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Andalucía

Fallece a los 69 años Julio Alonso, asesor editorial del Grupo Joly

  • Julio ha sido un maestro, porque le gustaba enseñar y por el mérito relevante que le reconocíamos en nuestro oficio.

Julio Alonso ha fallecido esta madrugada en Madrid, a los 69 años. Muy joven. Julio era el veterano con el espíritu más joven, inquieto e innovador que he conocido en toda mi carrera. Todavía en los últimos cinco años venía a Sevilla todas las semanas para ejercer su magisterio como asesor del Grupo Joly, editor de este diario digital. Aquí ha dado consejos permanentes sobre diseño, organización y estilo, y ha defendido sus ideas con el mismo énfasis y elegancia con los que ha convivido con la quimioterapia. Su última pasión ha sido internet; su blog Visión es una guía excelente para seguir los cambios en el mercado, la audiencia y la tecnología de los medios de comunicación en el mundo. Las últimas entradas nos cuentan cómo la prensa escrita todavía tiene tirón, nos detallan las herramientas y habilidades para un periodismo sin papel, explican el modelo de integración redaccional del británico The Guardian o cómo la cadena norteamericana Gannett ha concentrado los websites de sus 86 periódicos, en un proyecto liderado por USA Today.

Nacido en Granada en 1940, Julio se inició en el periodismo en el Madrid de los años 60, en la sección de Internacional de El Alcázar, cuando el diario pertenecía a Prensa y Ediciones SA, antes de que el Ministerio de Información y Turismo lo entregara a los sectores más reaccionarios del régimen. También trabajó en Nuevo Diario, Europa Press, Pueblo, Nivel, TVE y Abc, en la mayoría de ellos como redactor de Internacional. Su gran hito profesional fue la aparición del diario El País. En su equipo fundacional fue el primer jefe de diseño. De hecho, fue junto a Reinhard Gade, un alemán formado en la escuela de la Bauhaus, el autor del primer diseño de El País. En aquel periódico fue sucesivamente redactor jefe del suplemento dominical y luego de Cierre, editor del Libro de estilo, subdirector de Formación e Investigación y, por último, profesor y director adjunto de su Escuela de Periodismo. Si se piensa bien, da vértigo su aportación. Julio fue responsable de tres cosas en las que El País ha sido un referente en el periodismo nacional en el último medio siglo: su diseño, su primer libro de estilo y su escuela de periodismo.

Abandonó El País en 1990, con su amigo Javier Baviano y un grupo de los fundadores, para la aventura del Grupo Correo en el YA. Una operación fracasada desde el inicio y un lance de su carrera que Julio no solía anotar en su biografía. Después dirigió o formó parte del equipo directivo de una agencia de infografía, dos diarios, una revista para emprendedores, un portal de internet para ejecutivos y empresarios, y un semanario político. Su actividad arrolladora le ha llevado a trabajar como consultor periodístico en diversos diarios de Latinoamérica y Europa. En la actualidad, además de asesor editorial del Grupo Joly, era director adjunto de Cuadernos de Periodistas, revista de reflexión profesional que publican la Asociación de la Prensa de Madrid y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, y miembro del directorio de Innovation International Media Consulting Group.

Julio ha sido un maestro, porque le gustaba enseñar y por el mérito relevante que se le reconocíamos en nuestro oficio. En particular, porque con el paso de los años no perdió su espíritu perfeccionista y moderno, tanto en la presentación de los formatos, como en los contenidos: cómo ordenar y exponer las ideas, documentar los hechos, identificar las fuentes… Aseguraba desde hace tiempo que los medios de comunicación iban a cambiar por completo, no sólo por el empuje de internet. Nos quedan en la memoria algunas de sus lecciones: Las noticias son el elemento principal de la radio, la televisión e internet; los periódicos tienen que centrarse en el análisis y el reportaje. Los periódicos del fin de semana van a ganar cada vez más protagonismo. La audiencia de los websites crece de manera exponencial, en especial aquellas web que son participativas y los usuarios las contemplan con el prisma de la utilidad; de ahí que los servicios y el ocio primen sobre las noticias.

Dwight Morrow decía que el mundo está dividido en dos: aquellos que quieren ser alguien y los que quieren realizar algo. Julio Alonso era un paradigma de lo segundo. Realizó las más variadas tareas de este oficio, lo hizo con perfección y elegancia, y nunca se dio importancia. Y hasta el último día estuvo haciendo planes. Hace unos días, en su habitación de la Fundación Jiménez Díaz, le decía a su amigo Fernando González Urbaneja que cuando se repusiera terminaría la próxima edición de Cuadernos. Julio ha muerto con las botas puestas. Sólo me queda añadir que su muerte nos ha dejado desolados a sus amigos. En todas las redacciones en las que trabajó dejó su impronta de tipo educado, atento, con sentido común. Su pérdida nos causa una infinita tristeza.

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