Rutas de senderismo

Etapa 1 del Camino Primitivo: Oviedo-Grado | Un inicio exigente

Algunos tramos sorprenden por los densos bosques que atraviesan.

Algunos tramos sorprenden por los densos bosques que atraviesan. / Emilio J. De los Santos

Según la tradición jacobea, en el siglo IX, se halló el sepulcro del apóstol Santiago en un monte deshabitado de Galicia. La noticia tuvo tal relevancia que el rey Alfonso II el Casto partió a verlo de inmediato. Se convirtió así en el primer peregrino. Salió de Oviedo, capital por entonces del Reino de Asturias, y se dirigió a lo que actualmente es Santiago de Compostela. Esta ruta que realizó es lo que hoy conocemos como Camino Primitivo, el más antiguo de todos.

El Camino Primitivo bordea la zona más occidental de la Cordillera Cantábrica para buscar las tierras gallegas, visitar Lugo y encaminarse a la capital compostelana. Esta característica lo convierte en uno de los caminos con el perfil más duro, pero también en uno de los más hermosos gracias a los bellos parajes montañosos que atraviesa.

Se trata de un trayecto de 13 etapas hasta Santiago de Compostela, con un total de 319 kilómetros. En Melide, desemboca en el Camino Francés y comparte dos jornadas con esta popular ruta. En las próximas semanas vamos a ir detallando este recorrido que atraviesa tierras asturianas y gallegas.

Etapa 1: Un aviso de que esto no es un paseo

Efectivamente, la primera etapa del Camino Primitivo aúna muchos elementos que caracterizan este recorrido: etapa relativamente larga y con un perfil ondulado. Aunque cuenta con un tramo urbano en su salida, sorprenderá por sus bucólicos paisajes. Esta primera jornada es bonita, aunque ni por asomo es lo que nos aguarda unos kilómetros más adelante.

El Caminio Primitivo arranca a los pies de la Catedral de San Salvador de Oviedo. El Caminio Primitivo arranca a los pies de la Catedral de San Salvador de Oviedo.

El Caminio Primitivo arranca a los pies de la Catedral de San Salvador de Oviedo. / Emilio J. De los Santos

Como se ha dicho, arranca de Oviedo, capital asturiana, y llega a la localidad de Grado tras algo más de 27 kilómetros. Es una distancia respetable para ser una primera etapa y el perfil da pocos respiros, especialmente en la parte intermedia. Nos aguardan muchas localidades de pequeño tamaño en la ruta. Algunas tienen servicios. De momento, no nos internamos en una zona demasiado solitaria.

El punto inicial es la Catedral de San Salvador de Oviedo, como no podía ser de otra manera. Se trata de un templo gótico que llama la atención por su impactante fachada con tres puertas. Tiene una alta torre de 80 metros de alto. Por dentro, destaca por su imponente retablo mayor y el tesoro que alberga: la Cruz de la Victoria (símbolo de Asturias), la Cruz de los Ángeles, la Caja de las Ágatas o el Arca Santa, que guarda un trozo del madero de la cruz en la que crucificaron a Cristo o el Santo Sudario. 

Nos aguardan cuatro kilómetros para salir de Oviedo. Se hará pesado. Nos aguardan cuatro kilómetros para salir de Oviedo. Se hará pesado.

Nos aguardan cuatro kilómetros para salir de Oviedo. Se hará pesado. / Emilio J. De los Santos

Desde la Plaza de la Catedral, tomamos la Calle Águila, donde veremos la bifurcación del Camino Primitivo y del Norte por la Costa (este ramal conecta con Avilés para seguir la variante que llega desde Gijón recorriendo el litoral asturiano). Nosotros vamos por el interior, así que doblamos a la izquierda por la Calle Schultz hasta la Plaza de Juan XXIII.

