La sensibilidad de un devoto humilde
'El hombre que esculpió a Dios', una adaptación teatral de la novela homónima de Fernando Carrasco, ahonda en la figura de Juan de Mesa
Una historia, la del imaginero cordobés Juan de Mesa y Velasco y de la producción de la imagen de Jesús del Gran Poder; una pluma que le dio forma al relato, la del recientemente fallecido periodista y escritor Fernando Carrasco; un escenario, la Sala de la Virgen del Hospital de La Caridad, y un tiempo, el de cuaresma. La ecuación no podía sino enamorar a Sevilla, que se ha rendido ya en cinco ocasiones a las expectativas y al buen hacer sobre las tablas de los jóvenes de La Contenida. Este fin de semana culminarán las últimas representaciones de El hombre que esculpió a Dios, la obra que la citada compañía adaptó de la novela homónima de Fernando Carrasco.
En apenas unos días, recuerda el director de la obra, Gustavo Adolfo García Mendoza, se vendieron todas las localidades. Depués, se decidió que la función de los sábados fuese doble, a las 18:00 y a las 20:00. Aun así, seguramente, como adelanta el director, se retomarán las funciones después de Semana Santa "si todo sigue tal y como se prevé, pues las expectativas son buenas". Él está al frente del equipo de cuatro actores que han llevado a escena la exitosa novela del periodista Fernando Carrasco, que falleció de un infarto el pasado jueves al término de un ensayo de la obra. Por expreso deseo de la familia, no se ha cancelado ninguna representación, sino que las que restan serán el perfecto homenaje para el autor. La novela de Carrasco cuenta con dos partes, una histórica y otra actual, en la que la profesora del Instituto Andaluz de Patrimonio (IAPH) Laura Moreno es requerida para investigar la posible falsificación de una de las más importantes imágenes que procesionan en la Semana Santa, un crucificado barroco de gran valor. Pero en la obra de teatro esta parte se suprime, centrándose la puesta en escena en la histórica, en la narración de cómo pudo ser la elaboración de la imagen de Jesús del Gran Poder por Juan de Mesa y cuál pudo ser el contexto personal del imaginero, según lo imaginó Fernando Carrasco. Un relato en el que intervienen Juan Martínez Montañés, maestro del imaginero cordobés; Francisco de Asís Gamazo, aprendiz de ambos, y María Flores, la esposa de Juan de Mesa y Velasco.
La joven compañía La Contenida surge en la Asociación Teatral TomaTeatro, afincada desde hace once años en el Colegio Santa Ana. Hace un año, este grupo de actores -Juan Collantes de Terán, como Juan de Mesa y Velasco; Pedro García Mendoza, como Juan Martínez Montañés; Mario Boraita, como Francisco de Asís Gamazo, y Candela Cruz, como María Flores- formó La Contenida para llevar a término su inquietud por representar obras basadas en personajes históricos de Sevilla. "La obra de Fernando cayó en nuestras manos por casualidad, hablamos con él y dijo que nunca había pensando en llevar al teatro su novela", cuenta Gustavo Adolfo García Mendoza, director de la obra, quien recuerda la disposición del autor a la hora de adaptar el texto y montar la representación.
A lo largo de 70 minutos de intensos diálogos y monólogos en un ambiente intimista donde la cuarta pared se elimina, los espectadores -alrededor de unos 80 por función- se reconocen en los sentimientos, las inquietudes y los miedos de los personajes, sobre todo de los de Juan de Mesa y Velasco, quien es representado como un hombre extraordinariamente humilde y temeroso de Dios, absorbido y obsesionado por su trabajo, que es más que imaginería: es fe. Y son el amor por el Creador del imaginero y a su sensibilidad humana las razones que se presentan como causas de la perfección representativa que Mesa alcanzó con la producción de Jesús del Gran Poder, aparte de sus capacidades técnicas. En contraposición al personaje central, está el de Juan Martínez Montañés, retratado como un artista vanidoso que no reconoce haber sido superado por su discípulo y alumno aventajado Juan de Mesa y Velasco, y un hombre mujeriego, conflicto y de trato difícil. La obra se completa con María Flores, quien es el reflejo de la vida familiar y personal del imaginero cordobés; mientras el personaje de Francisco de Asís Gamazo, que fue discípulo de Montañés y luego de Mesa, actúa como narrador y como mediador entre ambos maestros.
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