Camino de Santiago

Etapa 6 del Camino Primitivo: Berducedo - Grandas de Salime | El largo descenso

La larga bajada hasta el Embalse de Salime protagoniza esta etapa.

La larga bajada hasta el Embalse de Salime protagoniza esta etapa. / Emilio J. De los Santos

El Camino Primitivo continúa desplegando mucha belleza en su sexta etapa. Si la anterior jornada se caracterizó por ir en subida en su mayor parte, la que ahora nos ocupa es al contrario: con más de 1.000 metros de desnivel negativo acumulado. El Embalse de Salime será, sin duda, el gran atractivo.

La etapa es de 20 kilómetros. La distancia es muy asequible, pero puede resultar molesta para aquellos que sufran de rodillas, pues hay una bajada constante de 8 kilómetros. En general, es progresiva, pero hay algún que otro tramo incómodo.

Echando la vista atrás hacia el valle donde se asienta Berducedo. Echando la vista atrás hacia el valle donde se asienta Berducedo.

Echando la vista atrás hacia el valle donde se asienta Berducedo. / Emilio J. De los Santos

Tomamos como referencia para salir la Iglesia de Santa María de Berducedo. La calle que baja llega a un cruce junto a un albergue privado. Tomamos la derecha para trazar una amplia curva que termina de salir de la población. Pisamos tierra y arranca un repecho que supera el desnivel de El Campón.

Arriba, nos incorporamos a un sendero más amplio que llega por la derecha. Estaremos poco tiempo por él, pues a la primera salida subimos otra cuesta por la Loma de Prida Madera. Atravesamos un cortafuegos e inmediatamente llegamos a una sinuosa carretera local.

La Iglesia de Santa María Magdalena, en La Mesa. La Iglesia de Santa María Magdalena, en La Mesa.

La Iglesia de Santa María Magdalena, en La Mesa. / Emilio J. De los Santos

Durante 2 kilómetros avanzamos por este cómodo carril, con vistas al bucólico Valle del Carballín. Así alcanzamos La Mesa. Cuenta con bar y albergue. Hasta aquí llevamos algo más de 4 kilómetros de la etapa.

Pasamos ante la Iglesia de Santa María Magdalena y poco después de un albergue. La calle dobla a la derecha y, unos metros después, se bifurca. Vamos a la izquierda, en subida por un paraje llamado Las Rozadas. Ascendemos unos 175 metros en algo más de 1,5 kilómetros.

Un carril asfaltado sube una cuesta tras pasar La Mesa. Un carril asfaltado sube una cuesta tras pasar La Mesa.

Un carril asfaltado sube una cuesta tras pasar La Mesa. / Emilio J. De los Santos

A un kilómetro de la bifurcación, el carril da un giro en ángulo recto a la izquierda. Ahora veremos perfectamente los aerogeneradores situados sobre la dorsal de la Peña de Los Coriscos. Unos pasos más adelante, comienza el larguísimo descenso. Vamos a pasar de los 1.007 metros de altitud de este punto a 175 en la presa de más abajo. Como hemos dicho previamente, son algo más de 8 kilómetros de descenso.

La aldea de Buspol. Aquí dejamos atrás el asfalto. La aldea de Buspol. Aquí dejamos atrás el asfalto.

La aldea de Buspol. Aquí dejamos atrás el asfalto. / Emilio J. De los Santos

Tras la curva en 90 grados de antes, caminamos otro kilómetro por asfalto. En una horquilla a la izquierda, las señales nos sacan por un sendero de tierra y tierra flanqueado por muretes de piedra. Llegamos a la aldea de Buspol, donde podremos visitar la Capilla de Santa Marina.

Bajo esas nubes está el Embalse de Salime. Bajo esas nubes está el Embalse de Salime.

Bajo esas nubes está el Embalse de Salime. / Emilio J. De los Santos

Al salir de la pequeña población, nos aguarda una pradera preciosa que parece flotar sobre las nubes que habitualmente dan contra las montañas y se concentran en el valle de abajo. Ahora es cuando el terreno comienza a inclinarse más para descender hasta el Embalse de Salime. Durante gran parte de lo que resta de etapa vamos a rodear este pintoresco pantano ubicado entre las verdes montañas.

La bajada zigzaguea por un camino muy pedregoso al principio. La bajada zigzaguea por un camino muy pedregoso al principio.

La bajada zigzaguea por un camino muy pedregoso al principio. / Emilio J. De los Santos

El primer tramo de la prolongada bajada sigue un camino con muchas piedras que va perdiendo altura en frecuentes zigzags. Si  el día está despejado, aquí ya podemos distinguir, al otro lado del valle, Grandas de Salime, pero nos queda aún mucho por caminar.

El Embalse de Salime. Rodearlo nos llevará un buen rato. El Embalse de Salime. Rodearlo nos llevará un buen rato.

