Sevilla

Guadalupe vuelve a ser niña

  • Luis Álvarez Duarte, autor de la imagen, ha limpiado la suciedad superficial de la talla, acumulada en rostro, cuello y manos, respetando su policromía original

Un sentido aplauso sirvió para cerrar la improvisada charla que el imaginero y restaurador Luis Álvarez Duarte dio ayer por la tarde en una abarrotada capilla del Rosario de las Aguas para explicar el proceso de limpieza que ha realizado a una de sus primeras dolorosas y una de sus devociones: la Virgen de Guadalupe. "Está limpita y preciosa", explicó el escultor, quien no pudo evitar emocionarse al recordar, durante la intervención que ha durado 37 días, aquellos años de la década de los 60 cuando, siendo un chaval de 15 años, le pedía colores a algunos de los imagineros más importantes de la Sevilla de aquella época, como Sebastián Santos, Buiza o Eslava, para realizar la policromía de Guadalupe y la Virgen de los Dolores de San José Obrero.

Luis Álvarez Duarte, de pie junto a la Virgen, repasó el proceso de restauración, que consistió en la limpieza de la suciedad acumulada en el rostro, cuello y manos de la Virgen: "Gracias a ella se ha conservado la policromía, que no se ha tocado nunca". En cuanto a la estructura, reveló que no presentaba ningún problema y se congratuló por haber podido rescatar la pintura original de cuando realizó a la Dolorosa, toda vez eliminada la suciedad.

Lo que más destacó el imaginero fue el volver a reencontrarse con una Virgen que realizó cuando aún no había cumplido los 16 años y que, a la postre, se convirtió en una de las grandes Dolorosas contemporáneas: "Ha sido un placer y un honor inmenso que la Virgen haya estado en mi casa, que es la suya porque lleva su nombre. Han sido muchos recuerdos. Me he acordado de grandes cofrades que ya no están".

Confesó Álvarez Duarte que, tras salir por primera vez la Virgen, en 1969, algunas de las voces más reconocidas de la época comentaron que estaban un poco clara, por lo que se le dio una pátina en San Bartolomé, en 1970: "La pátina torció sólo la veladura. Luego se ha visto que la encarnadura estaba perfecta. Yo lo dudaba, porque era muy joven cuando la hice. Ahora se le ha dado la misma veladura para que estuviera como entonces y no tan clarita como realmente es".

El escultor concluyó mirando a la Virgen y sentenciando: "Sobran las palabras".

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