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La obligación de cada día

  • El Sevilla debe olvidarse del sueño de la Copa hasta el jueves y no permitir que un solo punto se escape de Nervión. La venta de Diego López centra el foco en Palop.

El Sevilla está obligado a ganar siempre, pero eso no es nada nuevo. Era una constante cuando luchaba con el Valencia por la tercera plaza en el escalafón y lo es ahora que no se sabe a ciencia cierta cuál será su objetivo final. Dependerá de, como decía Luis Aragonés, dónde esté cuando queden diez partidos para el final del campeonato. Como faltan dieciocho, quiere decir que es tarea de Unai Emery en estas próximas ocho jornadas colocar al equipo lo más arriba posible para que el tramo final sea como quieren todos los sevillistas, con la emoción de aspirar y poder entrar en la pelea por Europa.

Pero para ello, con el ejercicio de aparcar el sueño de la Copa por lo menos hasta el jueves, el Sevilla tiene una obligación casi diaria. Tiene tanta desventaja en el puntaje de la tabla que no puede permitirse ningún fallo, mucho menos en un día como hoy, en casa y con el rival que visita el Ramón Sánchez-Pizjuán. El nuevo entrenador del Sevilla seguro que es consciente de ello. Que lo sean también determinados jugadores está por ver, pero eso es algo que ya han captado tanto la grada, la directiva como los cuerpos técnicos que han ido pasando por este vestuario. Todo, por tanto, se fía a que se alineen los planetas, a que Negredo tenga su noche y a que Palop, ahora ya que la duda no existe, también tenga su día.

La venta, sobre la marcha, de Diego López al Real Madrid ha sido el último sobresalto para una afición que no ha visto del todo mal esta operación, ni muchísimo menos. Más bien al revés. Pero con el matiz de que deja un puesto importante en el equipo cogido no con alfileres, sino con mucha menos garantía. Todo el sevillismo rezaba para que Palop no se resfríe y que las molestias que mantiene en el recto anterior no le impidieran defender la portería de un equipo que necesita de todos y más de un hombre importante como es el capitán e ídolo valenciano. Algo que finalmente no ha podido ser.   

El equipo de Emery, que debuta en casa en competición liguera después de su exitosa presentación en la Copa ante el Zaragoza, tiene en el mes de febrero partidos muy comprometidos y muy importantes para el devenir de la temporada. Dejando al margen los dos de semifinales de Copa ante el Atlético de Madrid, lo que sea capaz de dar de sí en la Liga es lo que será este Sevilla en el futuro. Es verdad que el partido del jueves en el Calderón es tremendamente importante al tratarse de una eliminatoria que puede salvar el año y el cuello de algún que otro puesto de responsabilidad deportiva, pero un despiste en la Liga puede hacer que la situación se vuelva peligrosa en cualquier momento. Si el Sevilla quiere engancharse a los puestos altos no puede permitirse esperar más tiempo y, teniendo en cuenta que está en el horizonte una visita al Santiago Bernabéu, no contar con los tres puntos de hoy ante el Granada llenaría de nubarrones el futuro de un club que todavía tiene que vender mucho más que a Diego López para cuadrar sus cuentas.

El Granada, cuya visita le supuso que le empezaran los dolores fuertes de cabeza la temporada pasada a Marcelino precisamente por estas fechas, es una seria amenaza para los intereses de los blancos, aunque también es cierto que la llegada de Emery ha significado una sacudida en el vestuario, donde parece que hay más atención que en la dinámica perdedora de hace un mes.

No se espera que el entrenador de Fuenterrabía introduzca demasiado cambios pese a lo que hay en juego el jueves, y es que no está para muchos miramientos este equipo. A lo sumo uno o dos futbolistas podrá cambiar Emery teniendo en cuenta que la cera que arde es la que arde básicamente en el equipo titular y que no hay más.

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