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Cómodos, versátiles, favorecedores y protagonistas de todo buen look, los vestidos son ese aliado de estilo que nos salva en cualquier evento. Pero los vestidos son mucho más que una simple prenda. Asociados a las modas del momento y a las necesidades femeninas, los vestidos han ido evolucionando y, si bien cada década tiene su vestido icónico, hay vestidos que siempre serán los imprescindibles de cualquier buen fondo de armario que se precie. Babydoll, little black dress, camisero, slip dress… Estos son algunos de los vestidos imprescindibles que no deben faltar en un buen fondo de armario y que ya son historia de la moda.
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M. G.
Si hay un vestido que debe estar en cualquier fondo de armario, ese es el Little black dress, que no es más que un vestido negro. Atemporal y versátil, el LBD ha sufrido todo tipo de transformaciones, adaptándose a las circunstancias del momento y a las necesidades de las mujeres. Como no podía ser de otra forma, Coco Chanel fue la primera que esbozó su diseño a principios del siglo XX y Audrey Hepburn lo catapultó a la fama en la versión de Hubert de Givenchy que lucía frente al escaparate de la joyería Tiffany’s en la película Desayuno con diamantes. Quien cuenta con uno en su armario, jamás podrá decir que no tiene qué ponerse.

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¿Qué sería de la primavera sin un vestido de flores camisero? Como su propio nombre indica, el camisero es un vestido cuyo corte se asemeja al de las blusas y camisas. Aunque ahora cueste imaginarlo, este tipo de vestidos tiene su origen en la Primera Guerra Mundial. El conjunto compuesto por falda y camisa que lucían las enfermeras era práctico y funcional pero, además, resultaba tan favorecedor que pasó de uniforme sanitario a vestido de fondo de armario.

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Se trata de una variación del vestido camisero que tal vez te suene de haberla visto en alguna fotografía de juventud de tu abuela. El tea dress, uno de los más vintage de la lista, presenta un tejido fluido, un escote de pico y unas pequeñas mangas cortas que a veces se presentan en forma de volante de capa. Algunos suelen ir acompañados de una romántica botonadura en la parte central, lo que hace que la prenda sea todavía más delicada.

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La historia de este vestido es bastante curiosa. Durante la II Guerra Mundial, la escasez de tejidos llevo a la diseñadora de lencería Sylvia Pedlar a acortar su camisón. De ese aprovechamiento textil nació un primigenio babydoll, el pijama durante años de la clase alta. Hasta que a finales de los 50 el diseñador Cristóbal Balenciaga transformase por completo el pijama de las clases nobles en un vestido de corte trapecio y cintura suelta para dar como resultado el vestido que más triunfó en los años 60 y que a día de hoy sigue siendo tendencia.

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También conocido como vestido lencero, el slip dress se lo debemos, casi de manera indiscutible, a la modelo Kate Moss, que durante los 90 lo convirtió en su uniforme de alfombra roja. El slip dress revolucionó la moda de los 90, siendo el preferido de otras celebrities, y actualmente sigue siendo uno de los vestidos más en tendencia. ¿Su secreto? Un diseño minimalista de tirantas, en el que destaca un tejido satinado y cortado al bies bien le vale al slip dress la categoría de El Vestido Eterno.

M. G.
La afirmación "en la moda está todo inventado" puede que la dijera el primero que se atrevió a investigar la historia de los vestidos de corte imperio. Aunque para muchas sea un corte típico de los trajes de novias actuales, éste se remonta a la Antigua Grecia, cuando las túnicas femeninas presentaban una cintura elevada que realzaba el pecho. En la Francia napoleónica, el corte imperio, que se simplificó todavía más, volvió a convertirse en un referente de estilo que vivió uno de sus punto álgidos en los años 60. Tanto es así, que ese corte justo debajo del pecho sigue estando presente en multitud de vestidos actuales, sobre todo en aquellos más vaporosos a partir de la cintura.