Nos aguarda un callejeo largo y pesado durante cuatro kilómetros. Debemos seguir unas conchas metálicas que hay en el acerado, aunque es posible que haya algunos puntos confusos. Vamos dejando el centro por la Calle la Luna y, en la bifurcación, enfilamos la Calle Covadonga. Continuamos por Melquíades Álvarez, pasando ante la Iglesia de San Juan el Real. Cambia de nombre a Calle Independencia y llega a la Avenida de Santander. Cruzamos para ir por la parte peatonal (Avenida Fundación Príncipe de Asturias). En la rotonda, salen dos avenidas. Tomamos la que va más a la izquierda (Calle Marcelino Suárez). 

Peregrino de piedra casi a la salida de Oviedo. Peregrino de piedra casi a la salida de Oviedo.

Peregrino de piedra casi a la salida de Oviedo. / Emilio J. De los Santos

Seguimos el límite de un parque sin desviarnos hasta la Calle Luis Sela Sampil. En otro parque que alberga un nido de ametralladoras de la Guerra Civil, doblamos a la derecha para superar las vías del tren FEVE por una pasarela. Así entramos en el barrio de Argañosa. Giramos a la izquierda para seguir la Calle Bermudo I El Diácono y atravesamos la glorieta de frente hasta una gasolinera. Viramos a la derecha en ligera subida por la Calle Cudillero hasta otra rotonda. Vemos por aquí una estatua de un peregrino de piedra: es señal de que no nos hemos perdido. Al llegar a otro parque, vamos a la izquierda rodeando el recinto ajardinado. La Calle Muros de Nalón avanza junto al Recinto Multiusos de Oviedo. En el lateral, la Calle Navia es una vía sin salida, pero nosotros subimos la cuesta que va por el cerro. Ahora, sí: nos despedimos de la ciudad por fin.

Lo bueno es que el entorno urbano queda atrás de forma abrupta. A partir de este punto vamos a ir por un paisaje bastante rural encadenando pistas y carreteras locales. Sobre la loma, hacemos una breve visita a San Lázaro de Paniceres. Al atravesar la aldea, ignoramos los caminos laterales que van saliendo. A unos metros, describimos una giro cerrado a la izquierda porque no vamos a entrar en el pueblo de El Carbayón. Justo aquí llevamos 5 kilómetros de esta etapa. A unos 100 metros, doblamos a la derecha en la próxima encrucijada.

Bello paisaje al salir de Oviedo. Bello paisaje al salir de Oviedo.

Bello paisaje al salir de Oviedo. / Emilio J. De los Santos

Se impone ahora un sendero de tierra al fin. Es estrecho y ondulado, pero cómodo. A la derecha, tenemos una constante ladera en subida; a la izquierda un extenso valle con unas bonitas vistas a las montañas de la Cordillera Cantábrica. Avanzamos así dos kilómetros hasta la Ermita del Carmen de Llampaxuga.

Iglesia de Loriana. Iglesia de Loriana.

Iglesia de Loriana. / Emilio J. De los Santos

La pista comienza a bajar para superar el Reguero de la Huerta y acto seguido encadenar un leve ascenso hasta la localidad de Loriana. Pasamos junto a su iglesia con el típico cementerio anexo. En unos 300 metros, nos colocamos en el lateral de la carretera AS-371. Vamos rumbo al Río Nora, pero justo antes la señalización nos saca de la carretera por la derecha para que superemos su cauce por el Puente de Gallegos, del que se tenía ya constancia en el siglo XIII, pero que fue destruido en 1934.

Puente de Gallegos. Puente de Gallegos.

Puente de Gallegos. / Emilio J. De los Santos

Al pasar la reconstruida infraestructura, regresamos a la AS-371 y accedemos a la población de Gallegos. Son muchas casas diseminadas a ambos lados de la carretera. Seguimos la larga recta que las atraviesa hasta que veamos que las flechas nos sacan por el flanco derecho para bajar a un precioso bosque de castaños y robles muy próximo al río.

Tras Gallegos, nos internamos en un denso bosque. Tras Gallegos, nos internamos en un denso bosque.

Tras Gallegos, nos internamos en un denso bosque. / Emilio J. De los Santos

El agradable paseo es de un kilómetro. Un giro brusco a la izquierda nos presenta la primera cuesta importante de este camino primitivo. La subida a El Escamplero es de un par de kilómetros que remontan 150 metros con algún repecho fuerte. Por suerte, hay un pequeño descanso a mitad de ascenso.