El Embalse de Salime. Rodearlo nos llevará un buen rato. / Emilio J. De los Santos

El zigzagueo termina al colocarse a media ladera sobre el embalse. Ahora se endereza y una pista forestal más amplia recorre el perfil de la falda de la montaña. La bajada aquí se siente más suave. El paisaje es de gran belleza. Iremos admirándolo desde distintos algunos conforme avancemos. Pasado un barranco, el perfil parece amortiguarse con alguna leve subida. El camino se aparta algo de la presa.

El camino baja por la ladera. En el segundo tramo, el desnivel es más suave. El camino baja por la ladera. En el segundo tramo, el desnivel es más suave.

El camino baja por la ladera. En el segundo tramo, el desnivel es más suave. / Emilio J. De los Santos

Justo en el kilómetro 12 de la etapa, las señales nos sacan de la pista forestal. Entramos en un estrecho sendero que pronuncia su inclinación descendente a través de un denso bosque. Nos obliga a frenar, pues pese a que hay varios zigzagueos para suavizar la pérdida de cota, daremos con algún tramo que puede ser resbaladizo o de pisada complicada.

Las señales nos sacan del sendero principal para bajar por un denso bosque. Las señales nos sacan del sendero principal para bajar por un denso bosque.

Las señales nos sacan del sendero principal para bajar por un denso bosque. / Emilio J. De los Santos

Tras un 1,5 kilómetros por la trocha, nos topamos con la carretera AS-14 y con un paisaje realmente espectacular: el río Navia baja por un estrecho desfiladero que nace desde la alta pared del Embalse de Salime. Cuidado con las distracciones porque hay tráfico por la zona.

Abajo, nos aguarda la carretera. Por ella pasamos sobre el muro de la presa. Abajo, nos aguarda la carretera. Por ella pasamos sobre el muro de la presa.

Abajo, nos aguarda la carretera. Por ella pasamos sobre el muro de la presa. / Emilio J. De los Santos

Vamos hacia la izquierda, a la pared de la presa. Antes, tenemos el Mirador de la Boca de la Ballena, que es un espectacular balcón construido sobre la propia roca y que ofrece una panorámica genial de todo el valle... o eso dicen: por desgracia, una cancela cerrada nos impide entrar.

El paisaje es muy pintoresco y nos hará parar a cada poco para sacar fotos. El paisaje es muy pintoresco y nos hará parar a cada poco para sacar fotos.

El paisaje es muy pintoresco y nos hará parar a cada poco para sacar fotos. / Emilio J. De los Santos

Avanzamos por la AS-14, que pasa sobre el muro del embalse. Hay unas plataformas que nos permitirán admirar el pantano. El Embalse de Salime es de uso hidroeléctrico y se inauguró a mediados de la década de 1950. Su pared tiene una altura de 128 metros. Bajo sus aguas yace el pueblo de Salime, que fue inundado. Cuando baja el nivel, dicen que pueden emerger sus edificios. Observaremos que junto al salto de agua, en los laterales, hay unas construcciones abandonadas. Son las antiguas casas usadas por los trabajadores de la obra.

El tramo final es una subida por un tramo de carretera, aunque siempre ofreco bellas estampas. El tramo final es una subida por un tramo de carretera, aunque siempre ofreco bellas estampas.

El tramo final es una subida por un tramo de carretera, aunque siempre ofreco bellas estampas. / Emilio J. De los Santos

Continuamos por la carretera, que describe una curva antes de iniciar un constante ascenso. Ahora sí tenemos un arcén por el que caminar. A 1 kilómetro de la presa está el poblado de El Salto, donde hay un hotel con un bar.

La parte final de esta etapa es muy monótona, pues afrontaremos una subida siguiendo el asfalto durante cuatro largos kilómetros. El paisaje es espectacular, pero caminar por el lateral de una calzada siempre es cargante. No obstante, aún podremos disfrutar de varios miradores que ofrecen puntos de vista interesantes del entorno.

Tras la curva cerrada de la AS-14, unas señales nos sacan del asfalto para afrontar el último kilómetro y medio por sendero. Tras la curva cerrada de la AS-14, unas señales nos sacan del asfalto para afrontar el último kilómetro y medio por sendero.

Tras la curva cerrada de la AS-14, unas señales nos sacan del asfalto para afrontar el último kilómetro y medio por sendero.

Iglesia de El Salvador de Grandas de Salime Iglesia de El Salvador de Grandas de Salime

Iglesia de El Salvador de Grandas de Salime / Emilio J. De los Santos

Aproximadamente a unos 2 kilómetros de la meta, la carretera describe una curva muy cerrada en una trinchera de roca. El Camino deja por esta zona el arcén para colocarse sobre una pista forestal ligeramente por encima de la AS-14. Se agradece mucho el cambio. Así se llega al final de la etapa.

Grandas de Salime es una localidad pequeña, pero que sorprenderá por la gran cantidad de servicios que ofrece a los peregrinos. Se trata también de la última parada que haremos en Asturias, pues en la siguiente jornada el Camino Primitivo accede a Galicia.

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