Un paseo por la Avenida de principios del siglo XX

Una ruta por la arquitectura regionalista del centro de la ciudad cuenta la historia de edificios de Espiau, González y Talavera

Un grupo de visitantes inicia el recorrido en el Arquillo del Ayuntamiento.
Noelia Mejías Cuenca

cultura construcciones tras el modernismo, 10 de agosto 2013 - 01:00

Probablemente, en el imaginario colectivo de la ciudad el nombre de Aníbal González se traduzca automáticamente en una imagen de la Plaza de España. Pero ni ésta es la única obra del arquitecto sevillano, ni González es el único representante de la arquitectura de principios del siglo XX en la ciudad. Junto a él, José Espiau y Juan Talavera Heredia son los arquitectos más destacados de la Sevilla de aquella época. Las muestras de sus trabajos son visibles a través de un paseo por la Avenida de la Constitución, y esa es la propuesta que hace la empresa Alminar Servicios Culturales con la visita guiada El regionalismo en Sevilla.

El Arquillo del Ayuntamiento es el kilómetro cero del itinerario que realiza un recorrido por un estilo arquitectónico tan variopinto como es el regionalismo. En 1910, Francisco Javier de Lepe, concejal de la ciudad, ordenó remodelar la fisonomía urbana con vistas a la Exposición Iberoamericana que se celebraría en 1929, por lo que pidió a los arquitectos, que presentaron proyectos hasta de 21 casas distintas, que buscaran en el pasado de la ciudad. El modernismo, plasmado en fachadas con elementos y molduras que dan vida a la construcción, es el estilo arquitectónico que precede al regionalismo. Aníbal González, tras estudiar en Madrid, viajó a Francia, donde comprobó cómo es el modernismo de primera mano. Este estilo alcanzó su esplendor en Sevilla entre los años 1904 y 1912, pero Francisco Javier de Lepe quiso que se plasmara lo típico y lo tópico de la ciudad en los edificios.

Rosa García, la persona que guía esta visita, explica a los asistentes la sobriedad que reinaba en las construcciones de la Plaza Nueva hasta que Juan Talavera Heredia rompió los esquemas con el edificio de la Telefónica, situado en la esquina de la plaza que linda con la Avenida. Talavera busca el neobarroco y pasa de los edificios de dos plantas a uno de cuatro plantas encumbrado por un torreón que se asemeja a la parte superior de la Giralda. El diseño del arquitecto levantó ampollas en la época y fue calificado por la Academia de las Artes de "una auténtica aberración". Su profusión ornamental contrasta con la sobriedad del resto de la plaza.

El grupo de visitantes comienza a bajar por la primera parte de la Avenida, la antigua calle Génova, en la que se detienen frente a la Casa de la Adriática (donde está la conocida Confitería La Filella). José Espiau se inspiró para esta construcción en el estilo neoplateresco del Ayuntamiento, aunque no es el único presente, pues tiene azulejería típica mudéjar y balcones de estilo neogótico similar al de la cercana Catedral.

Más adelante, la guía de esta ruta por la arquitectura regionalista se detiene para mostrar una casa que en apariencia parecen tres distintas. La obra pertenece a Aníbal González, situada al lado del edificio de Fnac, y busca el estilo mudéjar, aunque incorpora el ladrillo visto, elemento típico del modernismo. González saca la decoración interior del hogar hacia fuera y la plasma en sus fachadas. El edificio posee tres cuerpos bien diferenciados. Uno central en ladrillo tallado y dos anexos de paramentos encalados y azulejería. Rosa García, que explica y responde a las inquietudes de los ciudadanos en la visita, cuenta que la familia de Aníbal González montó un negocio de azulejería en pleno Prado de San Sebastián, por eso es común en sus construcciones la introducción del azulejo como en la "preciosa" balaustrada de la Plaza de España.

La casa conocida popularmente como la Casa de la Torrecita (esquina de la Avenida de la Constitución con García de Vinuesa) es una obra cumbre de Aníbal González, en la que plasma su regionalismo más puro. El edificio, construido entre 1915 y 1917, destaca por la torre, cuya terminación se asemeja a una cúpula de las muchas iglesias que coronan el cielo de la ciudad, incluso está rematada por una cruz forjada.

Los visitantes posan sus ojos en la casa de color grisáceo que se encuentra frente a la Puerta de San Miguel de la Catedral. José Espiau, artífice de ésta, la diseñó para el Marqués de Villamarta. El estado de conservación de ésta no es el idóneo, ya que, según afirma Rosa García, "si la fachada estuviera limpia saldrían a la luz las pinturas y el color rojizo de los ladrillos". El arco principal es del siglo XIV y están presentes elementos que recuerdan a la Catedral, situada enfrente, como la balaustrada y los arcos ojivales.

El Archivo de Indias, el antiguo Teatro Coliseo (que antes de proclamarse la II República iba a llevar el nombre de la Reina Victoria), la Iglesia de Nuestra Señora de Jesús (último reducto de la primitiva Universidad de Sevilla) y la Puerta de Jerez son algunos de los lugares que esta visita deja al descubierto a través de la arquitectura.

El Hotel Alfonso XIII es el punto final de este recorrido, de aproximadamente dos horas, por el estilo regionalista que cada arquitecto llevó a un terreno distinto. José Espiau y Francisco Urcola fueron los autores del proyecto que ganó el concurso organizado por el Ayuntamiento para la construcción de un hotel. Los dos millones presupuestados, en un principio, fueron ampliamente superados por la calidad de los materiales que se utilizaron, hasta llegar a los seis millones.

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