Subida a Escamplero. Subida a Escamplero.

Subida a Escamplero. / Emilio J. De los Santos

Al llegar a El Escamplero llevamos recorrido algo más de 13 kilómetros de esta primera etapa. Por aquí hay un bar y un albergue, por si alguien se ve sin fuerzas... Tras las cuestas, damos con una rotonda. Vamos por la carretera que va hacia la izquierda, la AS-372. Por ella, atravesamos la dispersa población. A la salida, dejamos de pisar el asfalto para atajar y evitar la amplia curva que describe la calzada. Unos metros más adelante volvemos al arcén. 

Llegamos a la aldea de Valsera, donde está la Ermita de Fátima junto a un merendero. Es un buen sitio donde descansar un poco. Tras esto, las flechas nos hacen bajar buscando el Puente del Río Andallón, pero antes descubrimos un bucólico valle que alterna algunos bosques con praderas y donde hay algunas granjas y molinos. 

Ermita de Fátima, con un merendero al lado. Ermita de Fátima, con un merendero al lado.

Ermita de Fátima, con un merendero al lado. / Emilio J. De los Santos

En la otra margen del Andallón, tomamos la carretera AS-314 y subimos un poco para acceder a Premoño, pueblo donde está la Iglesia de Santa Ana, que conserva aún restos de un antiguo hospital de peregrinos.

El bucólico paisaje alterna bosques y praderas. El bucólico paisaje alterna bosques y praderas.

El bucólico paisaje alterna bosques y praderas. / Emilio J. De los Santos

Al salir de la población, dejamos la carretera por la derecha. La vereda alterna nuevamente bosques con praderas. El recorrido se acerca mucho al Embalse Valduno II, que recoge las aguas del Río Nalón, el más importante de Asturias. En 2,5 kilómetros estamos en Paladín. Al final de la aldea, cruzamos el Arroyo de Soto por un puente y, acto seguido, doblamos a la izquierda para acercarnos de nuevo al Nalón.

Acompañamos su orilla, primero por tierra y después por la carretera AS-372. Poco a poco, el Nalón se irá encajonando entre dos peñas en un paisaje muy pintoresco. Al pasar una venta y varias instalaciones eléctricas, tenemos el Puente de Peñaflor, que nos conduce a la carretera N-634. Precaución aquí porque el tráfico es abundante.

Vistas desde el Puente de Peñaflor. Vistas desde el Puente de Peñaflor.

Vistas desde el Puente de Peñaflor. / Emilio J. De los Santos

Por suerte, abandonamos la Nacional en 300 metros, para enfilar la calle principal del pueblo de Peñaflor. Tras las últimas casas, doblamos a la derecha para pasar por un túnel bajo las vías del tren FEVE.

Sin pérdida, caminamos los últimos kilómetros por una zona sin árboles, con campos de cultivos. Volvemos a cruzar, esta vez a nivel, las vías del tren y por fin entramos en Grado. La Calle Jove y Valdés desemboca en una glorieta. Nos reencontramos aquí la Nacional. La seguimos hacia la derecha. Tras otras dos rotondas, damos con el Parque de Arriba. El albergue municipal está al otro lado. 

Algunos edificios de Grado son antiguos palacetes de indianos. Destacan por sus coloridas fachadas. Algunos edificios de Grado son antiguos palacetes de indianos. Destacan por sus coloridas fachadas.

Algunos edificios de Grado son antiguos palacetes de indianos. Destacan por sus coloridas fachadas. / Emilio J. De los Santos

Grado o Grau cuenta con todos los servicios y es una localidad con bastante encanto gracias a los palacetes indianos de vistosos colores que hay en su centro urbano. Cuenta también con restos de una antigua muralla medieval. La calle peatonal Manuel Pedregal es la que concentra gran parte de su buen ambiente. 

Lo dicho, etapa distraída y algo dura para ser la primera. Es larga y presenta con muchas subidas y bajadas cortas que pueden cansarnos bastante. Es un calentamiento en toda regla para todo lo que nos aguarda más adelante.

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