Un monólogo para reírse de la hecatombe

Analizar la realidad sin paños calientes, decir verdades sin tapujos y, al mismo tiempo, no incomodar al espectador, sino provocarle la carcajada: éste es el poder del humor según Manu Sánchez. El cómico nazareno se dejó ver ayer por las setas de la Encarnación, donde realizó una breve actuación con la que presentó a los viandantes su espectáculo El último santo. La propuesta, cuya gira comenzará en Algeciras el 4 de diciembre, tendrá dos funciones, a las 18:30 y a las 21:30, el 7 de diciembre en el Auditorio Fibes, y promete cuestionar con sarcasmo aquello que preocupa a la sociedad.

Humo colorado y los acordes de The show must go on, de Queen, ambientaban la puerta sur del Mercado de la Encarnación, mientras el público se impacientaba por verle. "Nos han dicho que aquí está Manu Sánchez y nos encanta", se excusaba una joven al paso de un ciclista. Poco después de las seis y media de la tarde, con medio centenar de personas esperando su aparición, el humorista empezó a interpretar su particular versión del tema de la famosa banda. Con esta nueva letra de la popular canción, presentó a su personaje, "al que llaman el ángel caído porque a todo el mundo le cae bien". Con indumentaria negra y roja y un flequillo desfilado, el showman dijo haber dudado entre hacer esta aparición en la Torre Pelli o en las setas, "los dos claros ejemplos de que en Sevilla está próximo el apocalipsis". Porque de eso trata su nuevo espectáculo: de la catástrofe a la que se encamina la sociedad actual.

Manu Sánchez, después de citar a 70.000 espectadores con El rey solo. Mi reino por un puchero, del que sigue ofreciendo funciones, quiere hacer un viaje hacia la hecatombe con una parodia del que estuvo en el cielo y el infierno, otro personaje real, la majestad satánica, con El último santo, también de la productora 16 Escalones. Sánchez, en su papel, se dirigió al auditorio como el que inventó los grupos de WhatsApp; el que puso la v al lado de la b en los teclados; el que le dijo a Enrique Iglesias que servía para cantar; el que puso la salida de humo del Blanco Cerrillo para la calle Tetúan; el que pone reggaeton en las casetas de feria... ése que pisó el cielo y bajó al infierno y que anima a los "pecadores" a no perderse esta invitación a disfrutar de 110 minutos de monólogo para reírse de la hecatombe, una propuesta que promete ser tan destructiva como vitalista.