El día en que ellas sean como ellos

Manos Unidas se centra en 2013 en el Objetivo 3 del Milenio contra la discriminación a la mujer

El presidente de Manos Unidas en Sevilla y la misionera colombiana en la redacción de 'Diario de Sevilla'.
El presidente de Manos Unidas en Sevilla y la misionera colombiana en la redacción de 'Diario de Sevilla'.
Ana Fernández

11 de marzo 2013 - 01:00

Hace 50 años, Manos Unidas nació en Madrid gracias a la voluntad de un grupo de mujeres. Hoy, miles de mujeres forman parte de los programas de cooperación al desarrollo con los que esta organización católica sin ánimo de lucro colabora. "También son mayoría, como voluntarias y trabajadoras, en las distintas delegaciones de la entidad en Andalucía", cuenta el presidente de Manos Unidas en Sevilla y uno de los pocos hombres que dirige una de las sedes locales en la región, Antonio Jesús Mateos. En este 2013, la campaña de la institución gira en torno al cumplimiento del Objetivo 3 del Milenio: Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer. Una misión que pretende cumplir y para lo que se apoya en el testimonio de misioneros que trabajan directamente en zonas deprimidas, como la religiosa colombiana Esperanza Arboleda, que durante varios días ha realizado un tour por parroquias y escuelas sevillanas explicando la situación de la mujer en estos países y los proyectos de mejora desarrollados gracias a la participación de la organización española.

A lo largo de todo el año, y bajo el lema No hay justicia sin igualdad, Manos Unidas centrará sus esfuerzos, aunque no será su único cometido, en paliar las desigualdades existentes entre la mujer y el hombre "con la idea de que la mujer consiga sus derechos y no sólo sus obligaciones", comenta Mateos.

Que las mujeres logren la autonomía para autogestionarse y ser autosuficientes es la clave para el desarrollo de la economía local de muchas de las zonas donde la misionera de la Madre Laura, Esperanza Arboleda, ha trabajado. Colaboradora de Manos Unidas durante 12 años en distintos proyectos con indígenas y campesinos en países como Colombia o Panamá, la hermana Arboleda se involucró con especial énfasis en proyectos de emprendimiento femenino, tanto con la creación de negocios artesanales y agrónomos regentados por mujeres, como a través de la formación con programas para los más jóvenes. "Muchos ya han llegado a la Universidad. Si defendemos los derechos humanos, defendemos los derechos de la mujer", reseña la misionera que encuentra en "la pobreza, el hambre, el maltrato y la falta de empoderamiento político por falta de liderazo" las principales causas de la desigualdad.

"En países como la India, por ejemplo, el abuso de mujeres y niñas es brutal. Muchas veces se ven abocadas a la prostitución al ser rechazadas por su propia familia", narra Antonio Jesús Mateos de su experiencia vivida en uno de los viajes de supervisión de los proyectos en la zona. Así, la promoción de la mujer es un objetivo prioritario de Manos Unidas, ya que es agente fundamental del desarrollo familiar y social y juega un papel decisivo en el ambiente económico. La desigualdad que padece aumenta la pobreza y la inseguridad alimentaria en el mundo.

Son muchos los factores que generan la discriminación que sufre la mujer. Manos Unidas, en su campaña de 2013, destaca cuatro de ellos como principales responsables de esta situación. La pobreza y el hambre es el primero de estos factores, ya que afectan especialmente a las mujeres. Más de la mitad de los 1.300 millones de personas que viven en la pobreza extrema son mujeres.

El analfabetismo es el segundo de los factores. Cerca de mil millones de personas no saben leer y las dos terceras partes son mujeres.

Manos Unidas lucha por erradicar el tercer factor de la desigualdad, el abuso sexual y el tráfico de mujeres y niñas, unos dos millones al año.

El cuarto de estos factores radica en la dificultad de la mujer para acceder a recursos naturales y al crédito, lo que impide el aumento de la productividad y de sus ingresos y agrava su situación precaria.

A estos condicionantes, se suman otros muchos como la discriminación en el acceso al trabajo, la falta de atención sanitaria durante la gestación o el matrimonio con menores. Una cruda realidad que hace que la balanza de la pobreza no sólo se desnivele entre Norte y Sur sino también entre hombre y mujer.

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