de Enganches de Andalucía, a punto de cumplir 30 años, también participó ayer en el espectáculo con una demostración de coches de caballos tradicionales y de competición.

El toque de humor lo puso Patrice Raymond con Posta húngara, donde el jinete cabalgaba de pie sobre dos ponies a ritmo de jazz y con saltos de obstáculos incluidos. Raymond también apareció casi al final de la gala con su número Posta de fuego. En esta ocasión, una agrupación de caballos -primero de cuatro y luego de seis-, dirigidos por Patrice Raymond de pie sobre el lomo de los dos últimos, saltó varias barras recubiertas de fuego, uno de los números más aplaudidos por el público.

De hombres y caballos también contó con la participación, por primera vez en Sicab, del Centro de Alto Rendimiento Club Hípico Chipiona. Sus jinetes fueron los encargados de exhibir la elegancia de la doma clásica y sorprendieron con el baile de 12 corceles al compás de unos tanguillos de Cádiz.

El toque más rompedor lo pusieron Jérémy y Sélyne González, con el número Hip hop y caballos, y el Centro de Volteo Ararat Martín, con acrobacias ecuestres.

Frédéric Pignon volvió a aparecer al final de la ceremonia de inauguración para poner el broche final con la ayuda de tres robustos caballos negros, que se alzaron sobre sus patas traseras para gloria de su jinete. Un espectáculo donde el cambio de imagen es evidente.