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Corrían los años 70 y una joven, por aquel entonces modelo, Diane von Furstenberg tuvo la idea de unir el top a la falda para crear un vestido que fuese envolvente, de ahí el término wrap dress. Con líneas súper sencillas, este vestido se caracteriza por su escote cruzado, su cintura ceñida y su falda semivaporosa. Con un largo variable (aunque el midi es el más favorecedor), este icono de los 70 es uno de los vestidos más favorecedores de la historia y tener uno de fondo de armario es un éxito asegurado, palabra de Diane von Fursteberg, que en los 70 vendió más de cinco millones de ejemplares.

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Éste es otro de los vestidos preferidos de las celebrities. Creado a principios de los 90 por el diseñador Hervé Lérger, el vestido bandage se caracteriza por ser extremadamente ceñido. Confeccionado en tejido strech, lo que consigue que este vestido se ajuste por completo al cuerpo y resalte la figura femenina son las bandas que se entrecruzan y están cosidas entre sí. Un vestido poco cómodo para las mujeres que apuestan por los diseños holgados, pero súper explosivo si se decide apostar por él. Merece un hueco en el armario para según qué ocasiones.

Como su propio nombre indica, este tipo de vestidos vienen inspirados por la indumentaria de las patinadoras artísticas. Con un largo por encima de la rodilla, cuerpo ceñido y falda con vuelo, este tipo de vestidos se popularizó en los 80, haciendo de las enaguas voluminosas su mejor seña de identidad. Actualmente sigue estando muy presente en nuestros armarios, aunque con unas líneas bastante más sutiles.

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El típico vestido para ir a la playa, aunque no siempre fue una prenda estival en exclusiva. Con un largo midi, muy holgado y con estampados realmente llamativo, el caftán (o túnica) lo asociamos a dos momentos clave de la historia de la moda: la época hippie y el glamour de los años 70. Los atuendos desenfadados y con líneas poco definidas de los años 60, unidos a los estampados psicodélicos de los 70 tiene como resultado lo que hoy conocemos como caftán. Aunque esta prenda también le debe mucho a la inspiración que otras culturas, como es el caso de la marroquí o la turca, provocan en el mundo de la moda. A pesar de que ahora este tipo de vestido está reservado para contextos más veraniegos, no implica que no sea sinónimo de elegancia.

M. G.
También podría llamarse el vestido comodín, ya que este tipo de diseño corresponde a un vestido para ser usado en un contexto que no es informal, pero su formalidad tampoco es de magnitudes estratosféricas. Un vestido de media etiqueta, básico e imprescindible en cualquier armario. Por lo general, el vestido de cóctel presenta en largo a media pierna (o incluso más corto) y las mangas pueden variar en cuanto a las preferencias de la mujer que lo luzca.

M. G.
Por fin un vestido de nuevo ingreso. El cupcake no es más que un vestido súper voluminoso que hace del tul y la superposición de volantes con diferentes cortes su seña de identidad. Para Rihanna fue uno de sus vestidos fetiche, ya que apostó por ellos e casi todas sus tonalidades, Jennifer López también arriesgó con un espectacular cupcake rosa fucsia y la influencer Rocío Osorno ahora acaba de lanzar su nueva colección y entre los diseños destacan un espectacular vestido cupcake, también en rosa fucsia.

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¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En este caso lo tenemos claro. Antes que el prairie dress estaba la prairie skirt que, como su propio nombre indica, era una falda de pradera. Ligeramente acampanada, esta falda originaria de la época victoriana, es la antesala de lo que actualmente conocemos como prairie dress. En el caso del vestido, estamos ante un diseño enterizo, con manga larga ligeramente abullonada y terminada en un puño cerrado, que ofrece una versión de la prenda bastante más recatada y anodina. Aunque es una pieza que resulta comodísima y que puede ser la competencia directa con los vestidos camiseros.
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