Una factoría de cultura
El Centro Creativo La Pícara ofrece una programación basada en música, teatro, danza y cursos de formación
En el número diez de la calle Curtidurías, en el barrio de San Vicente, hay un local que lleva tres décadas siendo referente de la creación teatral sevillana. Durante 24 años fue la sede de la compañía Atalaya, que ahora está radicada en Pino Montano. Después fue el turno de La Tarasca, que todavía sigue utilizando el espacio ocho años después de instalarse. Pese a tener distintos moradores, el local nunca ha perdido su carácter cultural y, hace ahora un año, empezó a gestarse en el mismo lugar el Centro Creativo La Pícara.
"Queríamos poner en marcha una escuela de artes escénicas que también pudiera acoger actuaciones, pero al final la programación adquirió gran importancia", explica Marina Terenti, fundadora y una de las ideólogas del espacio junto con Paco Enterría -que ha dejado el proyecto-, José Mitges y Juan Pablo Montero. En los primeros pasos de La Pícara, la actriz sevillana ha llevado el peso de la gestión de "una programación con 96 bolos en seis meses", explica Terenti, que asegura que embarcarse en este proyecto le ha permitido dejar atrás una vida "más cuadriculada".
Para poder abarcar la ingente cantidad de propuestas que llegan a La Pícara, la actriz sevillana ofreció a dos compañeras de profesión unirse a la iniciativa. Verónica Roiz Lafuente y Verónica Rodríguez son las componentes de Producciones Dicotómica, que desde mediados de marzo forman parte de la dirección del centro creativo. "Con la llegada de las Veros se fomenta la creación propia. Podemos producir espectáculos para que salgan fuera, además de los eventos que ya acogemos", señala Terenti.
De esta manera, se refuerza uno de los principios de La Pícara, que consiste en fomentar toda aquella iniciativa que implique un proceso creativo. Por ese motivo, la programación de teatro, danza contemporánea y música siempre ha consistido en obras inéditas o con una modificación sustancial del original. Un ejemplo de ello fue la revisión del Ricardo III de Shakespeare, representado por José Luis Fernández y adaptado por Joaquín Dholdán.
Sin embargo, la dirección de La Pícara no quiere dejar de lado la labor formativa con la que comenzó el espacio. En los meses de abril, mayo y junio la Asociación de Profesionales y Compañías para el desarrollo de la Danza (PAD) sigue ofreciendo sus cursos, que duran todo el año. Guillermo Weickert, María Cabeza de Vaca, Álvaro Frutos y Raquel Madrid serán los encargados de enseñar danza contemporánea -a nivel avanzado y de iniciación-. Una programación que se complementa con los cursos de percusión y bailes africanos.
El calendario de formación se completa con los talleres. El de escritura creativa, que se imparte los miércoles de 18:00 a 20:00; los de improvisación, los jueves de 17:00 a 19:00; y los de circo y teatro para niños, los viernes a las 17:00. Además, La Pícara acogerá los días 16, 17 y 18 de mayo un curso monográfico de esgrima teatral.
Después de seis meses funcionando a pleno rendimiento, Marina Terenti se muestra muy satisfecha con la evolución del espacio, destacando su condición de punto de encuentro: "Hemos llegado a todo tipo de público. Aquí se han hecho, incluso, reuniones de vecinos". La actriz hace hincapié en la flexibilidad que permiten las dos salas principales, ya que pueden acoger cualquier tipo de iniciativa: "No es un lugar sólo para artistas. Es un espacio abierto a niños, mayores, estudiantes, profesionales y valores emergentes", apunta Terenti.
En este sentido, Producciones Dicotómica realizará una importante aportación de cara a la próxima temporada, ya que uno de sus proyectos consiste en "acercar las artes escénicas a personas con algún tipo de diferencia sensorial", apunta Verónica Roiz, que también es docente, y añade: "Nuestra obra La primavera de Lola está adaptada a lengua de signos y estamos comenzando con la audiodescripción". Por su parte, Verónica Rodríguez hace hincapié en otro tipo de accesibilidad, la económica: "Queremos acoger espectáculos de gran calidad a los que vengan estudiantes, que no pueden permitirse pagar 20 euros todas las semanas por ver una obra de teatro o una pieza de danza". De esta manera, se cumpliría la voluntad de estos gestores culturales, que es hacer de La Pícara un espacio disponible para todos.
Los promotores de esta idea están de acuerdo en afirmar que, en la actualidad, han surgido varios espacios similares al suyo. "Nos gusta decir que Sevilla es un gran cocedero, donde surgen nuevas salas porque la propia cultura lo demanda", asegura Rodríguez, mientras que Marina Terenti hace referencia a que existen "mentes inquietas que tienen la necesidad de trabajar y exponer lo que hacen". Esta actriz sevillana percibe que el éxito de La Pícara se debe a que han proporcionado un espacio a muchas propuestas de la cultura "que no se ve apoyada desde las instituciones". Una sede para la cara B de una ciudad que cada vez tiene mayor impulso.
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