Hacía siete años que Monchi no fichaba a un brasileño. Las condiciones del mercado han cambiado en Brasil, que ahora no sólo retiene a sus estrellas sino que repatria a muchos futbolistas como Renato o Luis Fabiano, dos de los compatriotas antecedentes de Cicinho. Los otros son Julio Baptista, Daniel Alves y Adriano. Palabras mayores en todos los casos. Desde la llegada en el verano de 2005 del formidable delantero que ahora milita en el Sao Paulo no había vuelto el Sevilla a echar las redes en aquel caladero, siempre tan fructífero. Y Cicinho, por ahora, ha respondido con una puesta de largo en Nervión que encandila a propios y extraños.

En diversos mentideros del deporte nacional ya se hacen eco de la temible pareja que apunta junto a Jesús Navas en la banda derecha. Sobre todo en Nervión, donde el lateral puede soltarse más en la parcela ofensiva, el flanco derecho del Sevilla es una promesa de excelencia, una pesadilla para las defensas contrarias. Lo del sábado ante el Getafe sólo fue un segundo esbozo de lo ya anunciado frente al Deportivo en el Trofeo Antonio Puerta. Pero con un matiz alentador: Cicinho también respondió en defensa.

Alex Santos Mendonça dos Santos (Juandiaí, 04-08-86) llegó procedente del Palmeiras por dos millones de euros. El grupo Doyen no está detrás de esta inversión por parte del Sevilla, que parece haber acertado en su segundo intento brasileño después de tentar al paraguayo Piris, que se decidió por la Roma. Después de una incipiente carrera en la sombra, en clubes y categorías inferiores como el Ituano, el Oeste Futebol Clube o el Santo Andre, también tuvo un sonoro debut con el Palmeiras el 20 de enero de 2011. Levantó al público en las tribunas y se ganó el elogio de Luiz Felipe Scolari.

Con Jesús Navas parece que lleva jugando una eternidad. Ambos son livianos, rápidos y atrevidos y combinan casi sin mirarse. Frente al Deportivo dio su primera asistencia, un centro desde el córner a Negredo. Ante el Getafe, ya con fuego de verdad, frenó a Lafita cuando se ancló en la segunda mitad. Eso sí, deja espacio cuando se vuelca al ataque. Pero eso ya es un matiz táctico que atañe a Míchel.